viernes, 1 de febrero de 2013

¡TENEMOS UN PROBLEMA!

En la memoria colectiva de la opinión pública hay una frase celebre, ¡Houston, tenemos un problema! escuchada en las pantallas del centro de control aeroespacial USA, poco antes de que un ingenio volador, con sus ocupantes dentro, saltara por los aires. (mi Asesor de Comunicación estima que esta afirmación no es exacta, que la frase la pronunció un astronauta cuando se comunicaba en directo con su base, porque se cagaba encima y tuvo que interrumpir la comunicación. Yo no lo creo, así que mantengo lo que dije).

He recordado ahora esa llamada de auxilio que terminó en desastre, porque todos los medios de información, tanto de papel, como la radio, los digitales, la televisión, con independencia de sus simpatías o sus fobias, su pensamiento informativo reaccionario o no, coinciden en destacar que unos pocos señores del partido de la derecha han tenido un comportamiento inadecuado. Yo mismo firmé ayer en Change.Org, pidiendo su dimisión.

Ya van por mas de trescientas mil las firmas recogidas, y esperan llegar al millón. Estoy convencido de que la cúpula del PP pensará, ahora, tenemos un problema, como los navegantes que acabaron estrellados, y creo que esa sensación se puede extender al ánimo de muchos mas ciudadanos, pero el problema, en mi opinión, afecta no solo a unos pocos políticos, ni siquiera a muchos ciudadanos, sino a todo el sistema.
(...)
El sistema entero, es decir, las estructuras del Estado, los partidos políticos, los mayoritarios sobre todo, y el entramado económico financiero que lo apoya, y en el que se apoya, está podrido. Vengo escuchando que el sistema está podrido desde hace muchas décadas, a profesionales, juristas, gente informada, pero nunca se hizo nada para cambiarlo, tal vez porque no se daban las condiciones para ello. Ahora, si. 

Alcanzado un grado de desprestigio generalizado del que es consciente la mayoría de la población, gracias a unos pocos señores que han observado una conducta inadecuada, podemos proponer cambios. Es el momento de intentar desmontar el sistema, y sustituirlo por otra cosa. Es decir, fuera las organizaciones jerarquizadas, mandadas por grupos cerrados susceptibles de corromperse, pero fuera también unas leyes de contratos públicos que lo permiten.

No se trata de vivir fuera de la ley, sino de que las leyes sean sancionadas por las mayorías ciudadanas, y las decisiones políticas importantes no puedan tomarse sin la consulta ciudadana. Estoy hablando de la democracia directa. Hoy es posible, en cuarenta y ocho horas una organización ciudadana extra parlamentaria está a punto de recoger la opinión de un millón de españoles sobre la situación política del país.

Esto es, efectivamente, democracia directa, y su coste es inferior al de la toma de decisiones sociales tradicional, aunque un oyente haya dicho en la radio que el es de la generación de Atapuerca, no tiene ordenador, y agradecería que se recogieran firmas por la calle con el método tradicional. No es incompatible. 

De poco servirá que dimitan unos pocos señores de la derecha, por su conducta inadecuada, en el caso de que eso suceda, si las demás formas organizativas del Estado, los partidos, y los grupos de presión, permanecen inalteradas.

La corrupción es un fenómeno estrechamente ligado a los mecanismos de organización del sistema, además de a las personas que lo representan en un momento dado, si no superamos esas formas y las sustituimos por la toma de decisiones independientes de intereses bastardos, a través de la consulta popular, después de establecer sistemas de información mas transparentes, este tumor extendido, esta metástasis de la corrupción, que se reproduce una y otra vez a lo largo de las décadas, nunca desaparecerá, o, en su caso, se reducirá a un tamaño soportable por el organismo social.

Nunca como ahora hemos dispuesto de medios para hacer posible un grado aceptable de democracia directa. El nivel cultural medio de los españoles, es muy superior al de otras épocas. Generaciones enteras han pasado por la universidad o tienen estudios medios, ya no hay analfabetismo, solo falta que las minorías corruptas tengan mas difícil seguir con sus discursos manipuladores. 

La expansión de la comunicación cibernética permite que las consultas lleguen a los ciudadanos en los rincones mas apartados, lo que permitiría una toma de decisiones auténticamente democrática. Sin embargo, tenemos un problema. El problema, en mi opinión, son las propias estructuras del Estado, empezando por la monarquía, siguiendo por las actuales Cámaras poco representativas, y una serie de corporaciones profesionales, vinculadas al derecho y la política que, herederas de un formalismo democrático del siglo XIX, se oponen, y se opondrán, a cualquier cambio profundo con el argumento, falaz, de que defienden el Estado de Derecho.

Es evidente que las posibles formas de un Estado de Derecho no son únicas, ni deben ir en una dirección única. No estoy hablando de una vida democrática sin leyes, para nada, estoy hablando de un Estado basado en la democracia directa que, conservando sus estructuras de servicio, cambie sus formas de decidir, atendiendo, en primer lugar, a la voluntad social formalmente expresada, y no solo a través de elecciones periódicas. 

Es posible, pero las resistencias son tan grandes que, si no hay cambios, podría suceder que nos estrellemos en el camino, como los navegantes que comunicaron a Houston, 'Tenemos un problema', sin que nadie pudiera arreglarlo. 

En fin. Tenemos un problema.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 1/02/13.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios