En casa tenemos un asunto pendiente hace mucho tiempo, visitar y conocer La Mancha, hacer la llamada ruta del Quijote, acercarnos a su gastronomía, sus paisajes y su agua, Ruidera está por allí, no?.
En el gabinete donde escribo, tengo un mapa de Michelín sujeto con chinchetas, una representación física de la península ibérica, prácticamente cubierto con marcas de rotulador que indican los lugares que hemos visitado, pero el área que corresponde a La Mancha, está sin marcar.
Si tardo mucho en atender esta asignatura pendiente, a juzgar por lo que cuenta
'Levante' hoy, nuestra agua será la suya, y nuestra gastronomía también.
(...)
'El gobierno (central) impulsa un plan que da mas agua a La Mancha y reduce el caudal del Júcar'.
De ser cierto este titular de la primera, nos encontraríamos en una fase mas de apropiación, típica de las que Cospedal procura en beneficio de su marido.
Durante años hemos ignorado los nombres de los políticos manchegos --Bono no era
propiamente manchego, sino del Vaticano, a juzgar por sus frecuentes visitas allí-- hasta que Cospedal mostró su perfil diferido y simulado y lo hizo famoso en todo el país.
La simulación y el diferimiento han servido también para mantener relativamente ocultos a la opinión pública los intereses del marido de Cospedal en los procesos privatizadores de Madrid y Valencia, unas actitudes definitivamente panzistas, alejadas del idealismo honesto del viejo hidalgo que la pluma de Cervantes hizo famoso.
Aquel Quijote que yo leía todos los días en edición escolar en la escuela de una maestra roja represaliada, tuvo la virtud de enseñarme, por repetición, que ambos personajes, Quijote y Sancho, eran la representación del alma española escindida, suponiendo que esas cosas existan, alma y española, siempre en precario equilibrio entre el ideal caballeresco y la zorrería de Sancho.
Llevamos unos años en que ese equilibrio entre honestidad y zorrería saltó hecho pedazos y el escenario en el que nos movemos ha dejado de ser caballeresco, si es que alguna vez lo fue, siquiera en parte, y lo que domina es la picaresca, otro rasgo capital de nuestra historia, que sorprendentemente aflora ahora con mayor vigor que en el siglo XVII.
Por si fuera poco el asunto del agua, y de las privatizaciones, ahora se descuelga un cocinero manchego, un tal Herráiz ('Levante', 55) y escribe un libro sobre la paella. Ché, Herráiz, no me jodas, ocúpate del gazpacho manchego, que está de muerte, y quita tus sucias manos de la paella. Adonde vamos a llegar...
Ahora en serio. Desde que vimos las imágenes de Ruidera el otro día en la tele, pletóricas de agua (para que quieren la del Júcar, con esos acuíferos, o lo que sea), estamos deseando viajar allí, hacer la ruta del agua, la del Quijote, la del gazpacho, y la que haga falta, todo para borrar nuestro desconocimiento de unas tierras que todos, empezando por nosotros mismos, debemos conocer, porque es allí donde transcurrieron los universales inicios de nuestra historia literaria.
En cuanto le quiten la escayola a Encarna y le den el alta, vamos a mirar un viaje por allí, aunque ya hicimos uno por Toledo, por estas fechas, y les juro que no he pasado mas calor en mi vida. Igual esperamos un poco.
En fin. La Mancha.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27-07-13.
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