martes, 16 de marzo de 2010

MESSI

A ojos de los neófitos el fútbol es un mundo primario, carente de tecnología, en el que los jugadores,desprovistos de armaduras visibles, espadas forjadas para los guerreros y cascos empenachados, con su solo cuerpo y sus habilidades se enfrentan cada tarde a batallas decisivas que hacen llorar de emoción a sus seguidores, dejan a alguno en los estertores del infarto y evocan las gestas épicas de los héroes de la antigüedad clásica.

La aparente ausencia de tecnología en este deporte de masas es desmentida a veces por la alquimia de los preparadores físicos, capaces de transformar el plomo de una lesión muscular en el oro de una extremidad potente, capaz de lanzar la pelota entre los palos de la portería contraria y dar la victoria a su equipo, o por el uso que hacen algunos entrenadores de tecnologías de la imagen, sometiendo al equipo a sesiones de vídeo, enmarcando sus estrategias, dinámicas y posicionales, en la potencia de la motivación colectiva.

La apariencia física de algunos de esos héroes deportivos dista mucho de la representación plástica de los atletas y los guerreros en la pintura neoclásica. Messi, que marcó tres goles en una sola tarde para su equipo, tiene un perfil físico mediano, casi frágil, pero eso no le impide comportarse como un jugador excepcional.

Los mas grandes de este deporte suelen hablar poco, son seres lacónicos que casi nunca hacen promesas a su afición de lo que van a hacer, luego entran en el campo y lo hacen. Tres goles en una tarde. Contrasta este laconismo con las promesas y la efectividad de su realización en el mundo de la política.

La política suele ser un jardín de promesas incumplidas donde la verborrea de la demagogia de quienes ostentan cargos de poder, se muestra insuficiente para que crezca algo útil y necesario, con la rapidez que las necesidades sociales demandan, en un terreno que muestra un paisaje cada vez mas baldío.

Es cierto que la complejidad de la sociedad entera, sus carencias y necesidades, no son comparables a la relativa sencillez de las reglas de un juego acotado en un espacio rectangular perfectamente delimitado y comprensible, pero no es menos cierto que la actitud de un equipo deportivo, su entrega, su motivación, su visión de los contrarios, su disciplina para seguir una estrategia, en la medida en la que hablamos de personas, permite, por comparación, percibir las debilidades de los otros equipos, los que gobiernan, los que se oponen, y que la calidad del espectáculo que ofrecen a la opinión pública, es infinitamente menos estimulante que el de las gestas deportivas y sus protagonistas.

Ver a Messi moverse en el campo con sus escasas cualidades atléticas, con su fragilidad aparente, y observar los resultados que consigue, dice mucho en favor de la capacidad humana para superar las propias limitaciones, es una lección de perseverancia en el esfuerzo, de habilidad para afrontar y vencer las dificultades, y todo ello unido a una sobriedad en la comunicación, casi lacónica, que tiene algo de renuncia al discurso del éxito personal.

Todas esas cualidades de algunos de los deportistas que se someten cada tarde al escrutinio popular, deberían ser extendidas cuanto antes a buena parte de nuestra clase política, antes de que degenere en un colectivo de inútiles, sin ninguna capacidad para afrontar con un mínimo de decencia y eficacia la dura tarea cotidiana de mejorar el estado de salud del país.

Lo dudoso de este enfoque, es que tal vez Laporta se lo tome en serio y se crea capacitado para alcanzar la presidencia del país, después de lo bien que le ha salido la del Barça, gracias a su entrenador y a sus jugadores. No es eso. Una cosa es invocar las esencias deportivas para su asimilación por la política, y otra que los presidentes de clubes de fútbol alcancen puestos de poder político. Apañados estaríamos si tal cosa llegara a suceder.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 16-03-10.

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