jueves, 3 de junio de 2010

DIA 4º

La distancia hasta Alicante, desde Benidorm, es un corto y agradable paseo, sobre todo cuando la agencia te pone un autobús en condiciones, en lugar de la tartana polvorienta que nos trajo desde Valencia. La salida por el Sur te permite disfrutar de la vista del excelente nuevo paseo marítimo que prolonga el viejo de la playa de Poniente, con sus baldosas de colores combinadas con un sentido casi artístico del urbanismo, las marquesinas que vuelan sobre la arena, pintadas de blanco y diseñadas para evocar la espuma de las olas, que tienen la función de proteger del sol a quienes se sitúan debajo, sobre una plataforma de madera que convierte la antigua playa en un lugar distinto, mas confortable, dotado además de una iluminación especial que, cuando incide sobre el pavimento coloreado, produce un efecto visual sorprendente. Un ejemplo de urbanismo inteligente.

Desde la ventanilla del autobús, se observa la creciente densidad de las torres de mas de veinte alturas que rodean el Hotel Bali. En cada nueva visita a esta ciudad, observo que se han comido un trozo mas de montaña, y he leído estos días que un constructor local tiene un proyecto para edificar una veintena mas de estos altos edificios, detrás de la playa de Levante, no se exactamente donde, porque no veo donde caben, pero los defensores del modelo urbanístico de aquí, dicen que la construcción elevada en vertical ahorra mucho suelo, y es menos destructora del paisaje que la expansión urbana horizontal.

A lo mejor, tienen razón, no lo había pensado, pero me pregunto si las infraestructuras necesarias para el tratamiento de las toneladas de mierda que generarán sus nuevos habitantes, así como su evacuación final al mar ya depuradas, las pagarán los constructores o saldrán del cajón de lo público. O lo que es peor, si no se depurarán suficientemente, y saldrán al mar por los aliviaderos que se pueden observar desde el paseo marítimo. Si alguien lo sabe, puede informar vía comentarios. Gracias.

Llegamos a Alicante en una mañana muy soleada. Los restos de la tormenta de la tarde anterior habían desaparecido por completo. Enseguida nos interesamos por la posibilidad de visitar el Museo Arqueológico, pero el lugar donde nos dejó el autobús, junto al Puerto, y el señalado para la vuelta, junto al acceso del ascensor que sube hasta el Castillo de Santa Bárbara, resultaron estar muy alejados de la ubicación del museo, así que decidimos continuar con el grupo y hacer la visita programada.

Nos llamó la atención, en el Ayuntamiento, una escultura de Dalí que no conocíamos, una figura masculina, con una textura irregular y acabado dorado, que chirría bastante en medio de la decoración, mas bien sombría, de las dependencias municipales. En uno de los salones están colgados los retratos de todos los alcaldes alicantinos. Me sorprendió ver entre ellos el de Luna, el portavoz del PSPV a quien se la tienen jurada los pperos por su agresivo modo de oponerse a la impresentable política de la derecha en Heliópolis. Ignoraba que hubiera sido alcalde de Alicante, lo que no hace sino confirmar que es mas lo que ignoramos, que lo que conocemos. Al menos, yo.

Mientras el grupo visitaba la concatedral y un lugar al que llamaban museo, impropiamente, pues era un bajo cutre con unas figurillas de belén que no merecían la menor atención, dimos una vuelta por el puerto. Lo que siempre me ha llamado la atención del puerto de Alicante, como el de otras ciudades portuarias que siguen el mismo modelo urbanístico, es que a su alrededor está el cogollo, el centro urbano, mientras que en otras, como Heliópolis, la aglomeración mas céntrica de la ciudad se ha inhibido de la existencia del mar y el puerto ha sido una extensión lejana, una mera explotación comercial e industrial alejada de los interese urbanísticos que definen los centros de las ciudades importantes.

Me parece una soberana injusticia que siendo esto así, desde tiempos inmemoriales, la Copa América no se haya adjudicado a Alicante, una ciudad marítima por excelencia, desde siempre, cuyo puerto se convirtió en un centro cultural y de ocio mucho antes de que nuestros ediles y políticos autonómicos improvisaran unas instalaciones que carecen de función alguna, salvo la de alojar durante unos días esa competición náutica. Cuando criticamos a los alicantinos porque barren mucho para casa, deberíamos considerar que, en ocasiones, cuando se quejan del centralismo de la política autonómica que no tiene en cuenta sus intereses, lo hacen con toda razón.

Después del paseo portuario, en el que pudimos observar unos cuantos yates en sus amarres, que confirman la supremacía de la vocación marinera de Alicante respecto a la nuestra, tomamos el ascensor para visitar el Castillo de Santa Bárbara. Desde sus almenas, la vista panorámica de la ciudad revela, a la vez que la belleza del paisaje marítimo y la perspectiva de las aglomeraciones costeras de El Campello y San Juan, un cierto desorden urbanístico en el crecimiento de esta ciudad
que, en esto, no se diferencia demasiado de la nuestra. Todas las fechorías que se hicieron en la época del desarrollismo incontrolado, coexisten junto a realizaciones urbanísticas mas actuales, en las que han prevalecido consideraciones mas civilizadas a la hora de diseñar los nuevos espacios públicos.

La explanada de España es un ejemplo de espacio urbano bien ordenado, pero las fachadas de sus edificios ofrecen las cicatrices de la anti arquitectura que se practicó después de la muerte del modernismo, de las que no se ha librado ninguna de nuestras maltratadas ciudades, portuarias o no.

Al regresar al hotel, nos dedicamos a planear la visita de mañana. Tomaremos el tren que va hasta Denia por la costa. Será una experiencia interesante.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 3-06-10.

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