viernes, 8 de junio de 2018

ARBOLES

"Moreras, acacias, ficus, baobabs, cipreses, arbustos de lo que aquí llamamos Baladre, y otros Adelfas, una fiesta vegetal que luce con un increible verde luminoso en esta mañana de junio, y le dá al barrio un aire de bosque primigenio.

He bajado al Café Maravas y me he quedado sorprendido, otra vez, con la variedad, la riqueza arbórea del lugar donde vivo. No importa que en las aceras hayan puesto una especie vulgar, de dudoso origen, porque en los setos prevalece la inusitada variedad de nuestro patrimonio forestal.

Dicen que el patrimonio forestal español es el tercero de Europa por su extensión, aunque claro, son casi todo pinos, producto de aquellas repoblaciones forestales, ya saben, que se hicieron con la intención de sustituir las desaparecidas encinas que históricamente poblaron nuestros bosques, hasta que las necesidades de las flotas imperiales, primero, y luego el fuego, las dejaron reducidas a las dehesas extremeñas.

El árbol también ha influído en mi escritura. El baobab de El Principito, por ejemplo. El pinsapo centenario que, sin haberlo visto nunca, he usado en algún poema, el tejo, al que, no sé porqué, asocio con Asturias o Allan Poe, el árbol de palabras, inventado en 'El Jardín de Heliópolis', o el ficus milenario, frente a las Torres de Serranos, del que he evocado su presencia desde la invasión del francés, hasta mis momentos de contemplación esperando el bus cerca de su imponente presencia.

Cuenta Wikipedia que en los montes valencianos abundan tres especies de pino, además de la encina, la sabina, el alcornoque, el quejigo, entre otros. Me lo creo porque sé que la rama paterna de mi familia --ya lo he dicho en alguna ocasión-- quemaba encinas en la Sierra de Espadán, para hacer carbón, que fué su modo de vida, mientras que la materna, estaba enredada en luchas sociales por su condición de urbanitas libertarios.

Me asombra la presencia de esos árboles centenarios que lo han visto todo, luchas, revoluciones, represiones, a través de los siglos, sin alterar su papel en el mundo, mejorando con su capacidad de absorber el CO2 la calidad del aire que respiramos, creciendo sin cesar desde sus robustas raíces, con una dimensión que el paso del tiempo hace cada vez mas espectacular, en particular el par de ficus que habitan en un parque cercano a casa.

Esa presencia, esa masa arbórea que crece en silencio y esta falsa primavera tan húmeda que vuelve su aspecto más presente, con ayuda del agua, me interesan cada día más, más, desde luego, que los repetitivos titulares de prensa que estos días todos hablan de lo mismo, aunque no con las mismas intenciones.

Me interesan más que los chistes dudosos que escucho en el bar, mientras tomo un ron quemado y un agua mineral. 'Ponen un ministro de Deportes que odia el deporte, y claro, deportan a Cristiano Ronaldo'.

Como creo que ya no debe faltar mucho, estoy pensando que mis cenizas se diseminen entre los árboles de la casa de la sierra, en homenaje a mi pasión por la vida vegetal.

En fin. Arboles.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 8 06 18.

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