He bajado al bar de los locos --es domingo-- bajo una fina lluvia, vestido de pana por los viejos tiempos, porque aquí cerca se celebra un mitin de políticos rojillos desteñidos, que combinan la agresividad verbal de Guerra con la abyecta sumisión de su partido a los dictados de los poderes financieros, aunque, puestos a elegir, igual es peor la militancia calvinista de las huestes de sofá y puro. Siempre nos quedará Compromís. Los del PSPV están acojonados por si el 'efecto Compromís' termina dándoles por el culo.
(...)
1.- Mientras llega la prensa --hoy trae el libro sobre Sorolla, lleno de estampitas, gratis--he fumado un cigarrillo dentro del bar --dejan fumar-- por el puro placer de la transgresión impune.
Ha llegado 'Levante', he comenzado por el final. La soberbia columna que nos ofrece hoy Javier Cuervo, 'El regreso de los moloquitas' es una bella y terrible metáfora de la realidad del poder y una muestra del mejor periodismo que se hace ahora mismo. No se lo pierdan.
2.- He estado ausente del blog un par de días, porque hemos decidido ignorar las predicciones meteorológicas adversas y estar presentes en el singular espectáculo cromático que ofrece el otoño en la casa de la sierra, y disfrutarlo junto a unos amigos que nos han acompañado.
Esa estancia me ha inspirado un par de cosas, esta página que intenta ser una mera descripción pictórica, y las notas manuscritas para un tratado sobre Anatomía de la Pedantería, que pienso guardar en una caja fuerte hasta después de mi óbito.
Los rojos de las viñas, desnudas ya de frutos, sus hojas moteadas de ocres y de pardos. No daré mas detalles. Las viñas, frente a la casa, son simplemente, rojas.
"Los verdes del olivar, cargado ya de aceitunas (Novecientos años antes, unas gotas de ese aceite, derramadas de la alcuza, resbalan sobre piel mora, y el moro las acaricia, como se acaricia ahora) y otros verdes, otros verdes, una variedad de verdes, que trepan por la colina, hasta alcanzar la arboleda, en los lomos de la sierra."
Al fondo, pardos y negros. El azul oscuro casi negro de las colinas mas lejanas, con su relieve dibujado con un trazo que parece exacto al que Van Gogh empleó en sus paisajes de Auvers, y en el horizonte los negros nubarrones de la masa tempestuosa que culmina el concierto cromático de este mágico día de otoño, con la percusión latente de la tormenta cercana.
No voy a revelar donde está esa casa. El aforo es limitado y no hay que tirar piedras al propio tejado.
Sin pretenderlo, esta combinación cromática del paisaje serrano evoca, ahora, después de hojear la prensa, las alternativas de la próxima fiesta? electoral. Elegiré entre verdes y rojos desteñidos, el azul oscuro casi negro, solo me interesa en el cine.
En fin. Rojos, verdes, negros.
(Esta página ha salido un poco rara, ¿no?. ¿Donde la pongo?. La pondré en Artículos y Ensayos, que mas da.)
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 6-11-11.
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