jueves, 8 de mayo de 2014

MUJERES REPUBLICANAS

La semana pasada tuve la ocurrencia de citar en el Aula de Comunicación a la que asisto los lunes y miércoles, cada semana, el documental Las Maestras de la República, que se presentó en salas de cine y cuyo CD ha aparecido en mi casa por conducto de un sindicato al que nunca estuve afiliado.

Ana, la profesora, se interesó por el tema y me pidió que llevara el CD, que ha sido proyectado en el aula, a distintos grupos, en diferentes horarios. Ayer coincidí con Pepa, una compañera de otro grupo, en las escaleras a la salida del centro, y me felicitó efusivamente por la iniciativa.

Yo, sin embargo, me arrepentí enseguida de haberlo llevado, junto a un ejemplar de Le Monde Diplomatic, que lleva un artículo de Ignacio Ramonet sobre el poder y el control en el mundo digital de la comunicación, también comentado en el aula, por lo que sucedió en el coloquio posterior a la presentación del documental.
....
Ese documental, yo ya lo había visto en casa, en el segundo visionado, me pareció demasiado anclado en lo emocional. El responsable de su edición, ignoro quien es realmente, ha prescindido del rigor periodístico de presentar testimonios contradictorios al relatar la historia, y al final, la sentida declaración de una maestra retirada, que no puede contener el llanto al rememorar como con sus padres muertos su tía se hace cargo de ella y, recién terminada la guerra, se asoma al balcón para cumplir, por un instinto de supervivencia, con las consignas fascistas de moda, mientras ella, la niña que todavía no es maestra, grita su verdad trágica en público, negando la legitimidad de los vencedores. 

Esa secuencia, que prácticamente cierra el documental, es un concentrado de emociones, con una carga tal, que cualquiera se siente perturbado al contemplarla, pero el mundo de las emociones, a diferencia del testimonio histórico contrastado con fuentes plurales, puede ser traicionero. 

Así, el compañero que tenía sentado a mi izquierda, claramente anti republicano, se levantó indignado y vociferante para decir que todo era mentira, y que el podía afirmarlo, porque a los nueve años quedó huérfano de su padre, que fue abatido por fuerzas republicanas. 

A mi derecha, se levantó para contestarle, Pepe, quien afirmó que su experiencia infantil fue la opuesta, que, muerto su padre, a su madre y sus hermanas no les permitían trabajar en la vendimia por su fama de pro republicanas. Lo dijo con lágrimas en los ojos. Luego añadió, me niego a leer libros sobre la guerra civil, a ver películas sobre el mismo asunto, tan cruel, que no quiero revivir.

Yo me sentí obligado a intervenir, después de intentar calmar a mis colegas. Mas o menos, argumenté lo siguiente. Lo que hemos visto adolece de emocionalidad y podría ser considerado, aunque no sea popular decirlo,  sectario. Me explico. 

La renovación pedagógica en la escuela en los años treinta, que es de lo que va la cosa, no fue cosa solo de mujeres, ni solo de la república. Además de la importante obra de Abad de Santillán, hay un librito en rústica de Ferrer i Guardia, un catalán del movimiento libertario, La Escuela Moderna,  que refleja el ansia universal de renovación pedagógica, que no fue exclusivamente femenina ni republicana, sino que se respiraba en toda la sociedad europea de la época, y lo que hicieron aquí, unos y otros, republicanos y anarquistas, maestros y maestras, fue intentar traer a nuestro sistema educativo las mejores ideas de fuera. 

Para decirlo en pocas palabras, la Europa de los años treinta fue un hervidero de cambio, de ansias de renovación en todos los campos, la escuela, el cine, la moda, el feminismo, de la sociedad toda, las vanguardias literarias y artísticas, tan potentes fueron esas ansias de liberación, que el capitalismo de entonces, tan parecido al de ahora, tuvo que recurrir a dos guerras mundiales para frenarlas.

Unos acontecimientos de tal calibre, no pueden reducirse al género, ni a formas de gobierno, republicanas o no. Otra cosa es que se haya querido dedicar un homenaje a las mujeres entregadas a la docencia, luego separadas de ella. Está bien, pero ha faltado en el documental un punto mas equilibrado, de modo que cualquiera, republicano o no, ugetista o anarquista, se hubiera sentido mejor al verlo. 

Yo estudié de niño en la academia, por llamarla de algún modo, de una maestra mas o menos republicana, en pleno barrio de Russafa. Nunca me dio un papel que acreditara esos estudios. Ya de mayor, gracias a la ley de Villar Palasí, un ministro casi franquista, ingresé en la Universidad, donde, años mas tarde,  me dieron un papel que acreditaba mi condición de Licenciado en Económicas, que me ayudó a cambiar de empleo con facilidad.

La hostia que me dió una vez Doña Mercedes, por copiar, no fue menos rotunda que la que recibió un amigo de un Hermano Marista, pero siempre estaré agradecido a mis padres por no haberme enviado a la escuela nacional católica, ya supondrán porqué. 

En cuanto a la República, tal vez por mi fondo reaccionario, prefiero la de Platón a la del Congo. Estoy sinceramente arrepentido de haber llevado el CD de Las Maestras Republicanas al Aula de Comunicación.

Solo ha servido para constatar que una parte de la sociedad española sigue siendo caínita, que el fascismo no ha desaparecido de todos los corazones. 

Hasta que desaparezcamos de las estadísticas demográficas las generaciones residuales que vivieron las consecuencias de la guerra, que aún conservan el dolor de sus padres desaparecidos o humillados por aquel horror, a la vez que a los historiadores como Pío Moa se les denuncia por contar mentiras sobre lo que sucedió, y a ciertos sindicalistas se les asesora mejor sobre los temas que tratan, no se podrá evocar este tema con la serenidad y la perspectiva que requiere. 

En fin. Mujeres Republicanas. 

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 8 05 14.

1 comentario:

  1. Yo pienso que no debes arrepentirte de haber llevado el CD ya que los de izquierdas o republicanos siempre hemos sido mucho más prudentes a la hora de hablar que los franquistas, como si siempre tuviesen razón ellos, pero ¡ya esta bien de ser prudentes! a cada uno según le fue a sus padres o familiares así piensan, el rencor se debe dejar de lado y ser más realistas. Es lo que pienso.

    ResponderEliminar

Comentarios