PELUQUERÍA LIBANESA

Hoy es miércoles. Como todos los miércoles, cuando no estamos de viaje, hay comida familiar en casa. Vienen nuestros hijos y Encarna prepara la cazuela de arroz al horno, y algunas entradas. Como ahora le toca gimnasia los miércoles, además de las obligaciones gastronómicas que ella misma ha contraído, me ha mandado al mercado de Russafa, a por alguna cosa, porque no tiene tiempo para todo.

--Trae una sepia mediana, cuatro bacaladitos y una lechuga.

Como en el puesto habitual eran muy pequeños, he comprado la sepia, y los bacaladitos en otra parte, luego la lechuga, que me ha costado cinco céntimos menos, porque era algo mas pequeña que de costumbre. Cumplido el mandado, he ido a la peluquería.

(...)
Ayer estuvimos en la presentación del libro de Miguel que registró un lleno absoluto, hasta el punto de que el aforo fue insuficiente y hubo gente que quedó de pie, junto a la puerta. Una mirada a los asistentes, la mayoría ya talluditos, confirmó a mi mujer en la idea que me venía repitiendo hace días. Ese pelo que llevas, esas guedejas, te las tienes que cortar, ya. 

Yo no me casé contigo para tener a mi lado, con el paso del tiempo, a un señor tan antiguo. Ves, mira a tus colegas de tertulia, al público en general, ¿que ves?. --Yo nada, a la gente de siempre. --Pero, no ves que todos llevan el pelo corto, aseado, y que eso les da un aire de personas enérgicas, al día... 

Total que, esta mañana, al volver del mercado, he ido a buscar una peluquería, después de convenir con mi mujer que a ella le gustan los tipos de aspecto enérgico, pero yo no soy partidario, para mi, de crestas y colorines, así que hemos llegado a un acuerdo, seguiré mostrando mi aspecto de señor antiguo, pero con el pelo corto. 

He recorrido la avenida mas cercana del barrio en dos sentidos, he desestimado la peluqueria de una tal Lola, porque no era unisex, y finalmente he encontrado una peluquería de caballeros en la que no había estado nunca.

He pegado la hebra con el peluquero --¿Cuanto hace que tenéis abierto..? --Mi jefe, que es libanés, veinte años, yo vengo de Siria y hace seis meses que trabajo aquí. Mientras el joven hacía su trabajo --lo quiero corto, para no peinarme, sin raya, acabado a tijera-- hemos conversado un poco.

 --El país de tu jefe, Líbano, lo conocemos aquí gracias a la periodista Maruja Torres, que ha escrito mucho sobre el, y al parecer ha tenido vínculos con gente de allí. --¿Te acuerdas de esa película de tres chicas libanesas que transcurre en una peluquería de Beirut?...-Claro, muy divertida (a continuación, citó su título en inglés, que no recuerdo).

Después ha llegado el jefe libanés, acompañado de otra persona, y los tres se han puesto a hablar en árabe, conversación de la que no puedo dar cuenta, porque solo me suena aquello de Salam Aleikum, Aliekum Salam.

Se lo he dicho al peluquero, el único país árabe que conozco es Marruecos, lo visité hace veinte años y me gustó mucho, pero de Oriente Medio no conozco nada, solo tengo la sensación, por la prensa, de que están en conflicto permanente, de que no tienen muchas épocas de tranquilidad, no sé, tal vez sea una sensación falsa, por la lejanía cultural y física.

Cuando el peluquero ha terminado su trabajo, el jefe libanés me ha preguntado en un castellano perfecto ¿Eres jubilado?. He contestado con un gesto que quería decir, -tío, no es evidente?..Entonces son cinco euros, precio especial para jubilados...--No lo he visto en la pizarra de fuera, cóbrate siete, le he dicho al sirio. 

Después me he mirado al espejo. El tío que me miraba desde allí, con un uniforme adecuado, podría pasar por un comandante de Marines, con esa cabeza rasurada tan energética. Seguro que a mi mujer le gusta, ya teneis un cliente fijo más, si. 

¿Porqué estoy contando estas chorradas? ¿Porque nunca había estado en una peluquería libanesa? ¿Porque estoy hasta los huevos de las noticias sobre política y no me apetece comentarlas? No sé. 

En fin. Peluquería libanesa.


LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27-11-13.