martes, 30 de marzo de 2010

EL SIGILO

El sigilo –-prescindo de definiciones enciclopédicas-- es la máxima expresión del silencio y la prudencia, dirigido a salvaguardar la opacidad del secreto. El secreto y la opacidad corresponden al dominio de los hechos, mientras que el sigilo se refiere a las conductas de las personas. La práctica del sigilo tiene una larga tradición palaciega, que el teatro clásico ha escenificado a menudo.

Se requieren grandes salones y cortinajes espesos para que el consejero del príncipe lo escuche sin ser visto, añadiendo a la información ordinaria obtenida al despachar con el, el privilegio de conocer sus secretos mas íntimos accediendo, con su conducta sigilosa, a una posición ventajista que le convierte en dueño de la tramoya del poder, que el vulgo atribuye a la autoridad principesca.

En los salones de la política de ahora mismo, en Heliópilis, cuando el sigiloso, además de detentar esa posición privilegiada en la corte, pertenece a una organización o secta que hace de la conducta sigilosa una razón de su ser, el riesgo del abuso silencioso de las instituciones democráticas que han sido infiltradas por la peste del secreto y la opacidad, en beneficio de los sigilosos, aumenta de manera exponencial.

Al parecer, Luna, un hombre de la oposición que, por definición, maneja menos dinero que el gobierno, se ha ofrecido a pagar de su bolsillo cualquier información confidencial que aporte pruebas sobre transacciones opacas en relación con la mafia Gürtel y las operaciones, seguramente formalmente correctas, entre la Generalitat y las empresas gestionadas por familiares del Conseller Cotino.

No se si la intención declarada de Luna ha escandalizado a la derecha gobernante, pero conviene recordar que algún gobierno europeo ha pagado por obtener el acceso a secretos relacionados con paraísos fiscales, de algunos de sus contribuyentes mas díscolos. Tal vez el escándalo que pueda derivarse de las declaraciones de Luna se deba a que es oposición, y no gobierno.

No niego que la figura de Cotino me ha inspirado el prefacio del artículo, porque dejando de lado el modo en que va vestido, su personalidad sigilosa, escurridiza, evoca tanto la textura resbaladiza de la piel de un reptil, como a un conspirador renacentista, capaz de obtener los mejores favores de la magnanimidad del príncipe, sin dejar ninguna huella pública de esos privilegios.

Creo que Luna se equivoca si espera descubrir alguna irregularidad en los contratos que reclama relacionados con el Conseller Cotino, aunque alguien lo tiene que intentar. Es cierto que el Conseller Cotino acapara, a través de empresas de las que no forma parte, negocios tan aparentemente distintos como la atención a dependientes y mayores en residencias privadas concertadas, el tratamiento de basuras y las obras públicas, pero la cosa tiene su explicación.

Estoy convencido de que son las inversiones masivas realizadas oportunamente en ambos campos lo que ha permitido a su grupo familiar optar con ventaja a esas concesiones. En un sistema capitalista no parece que eso sea pecado, hacer mas inversiones que otros y estar mejor preparados. Si algo falla en todo esto debe ser, con perdón, la información privilegiada, puesto que si uno está mas preparado que otros para obtener contratos, es porque dispone de mas, mejor, mas anticipada,
confidencial y veraz información que la competencia. O sea, información privilegiada.

Es una hipótesis, claro, pero intuyo que si algún comportamiento ilegítimo hay en todo esto, aparecerá mas por la vía del uso ilegal de la información, que por la de la contratación, porque las empresas potentes suelen tener buenos abogados que se ocupan de blindar esos contratos.

En todo este asunto, al indudable sigilo de las partes contratantes, que tratan de proteger la opacidad del secreto con la arbitrariedad del poder, se opone la actitud prepotente del Conseller Cotino, quien, amparado en la 'legalidad' , ha manifestado repetidas veces, que no hay nada irregular en las contratas autonómicas con empresas de su familia de las que el no forma parte. Confundir la supuesta 'legalidad,' la regularidad de los contratos, con la honestidad y la legitimidad exigibles a los políticos, y con la ausencia de la voluntaria abstención de vínculos que son claramente incompatibles, retrata al personaje.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 30-03-10.

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