jueves, 22 de mayo de 2014

TOROS

He bajado al Maravillas, me he papeado desde la primera hasta la última de las páginas de Levante, y solo me ha llamado la atención una ausencia. No he visto ninguna foto de la tremenda cogida sufrida por el diestro Mora en la plaza de Las Ventas, al recibir al toro a Porta Gayola, de rodillas frente a la salida del toril, solo armado con su capote, que le habría costado la vida de suceder en el campo o en alguna plaza mal dotada de instrumentos quirúrgicos.

El toro, después de romper la vena femoral del diestro, lo dejó para el arrastre, era el primer toro de la tarde, en el segundo, ya habían caído lesionados los otros dos diestros, y hubo que dar la corrida por terminada, algo insólito en la historia reciente de la tauromaquia residual.

La fotografía taurina fue un capítulo importante del fotoperiodismo, del que el máximo representante fue, en su tiempo,Finezas, que publicó en Levante durante décadas. No se si la fotografía taurina ha desaparecido del todo, o es, simplemente, que Levante dedica una página semanal a esta afición declinante, que produce un cierto rechazo social en una parte del público, y reserva la información para ese monográfico.
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Ni en sueños pensaba escribir hoy de toros, pero las imágenes servidas por televisión de ese suceso terrorífico, a Mora hubieron de transfundirle sangre dos veces, para que no acabara como Paquirri, y los otros dos diestros se vieron con lesiones como de futbolistas, incapacitados para su función, me causaron una honda impresión, y eso que mis experiencias en el mundo del toro han sido pocas, puntuales y separadas en el tiempo, y en el blog, en siete años, creo haber escrito un par de crónicas, una de una visita a Ronda, otra sobre la Fiesta de los Amantes, en Teruel, que tiene un componente taurino callejero. 

Mi primer contacto con el mundo taurino sucedió en mi niñez cuando mi padre, que era estibador, se empeñó en que aprendiera toreo de salón con un saco de yute. Entonces, la profesión de matador de toros tenía tanto prestigio como la de presidente del Deustche Bank antes de la crisis, y es natural que los padres quisieran lo mejor para sus hijos. 

Aquello no funcionó y de mayor me hice economista, que resultó incluso peor que matador de toros. Solo he estado una vez en una plaza de toros cuando se celebraba un festejo, una novillada creo, porque me llevaron mis mayores, y solo recuerdo el cromatismo de la plaza llena de gente vestida de colorines, pero luego, cuando visité Ronda, hace una década, me impresionó hondamente la potencia estética de un ruedo vacío, mientras intentaba una verónica con mi gabardina para una foto.

Fue en esa visita cuando percibí con claridad la fuerza mítica de ese animal, materializada en el cráneo de Uru que se conserva en ese museo taurino. Un animal prehistórico, predecesor del toro de dehesa actual, de una dimensión que recuerda mas al bisonte americano que al toro andaluz. 

Al verlo, intuí inmediatamente que Picasso, que se crió en Málaga, debió tener esa misma sensación cuando le llevaran de niño a verlo, y esa debe ser la causa de la omnipresencia de ese animal mítico en su pintura. 

Todo esto, según lo mires, puede tener un aire hasta de tragedia clásica, la muerte presente en el ruedo, en forma de animal mítico, el Uru de Ronda, Picasso. Con todo esto, seguro que Buñuel si viviera, haría un película de puta madre, no como la peli que vi el lunes, los Ocho apellidos que, siendo una comedieta que está bien, no puedo entender como ha estado nueve semanas en cartel, salvo que haya pillado al público con unas ganas locas de reirse un poco. 

Un aspecto mítico del toro, mas actual, es contemplar como Rusia y China clavan la puntilla al toro de Europa,  con su acuerdo para treinta años en asuntos gasísticos, dejando al toro, antes poderoso, reducido al símbolo de una cultura antigua, pero impotente para liderar asuntos políticos,
económicos y financieros, que quizá solo sirva en el futuro para guisar su rabo con vino generoso.

Ahora las plazas de toros están vacías, sobre todo desde que Gurthel ya no está para pagar los mitines del PP, pero, de vez en cuando, surgen héroes temerarios dispuestos a arriesgar su vida recibiendo de rodillas, solo con un capote, la fuerza desatada de una fiera salvaje, que les pasa por encima, los arrolla, los cornea y les rompe el cuerpo por los lugares mas peligrosos. 

Entrevistado el apoderado del diestro, dijo que eso es así por la presión de la competencia. Ya estamos con eso. Hay que denunciar, de una vez, ese malentendido darwiniano, la competencia, la supervivencia del mas fuerte, que tiene su origen en una interpretación sesgada del Origen de las Especies. Es un concepto que oculta que, así como hay especies competitivas, hay otras cooperadoras, y en ningún sitio está escrito que la competencia, en lugar de la cooperación, sea la mejor formula para el equilibrio de la vida. Es solo una opción, entre otras, joder. 

No quisiera dar la impresión de que soy un defensor o un enemigo de la tauromaquia, pero me lo pasé muy bien en Teruel con el toro ensogado, es decir, controlado con cuerdas, no sueltos como le gustan a Serafín Castellano, els bous al carrer, el último se llevó por delante a un chico que salía de casa de su abuela. Serafín, que bruto eres, por tu incompetencia cada año se pierden miles de hectáreas en los incendios que nos asolan, y algunas vidas por tu absurda afición a los toros sin control. Si Buñuel volviera para hacer su película, debería incluir a los serafines, como elemento surrealista. 

 En fin. Toros.

  LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 22 05 14.

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