Desde que su graciosa majestad, que nos regala con frecuencia escenas graciosas a costa de sus tropiezos y caídas, dijo en el mensaje de fin de año que la ley es igual para todos, no paran de sucederse acontecimientos que lo desmienten.
Pese a aquella solemnidad monárquica, cuando apoyado en la mesa como 'Guayomi', el monarca se dirigió a todos quienes disfrutamos de la estabilidad de la monarquía parlamentaria, desmentida por sus frecuentes patinazos, lo cierto es que aquel mensaje no está soportando la prueba de la realidad.
No solo el chino aquel, ¿recuerdan? se libró de la trena por un error de procedimiento judicial, Bárcenas recorre Europa y América con entera libertad, porque su dossier es tan gordo que el juez aún no ha podido digerirlo para ordenar medidas cautelares, el kamikaze aquel, con un equipo de abogados de peli americana, ha conseguido lo que otros no pueden, un diputado alicantino experto en cohechos y otros desechos, se hace la manicura en las cortes valencianas, elevando a la categoría de arte un gesto que supera, en estilo y elegancia, la peineta de Bárcenas, y la señora de Urdangarin, siendo igual de española que la de Torres, no recibe el mismo trato.
(...)
Pero, ¿Que pasa aquí?. A los ojos de los neófitos en derecho procesal pasa que la ley puede que se escriba para todos, pero no se aplica por igual a unos y a otros.
Es lo que pasa con los discursos, que, apenas pronunciados, comienzan a disolverse entre el ácido veloz de los acontecimientos. Vean si no lo que le ha pasado a Rajoy con su discurso, ¿falso? ¿optimista?. Quizás no se puedan tildar de falsas las opiniones sobre el futuro, pero si las premisas en las que se apoyan. Lo cierto es que, cuando aún sonaba el eco de las palabras pronunciadas por Rajoy en el parlamento sobre nuestro inmediato futuro económico y social, las autoridades europeas las han desmentido. ¿A quien creer?
Si uno prescinde de los discursos escuchados y mira a su alrededor mas cercano, encuentra respuestas. Anoche fuimos con Lola y Antonio a los montaditos de Tanto Monta, estupendo. Mientras jugábamos al Continental en su casa nos contaron que su hijo, ingeniero informático, fue objeto de un ERE de la empresa donde trabajaba, en teoría solo temporal, pero que al incorporarse de nuevo, resultó ser definitivo.
Nosotros, les dijimos lo que ya sabían, que uno de nuestros hijos es una de las víctimas programadas del ERE de RTVV.
Esto, en lo que concierne al entorno mas cercano. Si ves en la tele la noticia de la quiebra de un tour operator y la huelga de Iberia, tienes elementos suficientes para saber que las cifras del paro van a empeorar en un futuro próximo y, como están relacionadas, también las de la producción y el consumo. Con estas premisas, el discurso de Rajoy sobre la economía, como el del rey sobre la justicia en este país, devienen en palabras, si no falsas, huecas.
Pero, ¿Que pasa aquí?. Yo creo que todos lo sabemos, el país pasa por un cúmulo de dificultades que no tiene precedentes desde la época de la transición del franquismo a la democracia. Esa acumulación de dificultades económicas, financieras, políticas, sociales, estructurales, no es posible enfrentarlas desde la división partidista
cada vez mas acentuada.
Si consideramos nuestra dependencia del exterior, solo un frente común de nuestras, ahora
débiles, fuerzas democráticas, podría resistir la presión exterior para aplicar políticas anti sociales.
Lees los periódicos y no ves nada de esto, ningún intento de poner los intereses del país por encima de los de los partidos.
Nunca hemos necesitado tanto como ahora, desde que echó a andar nuestro sistema democrático, una monarquía que merezca respeto, unos partidos democráticos fuertes y decisorios, y unas organizaciones patronales y financieras dispuestas a arrimar el hombro en beneficio del conjunto del país.
¿Que pasa aquí?.
Pasa que, hasta que esto suceda, si es que sucede alguna vez, hasta que todos los órganos políticos, económicos y financieros, y todos los grupos sociales activos, comprendan que hay una tarea común pendiente, definan sus objetivos en una gran conferencia que elabore un programa de salvación nacional, y se pongan a trabajar, ni los discursos del rey de fin de año, ni los de Rajoy en el Estado de la Nación, ni los de la oposición, ni los de la patronal, merecerán la menor
credibilidad de aquellos a quienes van dirigidos que, al escucharlos, como mucho, se preguntarán, ¿Que pasa aquí?.
En fin. Pero, ¿Que pasa aquí?
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23/02/13
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