"Intuyo que quienes usamos la expresión 'país', somos más de Peter Pan, Alicia en el País de las Maravillas
o Heidy, que los que prefieren el término naci-ón, como aquel trío de hijos de puta, Hitler, Mussolini, Franco, que contribuyeron como nadie, en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, a la orgía de sangre y destrucción que arrasó Europa.
Al mismo tiempo hemos de asumir que cada uno es libre de reconocer su pertenencia del modo que prefiera, aunque yo entiendo que país expresa la pertenencia a un lugar, mientras que nación se refiere más a la pertenencia a un grupo.
Con los años, voy superando esa dicotomía, país/nación, en favor de mi sentimiento de pertenencia a un barrio, pues percibo ese entorno como la cueva doméstica en la que habitaban los primeros grupos humanos del neolítico.
El hombre es el único animal que tropieza dos veces, no en la misma piedra, sino en otra de aspecto similar, la demostración del sentido de este retruécano la tenemos en las declaraciones cargadas de sarcasmos del hijo de puta de la Liga Norte italiana, al referirse a un asunto de derechos humanos, con un discurso que tiene su origen directo en los nacionalismos que ya sabemos, por los historiadores, adonde nos condujeron antes.
Del mismo modo que las personas elegimos país o nación, las empresas de comunicación hacen lo propio. Tengo sobre el tablero un ejemplar de El País que compré el lunes 18 de junio, porque bajé tarde al kiosko y ya no quedaba 'Levante'.
Vaya mierda de periódico, ninguno de sus titulares merece ser citado, ninguno de sus colaboradores está a la altura
de las ilustres firmas que aparecian en los artículos de su época dorada, cuando compitió con El Mundo en la defensa de las libertades públicas, de la legalidad constitucional, amenazadas a punta de pistola por los fascistas que se amparaban
no ya en la noción de país o nación, sino en la de Patria, aún más sangrienta y patriarcal.
A veces, tenemos la sensación de que estamos inmersos, otra vez, en una crisis de valores, cuando, en mi opinión solo es la expresión de la rica variedad en la que habitamos, me parece evidente que convivimos, más o menos juntos, los partidarios de país, nación o Patria.
En esta disyuntiva, yo prefiero identificarme plenamente con una comunidad humana, el barrio, y pasar un poco de todo lo demás.
En cuanto a los medios de comunicación, hace décadas que dejé de comprar El Mundo, o El País. Sospecho que la decadencia
de El País comenzó cuando cayó en manos de sus acreedores financieros y se puso a su servicio, cambiando su atención al país, por la obediencia a sus acreedores."
Por suerte, nos queda Le Monde Diplomatique, la edición española, un periódico independiente, hecho por periodistas independientes, que no depende de fuentes financieras raras. Puesto a enterarme de la realidad a través de su relato,
éste me convence más que otros.
En fin. El País.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19 06 18.
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