jueves, 3 de junio de 2010

DIA 3º

El pastor apareció el tercer día de forma inesperada y colocó un cartel en el que se precisaba que nuestro grupo visitaría la ciudad de Alicante en la mañana del día siguiente, y por la tarde nos llevarían al pueblo de Guadalest. Conferencié con Encarna y acordamos ir a Alicante con el grupo, con la intención de escaquearnos y hacer una visita por nuestra cuenta al Museo Arqueológico, que teníamos intención de visitar desde hace tiempo, y renunciar a la visita a Guadalest, porque la tendencia al mareo de Encarna le aconseja mantenerse alejada de caminos serranos llenos de curvas que discurren entre abismos y embalses.

Fijado el plan de visitas, ya podíamos decidir que hacer con nuestro tiempo, aunque Encarna ya lo tenía decidido, dedicaríamos la mañana al Benidorm urbano, tiendas y esas cosas, y al mercadillo que ponen los miércoles cerca del Hotel Pueblo. De camino al mercadillo, me fijé en los rótulos de los negocios que mas abundan en este lugar de ocio y llegué a la conclusión de que la clase empresarial de por aquí está poblada, mayoritariamente, por peluqueros (lo que mas abunda), dentistas paquistaníes y psicólogos argentinos, que tienen aquí una numerosa clientela, porque la vida nocturna extrema, sostenida con el combustible de sustancias mas o menos estimulantes, deja a una parte de sus protagonistas con bastantes daños colaterales que tienen que ir a reparar a la consulta del loquero.

El mercadillo resultó ser un lugar bullicioso que, con la gran afluencia de gente que lo visitaba y las cubiertas de pita que trataban de proyectar una sombra precaria sobre vendedores y clientes, me recordó el zoco de Marrakech, con sus coloridos puestos de telas. El carácter multirracial del censo de vendedores y clientes contribuye a darle un aire cosmopolita a este lugar de comercio que es un ejemplo perfecto de la idea de mercado, una reunión de muchos compradores y muchos vendedores donde todavía funcionan las leyes de la competencia, algo ausente en los 'mercados' a los que se refieren los medios de comunicación cada día, donde unos pocos sujetos poderosos imponen a las poblaciones de otros Estados el grado de austeridad o consumo al que deben someterse en su vida cotidiana.

Este mercadillo no alcanza a ser Camdem Town, en Londres, uno de los lugares de esta clase mas interesantes de Europa, donde puedes encontrar las cosas mas extravagantes, desde ropa militar de la antigua URSS, hasta antigüedades valiosas, instrumentos musicales, o dilatadores anales. Tiene las tiendas mas vanguardistas, el ambiente mas cosmopolita, pero es miércoles y en Benidorm, el mercadillo cerca del Hotel Pueblo, es lo que hay. Y no está mal.

Junto a las tiendas de ropa, cuero, zapatos, lo mas común, hay algunos puestos con fruta. Algo estropeada, cosechas recogidas después de la inundación de los huertos, que conservan en su textura las huellas del barro. También hay puestos de comida y bebida, algunos con verdadera sombra, no esa precaria sombra salpicada de luz solar que dejan pasar las improvisadas cubiertas de pita que tratan de hacer mas amable el clima del mercado.

Después de un par de horas de deambular por las abigarradas calles del mercado, nos sentamos en uno de esos lugares sombreados para refrescarnos el gaznate con una verdadera, auténtica, homologada, agua tónica Schweppes, nada de imitaciones, ni falsificaciones, y nos encontramos con un huésped del hotel que sabe mucho de eso, de falsificaciones.

Nuestro amigo, con quien hemos compartido algunos ratos de ocio estos días es licenciado en arte, y grabador de profesión, y nos contó algunas cosas interesantes. Me sorprendió saber que este hombre ha pasado parte de su vida profesional en Francia, en las fábricas de Michelín, dedicado a grabar en grandes moldes los dibujos que luego se incorporan a las cubiertas de los neumáticos. Así que he conocido al artista que durante decenios se ocupaba de que mis neumáticos, como los de la mayoría, evacuaran correctamente el agua en las calzadas mojadas por la lluvia, que tuvieran un buen agarre al asfalto en tiempo seco y que nos informaran, con su desgaste, de que ya era tiempo de cambiar los neumáticos, si queríamos que el coche se detuviera al frenar.

