lunes, 18 de noviembre de 2013

MARATON

Ayer, domingo, me acerqué al escenario de la llegada de los miles de corredores que se acercaban a la meta después de haber superado la agotadora prueba de correr el Maratón, cuarenta y dos no se que kilómetros, una barbaridad, en el circuito urbano de Heliópolis, una prueba atlética recuperada por el Barón de Coubertin cuando reinventó las Olimpiadas, que al parecer tiene su origen en el mito de la gesta del soldado griego Filípides en la batalla de Maratón que da nombre a este suceso deportivo.

Confieso que no soy deportista, abandoné el ejercicio físico a los quince años y hace poco me juré a mi mismo no correr para pillar el autobús cuando está a punto de escaparse de la parada, porque, si luego vendrá otro, para que correr tras el que se escapa.

Y es que mi sentido del tiempo ha cambiado con la edad, sin darme cuenta me he vuelto mas contemplativo, menos competitivo, lo que se puede entender mejor leyendo la página del blog 'Las horas del día', una reflexión sobre el uso del tiempo en las distintas etapas de la vida que describe esa sensación.
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Mi falta de entusiasmo por la práctica del deporte no impide que exprese ahora mi admiración por lo que vi ayer. Un ambiente magnífico, con el escenario de la prueba lleno de gente, dicen que han participado unos veinte mil corredores, aunque no me he enterado bien si diez mil en la Maratón y otros diez mil en otra prueba. Viendo los familiares y amigos que animaban a cada corredor desde las gradas, y junto a los pasillos por los que transcurría la carrera, estimo que estaban presentes, entre participantes y acompañantes, unas sesenta mil personas.

Algo que me llamó la atención fue el carácter cosmopolita de la prueba, junto a la gente de aquí, escuché a gente de todas las nacionalidades, italianos, franceses, escandinavos, africanos, madrileños, animando a los corredores, de ambos sexos, y de todas las edades. 

He leído en alguna parte que el Maratón de ayer fue la mas rápida de las pruebas de este estilo que se celebran en diferentes lugares, y es que el clima acompañó mucho, junto al trazado plano de la ciudad, pues, a pesar de las amenazas de tormenta, la prueba transcurrió bajo un tiempo soleado y sin viento.

Cuando se puso de moda correr por los parques, como una necesidad personal de ponerse en forma para afrontar la competitividad creciente de una sociedad cada vez mas exigente con la calidad de sus individuos, una amiga enfermera me dijo que como consecuencia de esa moda, estaban llegando a los hospitales cadáveres cada vez mas hermosos, muy bronceados, musculados, sin un gramo de grasa, pero casi siempre víctimas de accidentes cardio vasculares derivados de esfuerzos mal calculados.

En el escenario de la Maratón de ayer pude ver una extensa carpa, dispuesta debajo de un puente, donde docenas de corredores eran atendidos para paliar las consecuencias de la falta de relación entre sus capacidades y sus esfuerzos, y mas tarde, mientras esperaba, inutilmente, el autobús, que aunque en la parada había bastantes atletas esperando que habían participado en el evento, nunca apareció, vi salir varias ambulancias del recinto donde concluyó la prueba.Tratándose de una batalla, lo que se evoca, la de Maratón, no me extrañó el uso de camillas y ambulancias. 

Dejando aparte este aspecto de atención sanitaria a las víctimas, lógico, pues se trata de una prueba de esfuerzo, la presencia de los DJ, de los animadores, le dio un aire de fiesta al acontecimiento, en el que era fácil integrarse, después de aplaudir a los corredores, haces cola en el cercano quiosco, te tomas una cerveza, y te reconcilias con el mundo, agradeces a toda la gente que ha venido aquí a participar, o a pasárselo bien, su presencia en la ciudad y que hayan convertido en una fiesta, bajo un cielo soleado y sin viento, lo que parecía que iba a ser un día tormentoso y aburrido.

 En fin. Maratón. 

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 18-11-13.

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