sábado, 7 de mayo de 2011

HYDE PARK

Estuve en Hyde Park durante un viaje a Londres, hace un par de años, acompañado de dos de mis hijos, del que di cumplida reseña en la sección de Crónicas de Viajes y Lugares del Blog, pero no pude ver a ningún orador, subido en un cajón, lanzando sus discursos a los desocupados que se suelen acercar a escucharlos, porque no era domingo.

En El País de hoy, Manuel Rivas, subido en el cajón de la ultima página de ese periódico, sostiene que este es un tiempo de civilización y barbarie, que identifica con el siglo XVI. Un argumento este, el de la involución, que he tratado en una página del Blog, REFLUJO, con fecha, 19-04-11. .

(...)

Me pregunto si quienes pensamos, y tenemos la osadía de comunicar a otros nuestras opiniones, producto de la información y la reflexión, no seremos, sin ser del todo conscientes de ello, unos seres tan patéticos como los que se suben al cajón los domingos en Hyde Park.

Esos seres elocuentes, continúan, desde la oralidad, la antigua tradición de los tiempos del Ágora griega, también la de aquellos que, desde las plazas abigarradas de los oscuros tiempos medievales, --a las que concurrían los siervos asustados por la amenaza de la peste, mientras algún ahorcado permanecía colgado de una gárgola en una esquina-- lanzaban prédicas proféticas avisando de los males que amenazaban a quienes no observaran una conducta virtuosa.

Es posible que el nexo entre los predicadores medievales y los actuales hacedores de discursos en Hyde Park fuera el padre Vicent Ferrer, patrón de Heliópolis, pues es sabido que estuvo en Londres, y su cadáver fue enterrado en una abadía inglesa, pero lo que parece seguro es que la prédica de toda la vida, la profecía y la crítica de la actitud 'pecadora' de la débil condición humana, está directamente emparentada con la rara vocación de dar opiniones en los medios de comunicación convencionales, o en Internet, sobre nuestro modo de ser, sobre nuestra civilización y barbarie, puesto que ambas actividades, la vieja prédica y la moderna opinión, beben de la misma fuente, la observación y la valoración ética o moral de los acontecimientos y conductas observadas.

Nunca ha sido tan visible este vínculo como en la multitud de artículos, comentarios, análisis y simples opiniones que ha desencadenado el suceso de Pakistán, la ejecución extra judicial de Bin Laden. Simplificando, se pueden advertir en este abundante material dos posturas claramente diferenciadas, la ética, y la pragmática.

He dedicado varias páginas del Blog al conflicto entre el pragmatismo y la ética. Mi punto de vista es que un pragmatismo sin ética, y una ética sin pragmatismo, son dos formas erróneas de concebir la vida y la política.

Los equipos de gobierno requieren de la presencia de gentes pragmáticas y éticas capaces de aplicar una política que contenga un equilibrio negociado entre ambos valores y que, en ningún caso, ceda a la aplicación del aforismo que tanto gustó a González cuando lo conoció a través de los mandatarios chinos, 'Gato blanco, gato negro, lo que importa es que cace ratones', que no es otra cosa que la versión oriental de la elección de Maquiavelo, 'El fin justifica los medios'. En mi opinión, el color del gato no es irrelevante.

Buena parte de los hechos de nuestro tiempo, cuya observación motiva la sensación de regresión, de involución, que se refleja en la opinión de muchos observadores, como la de Manuel Rivas en su artículo de hoy 'En el siglo XVI' hunden sus raíces
en la ausencia de negociación en la economía y en la política entre éticos y pragmáticos, cuyo resultado es una deriva hacia un uso cada vez mas descarnado del pragmatismo.

Es una actitud errónea que, en nuestro caso, llevó al socialismo español, de la mano de González, hacia unos derroteros que le están granjeando ahora la repulsa de sus propios partidarios, y en el caso de la política USA, con la eliminación física de Osama Bin Laden, podría llevar a la santificación de un mártir mas peligroso muerto que vivo, aunque es imposible saber como van a evolucionar los acontecimientos futuros, no faltarán profetas que lancen sus anatemas, como en la edad media.

Este difícil equilibrio entre ética y pragmatismo no parece que se pueda alcanzar, hasta que no se incorporen filósofos a los Consejos de Ministros de los Gobiernos.
Es un derroche tener a los especialistas de la ética olvidados en los guetos universitarios, conociendo que los problemas centrales de nuestras sociedades, civilización o barbarie, son de naturaleza ética, antes que económica.

En fin. Hyde Park.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 7-05-11.

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