sábado, 17 de mayo de 2014

UN VIÑEDO EN LA TOSCANA

Algo saturado por el eco repetitivo de la información de contenido político, económico y financiero que emana de los conglomerados monopolistas que la controlan, y motivaron la entrada de ayer, Leyes anti monopolio, me sumerjo en las cien primeras páginas, un tercio de su contenido, del libro que le he trincado a Encarna, quien lo sacó de la biblioteca, Un viñedo en la Toscana, de Ferenc Máté, en busca de un ritual sanador y lo he encontrado, sí, gracias a Máté.

Máté es un escritor de origen húngaro, muy viajado, que ha residido en lugares tan distintos y distantes como Vancouver, Nueva York, Roma y París, y en esta novela nos cuenta, con un lenguaja lineal y sencillo, no exento de humor y poesía, sus impresiones y avatares desde el momento en el que decide residir en la Toscana hasta que consigue crear una bodega de prestigio.

Mi identificación con la historia ha sido fácil, porque durante quince años trabajé en uno de los grupos vinateros mas importantes del país, y hace mas de una década cometí la misma locura que Máté, adquirir la propiedad de una vieja casa en una zona de producción vitícola, cuya reconstrucción parecía fácil, pero cuya culminación se ha prolongado en el tiempo durante mas de un decenio, y aún no ha concluído, eso que yo nunca ambicioné convertirla en una bodega.
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El estilo de Máté es de una limpieza lineal que se agradece. El capítulo dedicado al trasiego, que el llama decantación, del vino contenido en unas garrafas de cincuenta litros a las barricas de roble, es, desternillante, y la profundidad sicológica de su análisis de los tipos toscanos, en oposición a los romanos, su descripción de las negociaciones cuando trata de comprar un viñedo, tienen la virtud de prescindir de adjetivos y sustantivos raros, de origen mas o menos barroco, construyendo una narración que te hace deslizarte por un camino cómodo entre la trama, mientras contemplas el bello entorno del paisaje toscano y disfrutas una sensación muy placentera. 

Como me sucedió con el libro de Bernardo Atxaga, Siete casas en francia, me he tragado las cien primeras páginas del libro de una vez, pero, en este caso, al ser el tema mas placentero, el amor al vino, la belleza clásica del paisaje toscano, la narración naturalista y poética de Máté, son elementos que producen un efecto catártico en el lector, y lo trasladan a un universo agradable, alejado de las miserias cotidianas. 

Reproduzco el fragmento encontrado en una página del libro, al azar, la 102, que refleja muy bien el carácter mundano y la bonhomía del narrador.

¨Mantua es mágica. Rodeada por tres lagos, fue hace tiempo una ciudad empantanada, que dependía tanto de los canales como Venecia. Aunque los canales se secaron hace tiempo, las piazze, los palazzi y las iglesias se mantienen. Mucha gente considera los trabajos de Mantegna, Pisanello y Giulio Romano como los tesoros mas importantes de Mantua. Debo confesar que para mi la más destacable contribución de los mantuanos a la cultura mundial son los raviolini de zucca )calabacín). Si eso suena sacrílego, solo hay que probarlos con un poco de mantequilla derritiéndose en la base para cambiar de idea.¨ 

Si desean saber algo mas de Máté, y de la Toscana, solo tienen que tomar en préstamo de su biblioteca el libro, editado por Seix Barral que, a juzgar por los registros de los préstamos anteriores, está disponible desde hace poco tiempo. 

En fin. Un viñedo en la Toscana. 

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 17 05 14.

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