Hubo un libro mítico en la literatura de Empresa, mas traducido, mas reeditado que ningún otro, un auténtico best seller en su especialidad, cuyo éxito editorial fue tan importante como el del Código Da Vinci, pero mucho mas duradero, escrito por Peter Drucker, gerente de General Motors, con el título 'La Gerencia de Empresas' , en el que descubrí, hace tanto tiempo que casi lo había olvidado, la Ley 20/80.
Drucker, un hombre muy ocupado, se dio cuenta, en el ejercicio de su profesión, de que no podía atender a todo y tenía que aprender a discernir lo importante, de lo que lo era menos, para obtener el rendimiento adecuado a su limitado tiempo. Fue así como descubrió que, por ejemplo, en los negocios de distribución, el veinte por ciento de los artículos generaban el ochenta por ciento del beneficio.
Para su sorpresa, esa regularidad matemática 20/80, se repetía en escenarios distintos, en actividades diferentes, con una insistencia sorprendente, lo que le llevó a enunciar esas coincidencias, con categoría de ley, en los libros que escribió, poniendo así las bases de una teoría de la gestión empresarial que luego recibió diversos nombres, la gestión por excepciones, y alguno mas que desconozco, pero cuyo elemento central era similar al viejo refrán de la separación del grano de la paja, de la atención a lo importante, delegando lo accesorio a otros niveles de la gestión.
Sospecho que, si Drucker viviera ahora, y observara la situación actual de las sociedades y las economías europeas, enunciaría su Ley de otra manera, la Ley 80/20.
Aproximadamente, el 80% de la poblaciones de los Estados europeos mas afectados por la crisis vive, en la práctica, --sondeos sobre la confianza aparte-- de un modo muy semejante a como vivía antes de que se desatara lo que tendemos a percibir como una crisis total, pero que afecta sustancialmente a un veinte por ciento de la población.
Al menos aquí, en España, si se frecuentan lugares de ocio, Restaurantes, Garitos, Hoteles de la Costa, Chiringuitos de playa, no se nota una reducción sustancial en la afluencia de público. Eso sucede porque el ochenta por ciento de la población todavía no ha notado efectivamente en su renta disponible el efecto de la crisis. El paro alcanza el veinticinco por ciento de la población activa, pero yo hablo de porcentajes de la población total, además de que estimo que un porcentaje de no mas de un dígito de la población desempleada obtiene ingresos de la economía sumergida.
Que tenemos, pues, a la vista, una situación dramáticamente dual en la que la mayoría de la población no ha cambiado sus hábitos, y un quinto de esa misma población que se ha precipitado en niveles estadísticos de pobreza, obligada a prescindir de unos estándares de vida que ya no puede mantener.
Sospecho que esa situación dual es mas acusada en España que en otros países, si entendemos las cifras de desempleo como un indicador fiable de esa versión 80/20, de la ley de Drucker y, sin subestimar el efecto en el consumo de la sensación de falta de confianza en el futuro inmediato que, esa si, afecta a capas numerosas de población, cuando se asimilen los moderados recortes de salarios que no afectan a todos los asalariados, y se digiera el moderado aumento en los tipos del IVA, intuyo que el consumo de los trabajadores activos recuperará con rapidez su nivel, que solo caerá puntualmente.
El veinte por ciento restante, el que ha caído fulminado por la crisis, temo que tardará en recuperarse, consolidando el carácter dual de la actual sociedad española, activos/desocupados,gastadores/casi pobres, pobres/paupérrimos, y que buena parte del soporte social a esos segmentos de la población, seguirá en manos de las ONG, de Cáritas y otras instituciones, cuando no de las familias, que volverán a convertirse en extensas, en paraguas para cubrir a quienes ya no pueden seguir emancipados.
Cuánto dure esta anormalidad dual 80/20, dependerá sobre todo del acierto de las políticas públicas y empresariales para generar de nuevo empleo. Hasta ahora, ni unos ni otros, ocupados, sobre todo, en tapar agujeros de las cuentas públicas, y en salvar sus cuentas de resultados mediante el despido, se han distinguido por sus esfuerzos en esa dirección.
Esperemos que, después de que el belga ese haya dicho en Bruselas que ya no hay crisis, que por fin se ha celebrado al primer consejo ordinario de la Unión Europea, políticos y empresarios se pongan a trabajar para reconstruir el empleo.
Hay demasiada gente excluida, y seguramente nadie desea que se consolide la versión perversa de la Ley de Drucker.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-06-10.
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