martes, 8 de noviembre de 2011

BIOMBOS

El famoso debate entre los candidatos de los dos partidos mayoritarios que se presentan a las elecciones del 20-N (vaya fecha, no?) para representar a los ciudadanos de lo que queda del país, confieso que no despertaba mi interés, no pensaba verlo, porque desde hace tiempo mi atención está mas en los partidos minoritarios, que aún no se lo que pueden dar de sí, que en los grandes, que ofrecen cada día la evidencia de que ya no dan mas de sí, pero mi mujer, que es mas militante de la política que yo, me indujo a presenciar la primera parte, y lo que vi confirmó mis peores presagios.

Ver a Rajoy, que siempre me recuerda un retrato del siglo diecinueve, hacer de registrador de la propiedad, cuando se refiere a que los socialistas han dilapidado la herencia que recibieron de la derecha, y justificar ya, lo difícil que va a resultar gestionar el legado envenenado que el Partido Popular va a recibir presuntamente ahora, si los votantes se inclinan por la derecha, es la clara expresión de la obsesión profesional que tiene este hombre por el derecho sucesorio.
(...)
Escuchar a este político de otro siglo, perdedor nato, a quien las urnas pueden convertir en ganador sin el menor mérito suyo, intentar conseguir votos con el argumento de que el gobierno central se ha dado a la orgía y el desenfreno del gasto público, cuando su partido, que gobierna aquí, es el campeón nacional del despilfarro y la corrupción, hasta el punto de que está bajo vigilancia por sus excesos, es una clara demostración del cinismo que habita la política.

Por otra parte, escuchar a Rubalcaba, el candidato del otro partido 'grande' entre comillas, con su aire de encantador de serpientes con puesto fijo en la plaza de Yemma elf Na, repetir una y otra vez lo que va a hacer su partido, en flagrante contradicción con lo que efectivamente ha hecho hasta ahora, pues, que quieren que les diga, confirma mi inclinación por confiar en los minoritarios.

De modo que, si me preguntan quien ha ganado el debate, no lo sé, aunque si estoy seguro de quien lo ha perdido, nosotros los electores, sin lugar a dudas.

Ha sido una lástima que este debate a dos, que ha reducido a un par la diversidad del electorado, no haya sido acompañado por la presencia, en otra pantalla alternativa, de las otras opciones electorales. Debe ser porque las encuestas predicen un considerable aumento de los diputados de estos partidos, y el debate a dos ha sido, entre otras cosas, un intento de frenar esa tendencia. ¿El duopolio bipartidista comienza a resquebrajarse? No sé.

Igual, al paso que va la sismología, el día veinte estalla el volcán de la Restinga
y resta protagonismo a Rubalcaba y Rajoy, ese par de comediantes que, en mi opinión, estarían mejor en un asilo para cómicos, junto con otros de su generación, dejando paso a otros menos comprometidos con el sistema, mas innovadores.

Pero, de lo que quiero hablar hoy es de biombos. Siempre me han fascinado los biombos, incluso hubo una etapa de mi vida en la que estaba inmerso en una crisis seria, y echaba en falta una casa sin tabiques, donde la separación entre estancias se redujera a la presencia de unos biombos, como en esas casas orientales que salían en alguna peli de Marlon Brando, donde todo el mundo iba descalzo, las puertas eran correderas, decoradas con
cerezos en flor y la gente se sentaba en el suelo para tomar el té.

Desde la distancia temporal, aquella necesidad mía de una casa sin tabiques, se me antoja
la expresión de una insatisfacción íntima, un deseo de escapar de una situación opresiva que, probablemente, solo estaba en mi imaginación.

Cuando trabajé en otras cosas --no siempre me he dedicado al blog--visitaba con frecuencia por razones profesionales la oficina de Jorge, un consultor fiscal de prestigio, y siempre me llamaba la atención el biombo que tenía en su despacho, decorado con acciones de Altos Hornos de Sagunto,que no tenían ya ningún valor, porque la compañía falleció a causa de la letal reconversión industrial que hizo, ¿Lo adivinan?, el PSOE, un partido especializado en hacer el trabajo sucio a la derecha.

La derecha de aquí está intentando vender ahora a los chinos los parques temáticos, ya se lo dije, y los presuntos compradores han dicho que Valencia les parece La Perla del Mediterráneo. Yo no me fiaría. Eso de la perla, recuerda el lenguaje filibustero de las películas de Johnny Depp

Aquí no solo gobierna una derecha que tiene el raro privilegio de haber constituido uno de los peores gobiernos autonómicos de la historia de la democracia, sino que tenemos una burguesía de mierda que no sabe gestionar bancos, hasta el punto de que las acciones del Banco de Valencia cuestan ochenta céntimos. Con eso no pagas ni el papel.

Estoy pensando en adquirir tres docenas de esas acciones de escaso valor, ir a Ikea a comprar un biombo chino y decorarlo con ellas. Por fin, podré tirar un tabique para unir el salón con el vestíbulo, dejando la sutil separación solo sugerida por ese biombo. Decorado con la prueba material del fracaso financiero de esta comunidad, de sus políticos, de sus supuestos prohombres, será el objeto mas decadente que se pueda imaginar.
Como en la película de Brando.

Lástima que hasta las acciones son virtuales ahora, ya no te dan ni el papel.

En fin. Biombos.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 8-11-11.

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