domingo, 17 de febrero de 2013

DEUDAS

Hace un día gris, propicio para escribir algo gris, dejaré para otra ocasión escribir algo brillante, así me acomodo al cromatismo del entorno. Escribiré sobre cuentas, el Debe y el Haber, el debe haber pero no hay, sobre deudas, en general, y alguna en particular.

La otra noche escuché a Maruenda, uno de los periodistas mas sectarios de este país, que cree que La Razón es siempre suya, en un coloquio, decir a alguien del público mientras se volvía hacia el, que el, Maruenda, ha estudiado y por eso se compró una casa. La cosa iba de los desahucios y las opiniones se dividían entre la necesidad de acciones sociales del gobierno para atender esas situaciones, y los partidarios de la responsabilidad individual, que cada palo aguante la vela de su responsabilidad personal por haberse endeudado.

Esa idea de Maruenda, que la formación personal universitaria es una garantía para el progreso económico puede ser calificada, en estos tiempos, de una idea zombi, en el sentido que emplea hoy el Nobel Krugman en las páginas de negocios de El País (23), se trata de una proposición hoy refutada por las pruebas, pero no muere, porque tiene un propósito político, apela a prejuicios.

Será por eso que muchos universitarios no están hoy trabajando, ni se compran una casa, sino que están en las calles, bastante cabreados, para mala suerte de la joven de la Internacional Socialista que ha sido estrella de las redes sociales estos días por enfrentarse en un discurso a su jefe, Papandreu (vaya socialista!), que fue insultada y zarandeada en una manifestación callejera y tuvo que ausentarse con la sensación de lo mal que está este país.

(...)
No siempre ha sido así. Yo tengo una deuda con la sociedad española pues, no procediendo de una familia burguesa (mi padre fue estibador), cuando sentí la necesidad de cursar una carrera universitaria, a los 27 añitos, y sin bachiller superior, lo pude hacer gracias a una beca y a que las leyes para el acceso a la formación universitaria se flexibilizaron para dar una oportunidad a quien lo deseara y probara, mediante el oportuno examen, que podía hacerlo.

Años mas tarde, ya licenciado en económicas (creo que no elegí esa especialidad por vocación, sino porque me pareció que daría continuidad a mi vida laboral, si hubiera sido ahora, habría escogido letras) convencí al director general de la empresa donde trabajaba para que aflojara la mitad de la pasta para hacer un máster. El se resistió, porque intuyó, con gran acierto, que yo me piraría de allí con el máster bajo el brazo, como así sucedió, dejando sin interés para la empresa tal inversión, pero fue generoso, y pagó. También tengo una deuda con la sociedad por este gesto porque, un director general cualquiera, también forma parte de la sociedad, no?.

Con el tiempo me compré una casa, y la pagué. En alguna medida, puede decirse que devolví al menos parte de la deuda que tenía con la sociedad pues mediante ese gesto, la compra de una vivienda y el pago de su importe,contribuí, modestamente, a que la economía del país, mediante los salarios y los beneficios de los trabajadores, industriales y constructores que participaron, directa o indirectamente, de esa transacción, recuperara la inversión en mi formación que me había permitido mantener activa mi vida laboral.

¿Quiere esto decir, ahora mismo, que basta con estudiar una carrera para acceder a la propiedad de una vivienda? Bueno, ustedes mismos, den un vistazo a lo que pasa por ahí y respondan la pregunta.

Después de cuarenta años de vida laboral, si consideramos el flujo de mis consumos familiares de esas cuatro décadas, y las plus valías que han generado a tantos proveedores de bienes y servicios, considero devuelta mi deuda a la sociedad, si. 

Ahora bien, ¿que pasa con la deuda pública, el nivel de deuda del Estado que contrae las posibilidades de inversiones en Educación, y limita las posibilidades de empleo a tantos jóvenes formados, como yo lo fui, en su momento, en las universidades españolas?.

La primera de El País da hoy una cifra escalofriante, no ya de la deuda, sino del aumento que ha sufrido durante el año de gobierno del Sr Rajoy, y sus adláteres. Ha crecido a un ritmo de 400 millones de Euros cada día, nada menos. La implantación del Euro nos ha dado una perspectiva mas global de la realidad monetaria, al acercarnos al dólar, pero si convertimos esa cifra, 400 millones, en pesetas, a los que todavía conservamos esa vieja memoria monetaria nos da una aterradora dimensión de hasta que punto estamos en manos de los acreedores internacionales. 

Un incremento diario de esa deuda de mas de 66.000 millones de pesetas es algo que escapa a toda medida del sentido común en la administración de cualquier patrimonio, sea público o privado, común o individual. La deuda acumulada del Estado español alcanzó ya el 84% del Producto Interior Bruto en 2012. Tremendo. 

El mismo periódico, incluye un artículo que se refiere a Rafael Correa, presidente de Ecuador. Casi todas las aportaciones, en un tono mas bien crítico con Correa, un economista de 49 años, reprochan su política con los medios de comunicación, lo describen como alguien que ha sabido utilizar con habilidad las prácticas capitalistas, pero nadie niega su éxito en la disminución de las desigualdades económicas en su país. 

¿Cual es la razón del éxito de Correa en la política económica de su país?. Al parecer se enfrentó, con éxito, a los acreedores de la deuda que ahogaban su economía, negoció moratorias y disminuciones en los créditos exteriores, y echó del país a todos los asesores del FMI, del Banco Mundial, y demás instituciones que lo tenían cogido por el gaznate. 

Algo que, antes o después, quien gobierne este país después de la catastrófica gestión del gobierno Popular en España, un adjetivo que nadie podrá rebajar si nos atenemos a la evolución de su Deuda Pública, la mas alta en términos relativos desde 1.910, deberá intentar.

Les deseo suerte.

En fin. Deudas. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 17/02/13.

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