domingo, 18 de mayo de 2014

OCTUBRE, OCTUBRE.....

He encontrado, en una caja de cartón llena de papeles viejos, entre otras cosas, un par de capítulos de historias de detectives sin terminar, un papel con reflexiones demasiado personales para publicarlas y una crónica de una estancia otoñal en la casa de la sierra, escrita hace dieciocho años.

En la entrada de ayer, Un viñedo en la Toscana, cité que compré una vieja casa en una zona productora vitícola, que aún estoy restaurando. No me parece demasiado incongruente publicar esta crónica, pues se trata de la misma casa. El tiempo transcurrido puede servir, al menos a mi, para comprobar como afecta el paso de los años, si es que lo hace, al estilo barroco de mi escritura.
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¨La casa de Estenas huele a hierbas aromáticas, a tomillo, romero, ajedrea, menta, manzanilla y espliego seco, mientras el suave viento de octubre barre las vides desnudas ya de frutos y sus pámpanos coloreados de rojo pardo por el precoz otoño brillan al sol de la tarde, como un bosque de topacios engarzados en las hojas amarillas de las acacias. 

En el compacto suena un tiempo lento de la décima de Mahler, la misma que se puede escuchar en la plaza mayor de La Pedriza en verano a la luz de las velas y los ojos inteligentes de Lucas, nuestro grifón, parecen animarse al escuchar al fondo de la cuerda las notas del oboe, mientras su sensible hocico se contrae al percibir el aroma a piñones y ajos del sofrito que crepita en la sartén honda de los estofados. 

Los níscalos flotan en el agua añadida al aceite para que no pierdan su jugo y su joven carne vegetal perfumada por los ajos se dora lentamente exhalando un olor a bosque umbrío, a madera húmeda, líquenes, agujas de pino y bellotas de encina, que se confunde con el del leño del olivo que arde en la chimenea. 

Fue Ahmed quien me dió la receta de los níscalos. Aprendió a leer en la arena del desierto cuándo iba a llegar una tormenta y en las noches lunares saharianas se hizo experto en astronomía sin que leyera jamás un libro en su larga vida. Su sabiduría le permite pasear la vista por la Vía Láctea y explicarte uno a uno los cuerpos de materia celeste que la forman, identificándolos por el nombre de pila que el mismo les ha puesto durante su dilatada experiencia de contemplación nómada. 

En la cambra, Blacky, el murciélago que nos ha elegido para instalarse, está colgado cabeza abajo agarrado con sus pequeños asideros del cañizo del techo, junto a una viga. La semana pasada nos dió un susto de muerte. Lo encontramos pegado al cemento fresco del muro nuevo que hemos levantado para cerrar la habitación de invitados, inmóvil y aparentemente sin vida. Me puse un guante y con mucha delicadeza lo rodeé con mi mano, noté su cuerpo como el de un gorrión caído del nido, pero no estaba frío, ni rigido. Lo dejé en el exterior de la casa, en la corraliza, pero no salió volando. 

Hoy lo hemos visto volar de nuevo al atardecer, su frágil perfil recortado sobre una luna entera que ilumina las viñas con una claridad blanquecina y nuestro ánimo se ha serenado al comprobar que Blacky solo estaba en letargo. Nos asombra esa capacidad para aíslarse del entorno con una intensidad que algunos humanos envidiarán y resurgir con enorme vitalidad una semana después. 

Está anocheciendo y mientras suena un fox trot de los años treinta en la radio, las brasas de la chimenea toman un tono escarlata. Abrimos una hogaza de pan y la ponemos sobre la parrilla junto a un tomate recién cogido del huerto. En tres minutos el pan está tostado. Cuando el tomate está listo untamos el pan con aceite de oliva y restregamos el tomate, para acompañar los pinchos de solomillo y verdura. El pan con tomate ha resultado mas suculento que el solomillo. 

En el exterior de la casa, la temperatura no parece de octubre, una falsa primavera azulea los romeros y la ausencia de viento crea una sensación de paz en el tranquilo entorno. Tomo unas hojas de menta del jardin nocturno y, antes de compartir el lecho con Encarna, nos gratificamos con una infusión que, como ocurrió con Blacky, resucita a los muertos.¨ 

En fin. Octubre, octubre...Escrito hace 18 años.

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 18 05 14.

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