"Miro la libreta, estrecha y delgada, que me sirve de agenda para mis actividades de formación no reglada a las que asisto cuatro tardes a la semana en dos centros municipales distintos y compruebo que solo tiene anotaciones referidas a Comunicación, pero no a Teatro, con lo que no puedo resolver la duda de si esta tarde debo acudir a un taller de televisión en el Muvim, o si hay clase ordinaria en el centro del Cármen.
Después de un rato de cultivar esa duda, decido acudir al centro del Cármen, por si acaso, mas que nada porque ya estuve en uno de esos talleres en otra ocasión, y me pareció una tontería. La cosa consiste en decir unas palabras frente a la cámara, como los demás compañeros. Luego te largan un disco por el que te cobran cinco pavos que contiene tu anodina intervención ante la cámara junto a todas las demás. No me interesa.
Me parece mas interesante sentarme junto a una mesa de El Botijo, el lugar donde tomamos café antes de entrar a clase de teatro las tardes pares, junto a algún otro despistado, o despistada, que aparezca esta tarde por allí, y si no aparece nadie, pues no pasa nada, tomaré café y me vuelvo para casa, donde me espera un libro sacado de la biblioteca para pasar el rato, del que no voy a decir nada hasta que compruebe si vale la pena.
(...)
Las actividades no regladas en centros municipales están muy bien para convivir con la gente y acceder
a información interesante, como sucede en Comunicación, aunque a veces te aburres como una ostra, lo que no sucede en Teatro, donde la diversión está asegurada de modo permanente.
Ahora estamos tratando en Comunicación el tema de la publicidad, la tendencia actual a vender a través de los anuncios, no tanto productos, como estilos de vida, valores y conceptos tremendos, como la felicidad que vende Coca Cola en sus campañas, o cocina doméstica entrañable como hace Nestlé en sus productos pre cocinados que llama La Cocinera, y que ahora han debido ser retirados del mercado por el fraude en su composición cárnica.
Una cosa interesante que se ha comentado en el Aula de Comunicación es la actitud de Nestlé respecto a la transparencia informativa sobre el origen y composición de las materias primas en general, y los transgénicos en particular, que utiliza en sus productos.
Según Greenpeace esta es una de las compañías que se niega sistemáticamente a ofrecer información pública sobre estos asuntos, que otra compañías no tienen inconveniente en ofrecer.
No me extraña, después de haber visto el otro día la actitud de uno de sus principales ejecutivos que apareció en la tele. Me recordó, antes que a un ejecutivo de un grupo alimentario actual, suizo por mas señas, a un ministro de un gobierno poderoso de la época de la guerra fría, celoso de sus secretos nucleares, y su discurso parecía estar marcado por el autoritarismo de otras épocas.
Gracias a las prácticas que se han desvelado estos días de Nestlé, y a la información que he recibido de sus actitudes respecto a sus políticas de desinformación a los consumidores, he decidido no comprar nunca más un producto de esa marca, ni de ninguna otra que tenga relación con ellos.
Esta mañana, un responsable de un laboratorio que realiza análisis de productos alimentarios, ha sido preguntado en la radio por el tema de los productos cárnicos que ahora se están revisando, mediante pruebas de ADN, para conocer su composición, y se ha oído claramente como, cuando iba a pronunciar la palabra fraude, se ha contenido, y la ha sustituido por otra, tal vez para no molestar a los grandes grupos alimentarios, en particular, supongo, a Nestlé, que está ahora en el punto de mira de las organizaciones de consumidores, prueba del poder que ejercen estas grandes organizaciones, y del respeto que inspiran en cualquier operador o intermediario que tenga que ver con sus actividades.
Por suerte, no solo se tratan estas cosas en Comunicación y ayer se comentó La Bella Durmiente, en la versión de un escritor italiano, anterior a la de Perrault, al parecer, una de las mas antiguas que se conocen, y mas cercana, por tanto, a las fuentes orales populares de las que se supone que procede. Una versión nada infantil, en la que el beso
del príncipe no aparece, y si lo hace el coito del rey, y en la que Quim Monzó se inspiró para un relato en el que 'La Bella durmiente', resulta ser mas de una.
Inspìrado a mi vez por Quim Monzó, ayer, mientras tomaba café con mis compañeras de clase y comentaban el cuento, tuve un rapto machista (que se le va a hacer) y les dije, todas sois la bella durmiente, podéis pasar una a una por aquí.
Una de las compañeras dijo, todo es de boquilla..., Otra informó...yo lo veo pasar con su mujer, y el carro de la compra lo lleva el... otra...yo lo veo sentado en un banco al sol, con su mujer, y no me parece que esté ya para muchas aventuras... Encima, me tocó pagar la cuenta.
Retomo el principio y me reafirmo en mi decisión de ir esta tarde a Teatro. Si tengo suerte y no hay taller en el Muvim, disfrutaré de los ejercicios de respiración, de solfeo, de canto, de danza, cantaremos, en grupo, una ranchera,
ensayaremos el fragmento de 'Un Tranvía..' de T.W., yo, en particular, lo haré sin texto, una versión de danza contemporánea compartida con Blanche, repasaremos la actuación que estamos preparando para el día de la mujer, o sea,
lo pasaremos francamente bien.
Si no hay clase, tomaré un café en El Botijo y luego, en casa, descubriré si 'La Traición Veneciana' el tocho de casi seiscientas páginas que he sacado de la biblioteca, merece o no la pena de ser reseñado en la sección de libros del blog.
Eso, si mi mujer no me manda con el carrito a Mercadona."
En fin. Taller.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 26/02/13.
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