Una historia aún mas interesante es la del Vega Sicilia. Estas botellas llevan una marca grabada que identifica su procedencia verdadera. Mi amigo recibió el encargo de realizar los grabados para esa marca, cumplió el encargo y lo cobró. Poco después recibió la visita de la policía, que se interesó por su trabajo de grabado en este encargo en particular. Al parecer, quienes hicieron el encargo no eran empleados de la famosa bodega, sino unos listos que llenaron una partida de botellas y la vendieron, como si fuera Vega Sicilia, pero solo era una falsificación.

La larga experiencia de mi compañero de hotel en su profesión de grabador le ha dejado algunas secuelas físicas. En los procesos de grabado se usan ácidos y abrasivos y, aunque el no me lo dijo, la nube que cubre su ojo derecho parece el resultado de alguna lesión producto de su actividad profesional. Sus manos también padecen una cierta deformación por la naturaleza de su trabajo realizado durante su larga experiencia en la profesión.

Todas las falsificaciones necesitan el concurso de un grabador. Las joyas llevan su contraste, que se hace con un instrumento previamente elaborado por el grabador. Las botellas de vino llevan un marchamo en el vidrio, casi cualquier objeto cuya marca tenga un valor comercial importante, lleva su logotipo, su emblema, y en todos estos signos de prestigio está presente el trabajo de grabado, pero, según mi informante, hay una falsificación, la del papel moneda, que requiere además enormes inversiones en maquinaria muy sofisticada, por lo que la intervención del grabador en esta actividad ilegal ha quedado obsoleta. No así, en la falsificación de moneda metálica, sobre todo la de las emisiones para coleccionistas, donde todavía existe la vieja práctica de la falsificación con el concurso imprescindible del grabador.

Mas antiguo que el oficio de grabador, es el de merchero, y este mercadillo de los miércoles en Benidorm evoca las reuniones semanales entre compradores y vendedores de los pueblos de España, desde tiempo inmemorial, las ferias de ganado, las plazas a las que llegaban las caravanas de camellos, en cualquier lugar de Africa del norte, después de largas travesías por lugares inhóspitos, los mercados fluviales en el delta del Mekong, pero, por favor, que no le llamen 'mercados' a las élites financieras y monopolistas que condicionan, desde sus despachos, las políticas de los gobiernos elegidos por los ciudadanos. Gracias.

Por la tarde dimos un paseo por la playa de Levante. Volvíamos desde el Rincón de Loix en dirección al centro, cuando el cielo se cubrió de nubes. No eran unas nubes cualquiera. Su desarrollo fue rapidísimo y eran unas formaciones nubosos muy oscuras, que a su vez, oscurecían el cielo. Su aspecto tormentoso se materializó en seguida en una abundante actividad eléctrica, con rayos que caían cada vez con mayor frecuencia sobre el mar, amenazando algunos barcos pequeños que permanecían anclados no lejos de la playa.

Una lluvia incipiente comenzó a caer y nos obligó a refugiarnos en la cafetería de la playa que teníamos mas a mano, Arenas, (3,40 dos tónicas). Luego nos dimos cuenta de que había sido un error. En lugar de salir por piernas cuando aún llovía poco, nos quedamos hasta que escampara, pero no escampó. Cuando, cansados de permanecer allí, salimos fuera, nos cayó encima toda el agua de mayo de una vez, y al llegar al hotel, mi camisa de seda agujereada por la polilla estaba empapada.

La intención (no cumplida) de visitar mañana el Museo Arqueológico de Alicante, nos alivió un poco el fiasco de la tarde.

(Terminada esta entrada he bajado a por el pan y he comprado la prensa. La primera de 'El País' abre con este titular, 'Zapatero pone fecha a la reforma laboral para calmar los mercados'. Digo yo que, para reforzar el principio de veracidad, el titular podría haber sido este otro, 'Zapatero pone fecha a la reforma laboral para calmar a las élites dominantes', pero, quien soy yo para corregir a alguien, para eso está la, en este caso, defensora del lector.)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 3-06-10.

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