miércoles, 27 de junio de 2018

LA MUERTE DULCE

"He bajado al Maravas, alrededor de las siete de la mañana, me he acomodado en una silla de la terraza y, mientras fumaba una cigarrillo Ducados JP rubio largo, la reina destronada de las mercheras se ha dirigido, directamente, a mí, para exigirme un par de cigarrillos y que le pagara el café con leche.

Después de varias negativas, al parecer no muy convincentes, afectado por el estado de nervios de la mujer, he dejado la terraza y he entrado en el interior del bar, no sin antes sucumbir a su ansiosa exigencia.

Cuando la reina destronada se ha marchado, he permanecido una media hora en el Maravas, luego he pasado por La Fuente y he comprado 'Levante', porque, mientras tomaba un descafeinado me ha parecido escuchar en la tele que nuestros parlamentarios van a abordar la legalización de la Eutanasia.

Tengo en el tablero la 32 de 'Levante' (la 32! eso parece indicar el poco valor periodístico que se le dá a un asunto como éste). 'Arranca la legalización de la eutanasia con el voto en contra del PP'.

Yo no sé ustedes, pero yo tengo frescas en la memoria las imágenes del trato obsceno, repugnante, que el sinvergüenza consejero Lamela del gobierno autonómico de Madrid dió a los profesionales de la salud pública madrileña que se posicionaron, hace unos añitos, en favor de la eutanasia, es decir, en contra del ensañamiento clínico, por lo que me parece una buena noticia que se empiecen a superar los prejuicios contra la libre decisión de los enfermos terminales y/o sus familiares.

Del ensañamiento clínico, también tengo memoria, aunque no tan fresca. Citaré solo dos casos emblemáticos, la muerte del dictador Franco, prolongada innecesariamente por su yerno Villaverde, mientras ataba los cabos que había dejado sin atar, o la muerte por descuartizamiento de Hipatia, una de las mujeres más brillantes de la antiguedad, al menos es lo que contó un realizador español que le dedicó una película, en la que, por primera vez, creo, se usaron los drones para filmar algunas escenas.

Voy a tratar de explicar mi punto de vista sobre el asunto. Estando de acuerdo en el intento legal de evitar el ensañamiento clínico, al parecer solo dos países en Europa han legislado sobre esto, considerando que muchos contemporáneos ya viven más de un siglo, y que la muerte, dulce o amarga, es solo un instante temporal, en términos relativos, me declaro partidario decidido de 'La vida dulce', más que de su contrario, que también.

Miro a mi alrededor, y observo que alguna gente lleva una vida algo perra, por ejemplo la reina destronada que baja ansiosa a limosnear tabaco y café, el pintor de las tierras florentinas, que hace unos días estaba tan contento porque tenía trabajo en Alicante, y ahora se queja amargamente, de las muchas horas que invierte en desplazamientos y que no cobra.

Leo en algún sitio, como un triunfo, que el salario mínimo interprofesional se fijará en 14.000 euros anuales, cuando ese nivel salarial se considera, desde hace años, de forma despectiva, 'mileurismo', o que el incremento salarial en los acuerdos colectivos alcanzará un 3%, que, comparado con la pérdida acumulada de poder adquisitivo de los salarios desde que estalló la crisis, es algo, me parece, bastante amargo.

Me parece evidente, teniendo en cuenta, además, los más de tres millones de desempleados que aún quedan de los que dejó el estallido de la burbuja especulativa, que nuestras fuerzas políticas democráticas ahora en un poder condicionado por su minoría parlamentaria, está bien que se estén ocupando de 'la muerte dulce', en oposición al encarnizamiento clínico, pero es el momento, creo yo, de poner todos los recursos, todos los esfuerzos, en tratar de dulcificar la amarga vida de buena parte de nuestros conciudadanos.

Aunque lo de dulce o amargo, a veces depende del paladar de cada uno. Yo mismo estoy optando, sin saberlo, quizás por la muerte dulce, con la manía que me ha dado ahora de traer de Mercadona un botellón de dos litros de Fanta de naranja, un brebaje asqueroso, de agua, colorantes, edulcorantes y carbónico, que sin embargo me refresca cuando lo saco de la nevera y me doy un trago.

O sea, que si yo trago con Coca-Cola, a saber lo que tendrá que tragar Sánchez cuando se reúne con la alemana o con Macrón. Y yo que sé."

Hoy no quería escribir nada, pero ya ven. Nos vamos al mercado de Russafa, a por costillas para el arroz al horno de la comida semanal familiar.

Un saludo cibernauta.

En fin. La Muerte Dulce.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 27 06 18.

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