jueves, 25 de marzo de 2010

PEDERHOSTIAS

Estaba viendo en la tele la enésima noticia sobre los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y jerarquías de la iglesia católica en diversos países del mundo y, sin ánimo de molestar a las víctimas de tan lamentables sucesos, voy a introducir una variante humorística, a riesgo de ser considerado políticamente incorrecto.

Nunca estudié con los curas, sino con una maestra roja represaliada, que nunca me tocó el culo, pero en cambio me dio una hostia una vez por copiar, que me dejó marcados los cinco dedos de su poderosa mano en el rostro durante una semana. A los de mi generación, o nos tocaban el culo, o nos corrían a hostias, o ambas cosas a la vez, tanto los curas como los seglares.

Estoy bastante agradecido al hecho de que mis padres no tuvieran posibles para mandarme a estudiar con los curas, no tanto por lo de los abusos, que también, sino porque de haber estudiado con ellos, ahora probablemente sería un político corrupto o un miembro del Opus Dei, que son dos muestras del 'progreso' individual que a veces coinciden en la misma persona.

Lo de la conducta de los curas –no de todos los curas-- no me sorprende nada porque, cuando era casi un adolescente, trabajé en una consultoría fiscal y un colega que había estudiado en colegios religiosos ya decía entonces, 'Nunca digas de este agua no beberé, ni este cura no es mi padre'.

Mi experiencia con la maestra roja no me dejó ningún trauma, porque una bofetada no suele dejar secuelas, pero en cambio la lectura obligada del Quijote a que nos sometía diariamente creo yo que ha tenido mucho que ver con mi afición tardía por la literatura, y con el hecho de que me esté aproximando al millar de artículos en los contenidos del Blog, así que, gracias, Mercedes, por haber aguantado en tu escuela clandestina a una pandilla de indocumentados y haber convertido a algunos de ellos en personas interesadas por el lenguaje.

El lado mas serio de todo esto es, por una parte, los traumas verdaderos que ha producido en millares de personas el descubrimiento precoz y desviado de una sexualidad enfermiza que puede haber producido daños permanentes en los afectados, y sus consecuencias para las iglesias responsables , no solo en términos de pérdida de prestigio, también en forma de millonarias indemnizaciones que las diócesis afectadas, en Usa, en Irlanda, en Alemania, y quien sabe donde más, están teniendo que afrontar.

La lamentable excusa dada por Benedicto XVI, de que todos somos pecadores, mas parece un sarcasmo, que una asunción de responsabilidades.

Me pregunto si este tremendo asunto de los abusos sexuales a menores, corre el riesgo de extenderse a los malos tratos físicos. Si así sucediera, la epidemia podría alcanzar a la casi totalidad de los alumnos de mi generación, tanto en escuelas religiosas, como en las demás, porque el lema 'La letra con sangre entra', estuvo en vigor en todo el sistema educativo durante muchos años.

Si tal cosa sucediera –esperemos que no-- yo no podría reclamar a ninguna institución religiosa por aquella bofetada, pero dada la condición de rojos de los alumnos y la profesora de aquella academia clandestina donde pasé la mayor parte de mi adolescencia, tal vez podría consultar a los de Legálitas si una reclamación formal ante el Kremlin por los malos tratos recibidos tendría posibilidades de prosperar.

Por otra parte, librarte del trauma de los abusos sexuales en la precoz infancia, no te libra de padecer otros traumas. Traumas hay a mogollón, de todos los modelos, de cualquier estilo, y a gusto de todos los consumidores, y tu puedes coger los que mas se acomoden a tu demanda.

Cuando era ya mayorcito, tuve que pasar el trauma de la bipolaridad, y me costó algunos años acostumbrarme a él. Afirmo solemnemente que mi profesora roja nada tuvo que ver con el, y que jamás he pedido ninguna ayuda pública, ninguna pensión de incapacidad, ni nada por el estilo.

Con los traumas se convive, hasta que adquieres una cierta familiaridad con ellos y los tratas como a uno de tus mejores amigos. Si se destapara la pederhostia, y nos dieran un Euro por cada hostia que atizaron en el colegio a los de mi generación, la deuda pública se multiplicaría hasta una dimensión incalculable.

Dicho lo cual, expreso mi solidaridad con las victimas de abusos sexuales a menores, celebro que esos abusos hayan salido a la luz, que la institución responsable pague por ellos, pero, por favor, no empecemos a sacar los palmetazos y las bofetadas en clase de los que todos tenemos alguna experiencia, porque llevaríamos al Estado a la ruina.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 26-03-10.

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