Aún están recientes los ecos del discurso de investidura de Mariano Rajoy, Presidente de un gobierno que todavía es un enigma, y su propuesta de pasar a los lunes ciertos días festivos ya ha provocado la rebelión en los círculos festeros del país.
Ha sido desvelar a través de la caja lista --si será lista esa caja que todos se la quieren apropiar para influir en la opinión y lanzar globos sonda en la pública, o vender perfumes de un erotismo salvaje en la privada, y no se sabe de nadie que exista si no sale reflejado en ella-- esa futura medida, propuesta a la medida de la CEOE, pues, en política, si quieres medrar hay que agradar al poderoso, y el diario de mi pueblo lleva en primera la protesta de los falleros, que no se ven quemando las fallas el día veintiuno de marzo.
(...)
Imagino a las comisiones, peñas, comités, o como quiera que se llamen las agrupaciones activas en la defensa a ultranza de las tradiciones de cada pueblo, ciudad, aldea, o comunidad de vecinos, en Pamplona, en Vitoria, Girona o Tenerife, en Cuenca o Sevilla, o en el Grao de Valencia, yo que sé, reunidas de urgencia, tocando a rebato, para reflexionar como conseguir que cada una de sus particulares fiestas sea declarada de arraigo social suficiente para que no la muevan del calendario.
Alrededor del Santoral se han construido mecanismos de identidades colectivas que se apoyan en lo lúdico, pero también en lo simbólico, y va a ser un verdadero lío deslindar lo que tiene arraigo de lo que no. He consultado en Google los santos de hoy y vean, en un día cualquiera, que abundancia de símbolos, entre santos, venerables y beatos.
Santos Pedro Canisio, Temístocles de Licia y Delfín, Venerable Cayetana Alberta Giménez y
Adrover, Beatos, Pedro Friedhofen y Domingo Spadafora. Multipliquen por el número de días que tiene un año, y son mas de 2.000 los que pueden ser objeto de adoración festiva en cualquier rincón del país, y eso son solo los católicos, añadan las otras confesiones, ortodoxos, evangelistas, madridistas, del Barça, granotas..., y se ve enseguida en que lío mayúsculo se ha metido Rajoy por intentar agradar a los de la patronal, y plegarse a meter la mano en una obra de ingeniería social tan delicada de nuestro tejido rural o urbano.
La protesta de los falleros que figura hoy en la primera de 'Levante', intuyo que solo es la primera de una seria de reclamaciones, tomas de posición y reivindicaciones en las que cada pueblo,cada comunidad, reclamará para si esa condición de arraigo social que es la puerta que Rajoy ha dejado abierta para que algunos colectivos festeros se salven de ser reestructurados.
En algún sitio he leído la expresión segunda transición para calificar este tiempo de reformas que se avecina. Este asunto de las fiestas, de los puentes festivos, se me antoja algo parecido a a la situación que planteó la fundación del Estado de las Autonomías, cuando unas accedieron a ese estatuto a través de un artículo de la constitución, y otras,
con la fórmula del 'café para todos', lo hicieron por la puerta de atrás.
¿Sucederá ahora la mismo? ¿Habrá fiestas de primera y de segunda? Hay que suponer que los andaluces, tan dados a la pasión, no consentirán pasar las procesiones del viernes santo al lunes, y los del Toro de la Vega, ¿que harán?. En menudo lío te has metido, Mariano.
Los follones y conflictos entre animalistas y tradicionalistas en los asuntos del toro van a ser una risa, al lado de los líos de aldea que puede generar el deseo de agradar a la panda de Rosell, que olvidan que la productividad es cosa de tres, capital, organización, trabajo, que no es solo un asunto de calendario. Tu le das, pongamos por caso, un calendario entero sin fiestas a un empresario torpe, que no sabe elegir sus inversiones, y seguirá perdiendo dinero por un tubo.
Es cierto que Rajoy tiene argumentos de mucho peso para reforzar su propuesta. Basta comparar el modesto ejército del santoral, que solo se cuenta por miles, con el de los desempleados, que se cuenta por millones, para entender la necesidad de esa medida. Pero
eso sería en un mundo racional, en un mundo así no nos acercaríamos a los cinco millones de parados, el doble que otros países europeos. Por eso, porque el escenario donde estamos ahora es cualquier cosa menos racional, tengo serias dudas sobre el efecto de esas medidas en el empleo, en la productividad, y tampoco me atrevo a predecir el grado de conflicto social que tal medida pueda ocasionar.
Habrá que esperar. ¿Tres meses?. ¿O va a salir ya el nuevo calendario laboral revisado?
Estoy impaciente por saberlo, aunque a mi, la verdad, no me afecta, no me dedico a la hostelería, no pienso en las pérdidas que me puede ocasionar esa medida, además, como ya soy jubileta el santoral me lo marco yo.
En fin. La Rebelión del calendario.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)21-12-11.
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