martes, 6 de diciembre de 2011

BELLE ÉPOQUE

Me he informado. La Belle Époque, una época de la historia europea que al parecer duró desde finales del siglo XIX, marcado por la Exposición Universal de París, hasta que fue interrumpida bruscamente por la primera Gran Guerra en 1.914, no fue llamada así por sus protagonistas, fue la posterior visión nostálgica de un tiempo atribulado que la vio desaparecer la que la llamó así. La Belle Époque, vista desde la perspectiva actual, tuvo toda la pinta de ser una burbuja.

Los éxitos espectaculares de la economía y la tecnología marcaron ese período en el que
florecieron las artes y las ciencias, la riqueza y la diversión, hasta que el hundimiento del Titanic y el uso de la aeronáutica, hasta entonces un invento de uso deportivo, para las matanzas desde el aire, acabaron con el mito de que los avances tecnológicos son una garantía de progreso social.

Confieso que mi fuente de información, hoy, es Internet, no la prensa, porque he bajado al bar de los locos y el distribuidor que lleva las publicaciones al quiosco me ha confesado que hoy los paquetes pesan la mitad, no porque lleve menos ejemplares, sino porque estos pesan menos. La influencia del puente se nota en los contenidos de la prensa escrita, que son mas ligeros.

Antes de continuar con el asunto de la entrada de hoy, daré un breve vistazo a esas noticias algo livianas.
(...)
Un par de cosas me han llamado la atención entre las escasas novedades que lleva hoy el periódico. Que se le llame 'nuevo tratado' a un acuerdo bilateral entre Alemania y Francia para imponer un control al déficit de las administraciones públicas europeas, que ninguno de esos dos países cumplió en una edición anterior de ese acuerdo, que la hubo, me parece una burla, no a la inteligencia, sino al sentido común de cualquier europeo de a pie, con mediana memoria, y medianamente informado.

Puedo entender esa escenificación si va destinada a facilitar la colocación de mas deuda y a rebajar el tipo de interés que se paga por ella, pero las agencias de calificación, mas exigentes que el ciudadano de a pie con la retórica política, no parece que estén muy entusiasmadas.

La otra noticia que me llama la atención es la que cuenta que la patronal --su vicepresidente Arturo Fernández,que tiene nombre de actor y aspecto (es una opinión subjetiva) de ser una mala bestia-- 'pide para España ajustes como los de Monti en Italia', esos que han hecho llorar en público a su ministra de trabajo.

Tanto el refrito del acuerdo comunitario, como la tendencia imitativa de nuestra patronal tienen su origen en el mismo fenómeno. La existencia de una deuda pública de grandes dimensiones --aparte de la privada-- hace que el sistema financiero concentre su crédito en el sector público, lo que convierte el flujo al crédito privado en algo prácticamente inexistente.

La economía privada, sin flujo nuevo de crédito, se estanca, no puede hacer negocios, de ahí la preocupación de nuestros patronos por que el Estado gaste menos, por los recortes,
con la esperanza de volver a recuperar su porción de la tarta del crédito, motor de futuros beneficios.

¿Que hicieron estos señores cuando el crédito fue abundante? Lo usaron de una manera desaforada e irracional, metieron todos los huevos en la misma cesta, y no me refiero solo
a aquellos empresarios que ejercían su función directa en el sector inmobiliario, sino a una cantidad ingente de empresarios medianos, ajenos al sector que, en lugar de invertir en sus negocios, lo hacían en bienes inmobiliarios cuyo incremento vertiginoso de precios les prometía un beneficio a corto plazo, muy superior al que obtenían de la inversión en sus actividades industriales o de servicios, ordinarias. Hasta que la burbuja reventó, como en la 'Belle Époque'.

¿Me quiere usted decir, señor Fernández, la cara mas salvaje de la patronal, que tenemos que ver quienes no nos hemos endeudado, ni poco ni mucho, en la bella época, con la brutal explosión de esa burbuja que está dejando a los Estados en la ruina?

¿No serán también quienes han visto crecer sus rentas en la época dorada hasta alcanzar, el 10% mas rico, unos ingresos once veces mayores que el 10% mas pobre, ensanchando así una brecha que antes de la burbuja era menor, los que deben contribuir a minimizar esos recortes, aportando mas vía impuestos, o devolviendo lo que se han llevado a paraísos fiscales.?

Al menos, los protagonistas de lo que luego se llamó la Belle Époque, hicieron una aportación notable al deporte, la inventiva, la capacidad de diversión de su tiempo.
Dejaron una huella que la literatura y el cine no han terminado de explorar, una herencia artística que todavía perdura.

¿Que dejan ustedes, Sr. Fernández, aparte de pedir que se copie la política del gobierno italiano?. Un Titanic hundido, un país que parece un campo santo, un mausoleo lleno de ladrillos, de pisos y apartamentos vacíos, estadios sin acabar, edificios públicos que no se usan. Los restos del estallido de una burbuja, si, pero menos bella que la de la 'Belle Époque'.

En fin. Belle Époque.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 6-12-11.

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