La pérdida, ya consumada, del Banco de Valencia y la Caja de Ahorros del Mediterráneo, y la pérdida del control de Bancaja, en trance de completarse, se percibe en los artículos y comentarios de los medios informativos, desde hace algún tiempo, como la pérdida de NUESTRO sistema financiero, y ha dado lugar a múltiples lamentos, jaculatorias y duelos, a los que yo mismo no he sido ajeno alguna vez desde el blog.
Hoy voy a ensayar otro punto de vista. La pérdida de nuestro sistema financiero, las reacciones que ha suscitado, son la prueba de que la naturaleza humana incluye actitudes y conductas contradictorias, paradójicas y hasta risibles para un observador que las contemple desde cierta distancia.
¿No habíamos quedado en que los bancos son los malos de esta mala película que se proyecta de forma ininterrumpida desde que Lehman Brothers salió a escena, para angustia de los espectadores que no se recuperan de aquel shock?
(...)
Entre los muchos artículos publicados desde entonces sobre la crisis financiera, hay dos enfoques distintos, no del todo contradictorios. Hay quienes, con un sentido teológico de la economía financiera perciben que todos nos hemos comportado como pecadores, tanto los que prestaban, como quienes cedieron a la locura de la deuda, y por lo tanto, la receta de la austeridad debe ser aplicada a todos, sin excepción.
Otros ponen el énfasis en el comportamiento de las entidades financieras, que, por su propia naturaleza y larga experiencia en los mercados, estaban obligadas a aplicar un principio de prudencia, por delante del lucro, y no lo hicieron. Esa responsabilidad les es exigible, al igual que a los bancos centrales, que lo permitieron.
Un catedrático de universidad, J.L. Barona, lo explica así, en la 40 del 'Levante' prestado que ojeo en el Maravillas mientras tomo café con leche. Constata 'el papel de los especuladores y grandes 'lobbies' financieros en los momentos de crisis y señala la contradicción de que sean los depredadores los llamados a salvar la economía..' O sea, que, según Barona, los bancos son los malos.
Hay bancos y bancos, me dirá usted. Es cierto que la magia de las palabras altera la percepción de la naturaleza de las cosas. 'Banco de Valencia' es una expresión que inmediatamente remite a una identificación emocional con el objeto. Es nuestro banco, parece indicar, lo que no ha impedido que centenares de clientes se hayan lanzado sobre sus ventanillas para rescatar sus depósitos, precipitando así su final.
Las otras dos entidades también merecen un análisis lingüístico de su papel en la vida de nuestra comunidad. Cam, alude en su nombre al Mediterráneo, una expresión que remite a la vocación de una cultura común, compartida, lo que no ha impedido que, en nombre de esa cultura, sus gestores hayan llevado a esa entidad a la ruina.
En cambio Bancaja, renunció en su momento al nombre que la vinculaba a una ciudad, y al carácter piadoso de sus orígenes, orientado a la práctica de una obra social. Fue una entidad sin ánimo de lucro, que al cambiar el nombre incluyendo el prefijo 'Ban' ya mostró su claro reconocimiento de que el lucro es lo que mueve el mundo, y su deseo de adoptar una estructura típicamente bancaria, dejando atrás su origen centenario.
Esa entidad fue, efectivamente nuestra, con su viejo nombre de Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia, que implicaba dos cosas, que las decisiones de gestión las aprobaban los ahorradores que efectuaban allí sus depósitos, y que los propósitos piadosos enunciados en su nombre tenían su reflejo en la obra social.
En tiempos de Zaplana, creo, esa entidad dejó de ser nuestra, y pasó a ser suya, de los políticos que la secuestraron, y ahora no se sabe bien de quien va a ser, parece que de Rato, consumando así la defunción pública del último bastión de nuestro sistema financiero.
Cuando Zaplana se marchó a Madrid de ministro de trabajo, dicen los enterados que le prometió a J.L. Olivas la presidencia de Bancaja, esa entidad que por entonces ya había dejado de ser nuestra.
En la misma página citada de 'Levante', Romero pone un titular que dice 'La burbuja inmobiliaria de Olivas'. De entrada, me ha parecido exagerado. Olivas es demasiado torpe para haber montado, el solo, tan sofisticada construcción. Luego, la letra pequeña aclara que se refiere al patrimonio inmobiliario de Olivas. Me parece igualmente exagerado. Que Olivas haya acumulado seis viviendas, me recuerda a una familia aragonesa que, según mi mujer, cuando vinieron del pueblo se pusieron a limpiar escaleras y en pocos años se hicieron con un patrimonio similar, dejaron de limpiar para otros, y vivían de alquilar sus pisos a los estudiantes. Nada que pudiera derrumbar un sistema financiero.
El asunto es otro. El día cinco de diciembre hará un año que avisé en la página 'Culos Calientes' del blog, del peligro que suponía un tipo como Olivas al frente de lo mas representativo de nuestras Cajas. Es más, le pedí a Fernández Ordóñez, ya entonces, que lo defenestrara.
Ya ven, lo que no hizo entonces, lo tiene que hacer ahora, demasiado tarde. En este asunto, en particular, lamento que la audiencia del blog, al parecer, sea invisible, es decir que las recomendaciones y opiniones que en el se contienen, no tengan ningún efecto. Que se le va a hacer. También es lamentable que 'Levante' se descuelgue ahora con un mejorable artículo sobre el patrimonio inmobiliario de Olivas, y no lo hiciera en su momento para denunciar su manifiesta incompetencia para la gestión de las entidades financieras.
Mi mujer tiene una amiga cuya familia se ha visto directamente afectada por el fiasco del Banco de Valencia, no por los depósitos, sino por la pérdida de valor de las acciones que compraron de una forma temeraria dejándose aconsejar por un ejecutivo bancario.
No es mi caso, no tengo acciones de banco alguno. La pregunta que me hago es, ¿Si los bancos son los malos? ¿A que viene llorar su pérdida? Nunca han sido los nuestros, si acaso, los suyos, y si, en algún caso, son los vuestros, y os han engañado, en primer lugar, mis condolencias y, en segundo, ¿Porqué no fundamos un banco nuevo, vinculado a la banca cívica, o ética, un banco que sea realmente nuestro, en el sentido de que esté a nuestro servicio, no al de la especulación y los depredadores?
A ver si vienen por aquí los ejecutivos de esa nueva banca, se dejan ver, y tenemos, por fin, un banco nuestro.
En fin. Bancos (Nuestros, vuestros, suyos)
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)29-11-11.
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