He bajado al quiosco bar y, después de tomar un café de botella de plástico, porque la cafetera de este negocio mixto que está en situación de trapaso fue embargada hace tiempo, he comprado el 'Levante' y al volver a casa,
en la cabina del ascensor, que olía a apio, -alguien hace cocido en la finca- he leído la columna de Millás.
Siempre la leo, salvo cuando la sustituyen por un anuncio de electrodomésticos, pero no siempre la comento.
Hoy lo hago porque me ha inspirado una metáfora que creo que da mucho juego. El abismo.
Dice Millás, comparando la percepción de la autoridad con la percepción del ciudadano que 'entre lo que vemos unos y lo que dicen otros hay un abismo de naturaleza tan profunda... ' y luego se maravilla de que, finalmente, después de los informes de la policía, y transcurrido un mes, la realidad oficial coincidiera con la realidad 'real', lo que hemos visto unos y otros, el apaleamiento mortal de un ciudadano, al parecer algo díscolo, por 8 Mossos d'Esquadra. Millás termina su columna con la expresión, 'Podría ser el principio de algo'.
(...)
Hablando de abismos, lo primero que se me ocurre es que no todos son iguales. Está el abismo señalado por Millás que es una metáfora de la separación entre el mundo de quienes gobiernan y el de los gobernados. Luego están los abismos físicos, geológica y geográficamente muy diferentes.
Podemos imaginar un abismo junto a una sima separada
de cualquier mundo habitado en el que, si te despeñas, no hay modo de llegar a parte alguna conocida.
Hay otros abismos, en cambio, que separan una meseta de otra, relativamente cercana, cuya distancia permite a algún funambulista habilidoso cruzar de un lado a otro con una pértiga que le ayuda a mantener el equilibrio sobre el bramante por el que camina para salvar el vacío.
De ambos tipos de abismo, los salvables y los imposibles de eludir, se pueden extraer metáforas interesantes, tanto para la vida política, como para la vida cotidiana ajena al poder. Supongo, si es cierto lo que dice el titular de la primera
de 'Levante' de hoy, 'Los trabajadores ofrecen en secreto un pacto al conseller Castellano que evite el cierre de la
televisión pública' que esas ofertas privadas, no sabemos si atendidas, giran alrededor de la cuestión central de la naturaleza del abismo en el que está suspendida RTVV.
¿Es algo irreversible, por su propia naturaleza, el cierre de RTVV, que Fabra ha calificado de innegociable? ¿No es otra cosa, pues siendo como es un ente político RTVV, su supervivencia, con las correcciones que proceda, ese abismo que separa a unos y otros es, sobre todo, una cuestión de voluntad política?.
El argumento que dio Fabra para el cierre, tan absurdo, de que la cifra necesaria para reflotar RTVV exigiría el cierre de hospitales y colegios, o su no apertura, es tan falaz, y se nota tanto que se lo ha deslizado al oído algún especialista económico, pues Fabra se ha referido directamente al concepto de coste de oportunidad de la inversión,
olvidando que ese mismo argumento apunta al Aeropuerto de Castellón, a la Fórmula 1 y a tantos dislates
que, por si solos, de haberse evitado su coste de oportunidad, habrían impedido los 'ajustes' en sanidad, educación y dependencia, que este falso argumento indica que el propio Fabra está suspendido en un abismo de incompetencia, del que no se cuanto tardará en caer, lo que decidan los de su propio partido que, de momento, aun lo sostienen.
Mientras eso sucede, los que están a ambos lados de la meseta, no se si con disposición de negociar o no, deberían esforzarse por llegar a un acuerdo de mínimos, pues no es solo la plantilla de RTVV lo que está en juego, sino miles de empleos más, vinculados al sector audiovisual valenciano, productores, actores, suministradores de diversos servicios, una multitud que está a punto de caer despeñada por el abismo, si no se impone el sentido común.
En fin. Abismos.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9-11-13.
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