Aljibe me parece una palabra de resonancias profundas, muy bella y simbólica, sugeridora de vida y plenitud. Toda la prensa echa humo hoy, dedica sus editoriales y sus páginas de opinión a las circunstancias de la muerte del líder de Al Qaeda, otra palabra del mismo universo lingüístico que Aljibe, pero en este caso llena de connotaciones negativas, crimen, destrucción y venganza.
Me ha parecido curioso que muchos de los opinantes en los periódicos de hoy echan mano de asociaciones entre el cine de género americano y lo sucedido en Pakistán, o, los mas serios, inciden en el miedo que forma parte de esta historia, como una herramienta mas de poder político. Me anticipé a ese tratamiento informativo en la página OSAMA del Blog, hace dos días.
Algún otro opinante se remonta a la épica de la historia norteamericana, nos cuenta que su origen estuvo en un tribunal británico que transterró a un grupo de maleantes que repoblaron el continente y que la violencia que siguió después para extender la conquista de aquel territorio virgen, pero habitado, está en el origen, y en el desenlace, de la operación militar que sustenta la notica, y del nombre que se le ha dado, Gerónimo. Es lo que tiene la conquista.
Anticipar el comentario a esa noticia no tiene ningún mérito, porque es mucho mas fácil e inmediato comunicar desde el Blog, que depender de una pesada estructura productiva, con sus redacciones, sus rotativas, su distribución, que le dan una inevitable lentitud a la maquinaria informativa de la prensa escrita. Así, no dedicaré una palabra mas a este asunto hoy, por ir contra corriente, y me dedicaré
a un asunto mas placentero, el Aljibe.
(...)
La vida humana, y los lugares donde transcurre, suelen estar escindidos entre lo húmedo y lo árido. La conquista de territorios y soberanías suele estar instalada en el lado mas árido del corazón de los hombres, ligada a violencias y ambiciones, mientras que la conquista amorosa, cuando se trata de algo compartido, deseado con reciprocidad, suele habitar el dominio húmedo del beso como territorio placentero y prometedor.
El Aljibe parece parte de ese territorio de promesas de vida. No se si es una palabra árabe o bereber. En la medida en que los bereberes fueron empujados por los conquistadores árabes al sur árido de la tierra que ocupaban, cabe suponer que el recurso al almacenamiento del agua de lluvia fue tan importante para ellos que tuvieron que inventar una palabra para nombrarlo.
Libia, un país ahora en guerra, también tiene sus lados húmedo y árido, y a Gadaffi, puede que no le importe ceder el auto gobierno, si llega el caso, a los Cirenaicos, que sobreviven en lo árido, y reservar a los Tripolitanos lo mas feraz de su país.
Es curioso, se habla mucho del petróleo en este conflicto, pero no recuerdo que nadie haya mencionado que este país tiene un acuífero de aguas fósiles del tamaño de Alemania, capaz de aliviar la sed de todo el Norte de África. ¿No será, esta, la guerra del agua?.
En nuestros núcleos urbanos ibéricos, vuelven a predominar ahora los aljibes tan frecuentes en la época de la presencia árabe en Al Ándalus, pero, según el meteorólogo que lo menciona en su columna de 'Levante', no son tales, no recogen agua de lluvia. Son depósitos reguladores improvisados por las compañías de servicio de aguas municipales porque, tienen unas redes tan anticuadas, con tantas fugas
y discontinuidades en las conducciones, que deben prever reservas de los caudales ordinarios para atender esos fallos de infraestructura.
Hace quince años, hice construir un aljibe en mi casa aislada de la sierra. Esa disposición me permite seguir duchándome y fregar los cacharros cuando, en años de estíos muy áridos, los manantiales se secan. Desde entonces, nunca me ha faltado el agua.
En nuestra última estancia allí, se estropeó la bomba que eleva el caudal desde el aljibe al depósito aéreo que suministra a la instalación doméstica. Tuve que abrir la tapa de hormigón que cierra el aljibe, para obtener agua, hasta que la bomba funcionó de nuevo. El aljibe estaba lleno. Contenía esa promesa de vida, esa metáfora del lado húmedo, amistoso y cordial, de la condición humana. Lo he recordado ahora, al leer en la prensa otra palabra árabe, Al Qaeda.
Ambas palabras forman parte de un mismo lenguaje, del mismo modo que lo árido y lo húmedo suelen estar presentes en los territorios, y en la contradictoria conducta de los humanos, unas veces violenta y salvaje, otras tierna y amante.
En fin. Aljibe.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 5-05-11.
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