viernes, 30 de mayo de 2014

ESTILO Y LENGUAJE

No vayan a pensar que, a estas alturas, trato de convertirme en un escritor de estilo, tipo Salinger, Joyce o Julián Ríos, solo porque haya dejado de usar los interrogantes, sustituyéndolos por unos puntitos enigmáticos, o al señalar algo fuera de contexto en una frase, prescinda de los guiones y me limite a las comas, no. Es que el jodido teclado se ha roto y no hay forma de arrancarle nada salvo lo elemental, los caracteres alfabéticos.

Lo peor han sido los paréntesis. Antes encerrabas una palabra, o una frase, entre dos curvas simétricas, tan sugerentes, tan eróticas, y el ordenador echaba humo. Ahora, con una de esas dos medias nalgas estropeada, el resultado es extraño, deprimente, como una expresión asexuada, desprovista de calor. La madre que parió al jodido teclado.

No echo en falta, sin embargo, los signos de admiración, nunca los empleo, cuando quiero enfatizar algo, por ejemplo un calificativo a un político que lo merece, nada de signos de admiración, le llamo, simplemente, casposo, que me parece muy rotundo, sin añadidos.
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En lo que no ha cambiado mi lenguaje es en mi tendencia al insulto, cuando considero que el insultado lo merece. No me importa repetir el origen de esta especie de disociación en mi lenguaje, por un lado una parte analítica, racional, lógica, por otra ese lado irracional, bruto, algo rural, que tiene. 

Sospecho que esa dicotomía inarmónica tiene su origen en la variedad tan distinta que hay entre dos ramas de mi familia, una rural, que quemaba encinas en la Sierra de Espadan, otra urbana, con varias generaciones de libertarios cultos y curtidos en la percepción analítica de los problemas, y en la defensa de sus soluciones desde la perspectiva libertaria. 

Esto, por cuanto se refiere a mis origenes, luego lo que he leído, en particular el Diccionario Secreto de Cela, me hizo decantarme muy pronto por la escatología como recurso literario, quizas en mayor medida que la mayoría de la gente que se dedica a esto de la escritura, sea en papel, o en soporte virtual. 

En todo caso, estilo y lenguaje, creo yo, deben ponerse al servicio de un fin determinado, no es necesario que constituyan un fin en si mismo. Yo diría que, ahora mismo, la finalidad del blog es cada día mas constituirse en altavoz, mas de las denuncias ajenas que de las propias, porque uno no es diputado ni está cerca de donde se cuecen las cosas, así que solo le queda la función de devolver el eco de lo que dicen que pasa por ahí.

Puede parecer algo insignificante, innecesario, inútil, pero si juzgamos por el tremendo estruendo de la protesta colectiva, que se ha traducido en la pérdida de millones de votos para los abusadores de la caspa dominante, algo habremos conseguido los que militamos, de una u otra manera, en el frente de los críticos. 

En fin. Estilo y Lenguaje. 

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 30 05 14.

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