jueves, 21 de junio de 2018

LA PLAYA

"Hoy, después de mucho tiempo sin experimentar este sencillo placer, hemos vuelto a dejar morir la mañana en las playas de Las Arenas, la Malva-rosa, la Patacona, aunque el imbécil que dirige ahora la EMT, la Empresa Municipal de Transportes de Valéncia nos lo ha cumplicado al suprimir la línea 23 que comunicaba el barrio con las playas.

Es cierto que ha modificado otras líneas, que ha añadido alguna, pero los buses que empiezan por nueve nos quedan lejos, así que hemos elegido la opción, algo más incómoda, del transbordo, primero el 18 que pasa por aquí cerca y luego el 19, desde la Av. del Regne, que no nos deja en las playas, pero sí bastante cerca.

Superado el obstáculo de la ineficiencia del transporte público, las aguas de la Malva-Rosa ofrecían hoy un aspecto insólito. Al coincidir un día soleado con el solsticio de verano la transparencia de esas aguas iluminadas por la luz mediterránea permitia ver sus fondos con una claridad y precisión desacostumbradas, hasta el punto de que una vez nos hemos metido descalzos en esas aguas, Encarna ha recogido una cosecha,que no habíamos previsto, de 'tellinas', esas almejas de pequeño tamaño tan apreciadas aquí, por su intenso sabor a mar, lo que he podido apreciar enseguida al llevármelas a la boca después de abrirlas.

La playa era hoy un gran espectáculo, dejando aparte lo de las tellinas. Protegidos con gorra, gafas de sol, crema solar, camiseta y pantalón corto, hemos recorrido varios kilómetros de playas, durante casi dos horas, metidos en el agua.

En el horizonte no era visible hoy la costa saguntina porque, al no soplar el viento de Poniente, las masas húmedas del Levante dificultaban la visibilidad, precisamente por eso, los restos de la brisa que llegaba a la orilla procedente del mar producian una agradable sensación de frescor en la piel, a pesar de los 34 grados que han dominado toda la mañana.

En el mar, era visible el enorme crucero amarrado en el puerto, con sus siete u ocho alturas y sus tremendas dimensiones, parecía un edificio de Manhattan, aunque el enorme catamarán lleno de gente disfrutando del mar aguas adentro, parecía preparado para zarpar hacia Ibiza.

En otras zonas de las aguas costeras, hemos podido ver a un barquito tellinero, haciendo su faena de recogida de esos moluscos, a un yate motorizado circulando a gran velocidad, y a un par de motos de agua, considerando el número de bañistas que había dentro del mar, podemos decir que toda esa gente que disfrutaba activamente de las playas, no lo hacía en número menor de los que se conformaban con quedarse pasivamente sobre la arena, a pasar la mañana.

Nuestro paseo por el mar nos ha llevado hasta la playa de la Patacona, adonde hemos podido comprobar que ya se ha derruído el mamotreto de piedra que ha estado medio en ruinas, señalando el punto fronterizo entre la costa de Alboraya y la de València, durante muchas décadas.

Para culminar el paseo, ya de vuelta, nos hemos detenido en el Bobo --que no tiene nada de bobo-- a tomar un par de cervezas, no lo volveremos a hacer cuando vengamos otro día, cinco euros por dos cañas, sin siquiera unas aceitunas o algo para picar, cuando un envase con doce cervezas nos cuesta en el super menos que eso, nos ha dado la sensación de que el tal Bobo, nos toma por bobos."

La playa, maravillosa sí, el transporte público y alguno de nuestros restauradores, manifiestamente mejorables.

En fin. La Playa.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 21 06 18.

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