lunes, 21 de noviembre de 2011

DemoAcracia

Antes de ir al dentista, que me ha puesto una prótesis dental que me permite comer 'como dios manda' como diría Rajoy, he bajado al Maravillas, y son tantas las opiniones que he encontrado amontonadas en el 'Levante' de hoy que analizan la realidad política pos electoral que, aunque llevo tres días sin escribir en el blog, porque me ha entrado la galvana, me apetece añadir la mía, que no se va a centrar tanto en el juego entre partidos, sino en el propio concepto de democracia.

He buscado el significado del sufijo cracia, en Wikipedia y en el Espasa, para empezar el artículo con una cierta seriedad y al parecer significa poder, gobierno, dominio. Autoridad, añado yo. Cuando nos referimos a la fuente primera de las actuales democracias occidentales, solemos mirar al pasado de la Grecia clásica, al ágora ateniense donde es un lugar común que nació la democracia, que si no lo entiendo mal es el gobierno del pueblo.

Se nos suele olvidar que aquella fue una democracia de señoritos, donde no tenían voz ni voto quienes estaban a su servicio sin sueldo alguno, les cortaban las uñas, o les pasaban la esponja por la espalda mientras se bañaban, para que fueran bien aseados a decir sus bellos discursos al ágora.

Es igualmente cierto que la democracia griega, aún limitada a los ciudadanos de buena familia, fue un hito fundamental para el progreso de la humanidad, pues dejaba atrás la autocracia, el gobierno, generalmente tiránico, de un solo hombre, y la teocracia, los gobiernos sindicados reservados a dioses y sacerdotes, que imponían sus mitos y rituales al resto de los mortales.

Para comentar la jornada pos electoral y algunas realidades de otros países de nuestro entorno, a mi no me parece mal tener en cuenta esos antecedentes históricos que, en mi opinión, permiten tratar de entender mejor --sin ánimo de explicar nada-- lo que pasa.
(...)

Una diferencia sustancial entre las democracias actuales y la griega clásica, es el sufragio universal. Sin embargo, esa característica de las democracias de nuestro tiempo parece estar en crisis, empezando por la propia Grecia, y por Italia, donde gobiernos democráticos han sido sustituidos por gobiernos tecnócratas, lo que supone, de hecho, la primacía del poder técnico sobre el poder político democrático.

En España, la mayoría de las noticias y comentarios referidos al resultado de las elecciones generales abunda en el triunfo democrático del partido de Rajoy. Pero si miras los votos que ha recibido, enseguida te das cuenta de que se trata, sobre todo, del fracaso del PSOE, porque es de ese partido de donde han huido los votos, no para engrosar los del partido de la derecha, sino para quedarse en la izquierda, convertida ahora en un mosaico fragmentado.

En realidad, lo mas notorio de la composición política de la realidad española es que tenemos un único partido que recoge los votos de todo el espectro de la derecha, tanto
la de rasgos cristianos, como la liberal, o la extrema derecha, mientras que la izquierda
está tan fragmentada que no va ser fácil que articule una oposición operativa.

Lo segundo mas notorio es el carácter de mayoría absoluta que se le ha conferido al PP a través de los votos. Sabemos, por experiencias anteriores, que las mayorías absolutas anulan el juego parlamentario que es la esencia de la democracia de partidos.

Lo tercero, o tal vez lo esencial, es que el parlamento que surja de las elecciones generales, a pesar de la mayoría absoluta del partido mas votado, puede que sea un parlamento tutelado al servicio de las decisiones de Francia y Alemania sobre lo que debemos, o no debemos hacer, en cada momento.

¿En que posición queda el elector español que no ha votado al PP?

Queda políticamente inerme, sin representación en las decisiones que una mayoría absoluta que no ha votado puede tomar, sin oposición alguna.

¿En que posición queda el partido que ejerce esa mayoría?

Teóricamente, puede proponer y aplicar las leyes que se le antoje en un parlamento bajo su dominio. Siempre que esas leyes no colisionen con los intereses marcados por Francia y Alemania. Estará obligado a legislar, en lo importante, cediendo a las presiones de los que cuentan en Europa.

¿Entonces, que democracia es esta, en la que un solo partido tiene todo el poder delegado por los ciudadanos, pero estará dramáticamente condicionado por poderes ajenos?

Sugiero que hablemos de democracia tutelada, o intervenida. Cuando una democracia necesita adjetivos, puede ser un signo de muy mal rollo, no?.

En lugar de ponerle adjetivos a la democracia, yo prefiero la Demoacracia. La acracia es la ausencia de mando, de poder, de jerarquía, lo que no implica ausencia de capacidad de decisión, sino todo lo contrario, significa la posibilidad de que las decisiones de todos, no las de un grupo minoritario, sea un clan familiar, un partido, un autócrata, una secta teocrática, sean aplicadas de modo que favorezcan el equilibrio social, en vez de su quiebra.

Durante siglos esto no ha sido posible, ahora la tecnología permite la toma de decisiones sociales autónomas por los ciudadanos sobre la mayoría de las cuestiones que nos afectan, es por primera vez viable, sin coste relevante, gracias a Internet.

Solo hay que utilizar esa tecnología como medio de consulta permanente al ciudadano, pero ninguno de los viejos partidos políticos herederos del siglo XIX se ha planteado hacerlo hasta la fecha. Aún están con el rollo de las encuestas y las chorradas de Twitter, pero ensayar una verdadera democracia directa por medios cibernéticos, no entra en sus planes.

Me importa un huevo el PP, que el PSOE se haya hundido, y no me importa la fragmentación de la izquierda, paso de nuestros ilustres parlamentarios, entre otras razones, porque ya soy mayor para que otros decidan por mi en los asuntos que me conciernen.

En ausencia de la Demoacracia, todavía no instaurada, no he tenido mas remedio que servirme de la democracia tutelada para enviar al parlamento, con mi voto, a un diputado de un partido minoritario, del que espero que me informe, puntualmente, de los chanchullos y componendas que intentan apañar allí a nuestra costa. Es todo lo que se puede esperar, por ahora, de nuestro decadente sistema parlamentario.

Hombre, también me gustaría, la verdad, que se cambiara la capitalidad política del Estado. Me da igual que la pongan en Albacete o en La Línea de la Concepción, pero que se la lleven de donde está, ya. El Real Madrid, Esperanza Aguirre y la capital del Estado en el mismo sitio, es demasiado.

En fin. Demoacracia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)21-11-11.

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