viernes, 30 de mayo de 2014

LA CAJA NEGRA

He bajado al Maravillas y, después de decir algunas tonterías y rememorar con Tony el asunto de las tierras florentinas y la reina merchera, que quienes conocen bien el blog recordarán, he dado un vistazo, rápido porque hoy tengo cosas que hacer, a la prensa del día.

Me ha llamado la atención la expresión Caja Negra, en un titular. Al parecer se refiere a ese dispositivo instalado en los medios de transporte terrestre o aéreo, no se si marítimo, que tiene la función de registrar datos y conservarlos para determinar las causas de siniestro y facilitar la investigación posterior en caso de accidente.

Sin embargo, si retrocedo en el tiempo, también se llamaba caja negra, allá por los setenta, en una gran empresa vinatera en la que trabajé, a la que recibía dinero negro por ventas no declaradas a clientes de Baleares, que luego se blanqueaba pagando parte de los salarios con esos fondos, de modo que lo que entraba en negro, luego desaparecía sin dejar rastro.

Efectivamente, como habrán supuesto, nos daban unos sobres con dinero en efectivo, como parte del salario. A ambas cosas me voy a referir en esta entrada, a la caja negra como elemento esclarecedor de los siniestros, y a la caja negra de efectivo, llamada ahora Caja B, de la que Bárcenas pasa por ser el inventor, pero que hubo un periodo histórico en este país en que era tan corriente como las patatas fritas. ....

He leído en la prensa que la empresa que fabricó la caja negra de los vagones siniestrados en el accidente del Metro en Valencia, hace ocho años, que causó numerosas víctimas, entre ellas 43 víctimas mortales, ha certificado que el estado actual de la caja, limpia de contenidos, es imposible que se deba a causas accidentales, es decir, que sus datos han tenido que ser blanqueados, borrados, por mano humana. 

He acompañado a la asociación de víctimas en los actos convocados en la plaza de la Virgen en diversas ocasiones, pero reconozco que empecé a hacerlo cuando un medio de comunicación puso de actualidad esta tragedia, lamentablemente olvidada. 

La coherencia de la gente de la asociación, aguantando ocho años la indiferencia de poderes y ciudadanía hacia su reivindicación, es digna de respeto. De mucho respeto. Al final han conseguido que la Audiencia reabra el caso y recrimine a la juez las muchas chapuzas de su instrucción, al dar el asunto por cancelado al echar la culpa al muerto, el maquinista, cuando ahora sabemos que hubo una auténtica trama para manipular los hechos, desde las declaraciones amañadas de los técnicos, hasta la manipulación de la caja negra. 

Si quienes nos quejamos de modo cotidiano de la perversión de la política, tuviéramos el coraje que ha tenido esta gente, una tarde tras otra, un año tras otro, en defensa de sus reivindicaciones, las cosas serían, ya, de otra manera. 

Ocho años antes de que los medios de comunicación descubran a Podemos como otro modo de organización ciudadana, la asociación de víctimas del metro, ya estaba ahí, y nunca se ha rendido.

Otra cosa es la caja negra que yo conocí en los setenta. La compañía para la que trabajaba, la primera firma exportadora del sector vínico entonces, ya he dicho qué prácticas seguía con el dinero negro, supongo que entonces eso era moneda corriente en gran parte de las empresas, fue adquirida por una gran empresa que cotizaba en bolsa, participada por el BBVA. 

Esa adquisición se hizo de un modo muy discreto, comprando, paquete a paquete, las acciones que estaban en manos de exportadores valencianos, sin que ningún vendedor conociera de las transacciones de sus colegas. 

Mientras se producía ese proceso, los políticos de aquí de entonces presumían de una empresa netamente valenciana, en sus protocolos y saraos, cuando en realidad ya era vasca.

Cuando se culminó ese proceso de cambio de propiedad, una de las primeras decisiones que tomaron los nuevos dueños, además de mantener al presidente en su sillón, una de las condiciones de la transacción, fue cercenar de raíz la caja negra, o caja b, porque pensaban que una gran empresa que cotizaba en bolsa, no podía permitir ese chanchullo, sobre todo, porque era un chanchullo muy pequeño, comparado con la dimensión del grupo.

Esta historia vinatera no es inventada, aunque la Empresa ya no existe. La prueba material de que existió y se vinculó a los negocios vascos, está en el botellero. Es una botella de Rioja, Marqués de Villamagna, Gran Reserva, cuyo vino se cosechó hace algo mas de 43 años.

Cuando oigo hablar ahora de los chanchullos de Bárcenas, sobres y demás, me acuerdo de la época en la que eran multitud las Entidades que jugaban a eso, pero no entiendo como no hubo alguien en el Partido Popular que dijera, un partido como el nuestro, que cotiza tan alto en la bolsa electoral, no puede tolerar esos chanchullos. No lo hubo, o no le hicieron caso.

En fin. La Caja Negra.
LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 30 05 14.

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