Después de que empezamos a comprobar en nuestras propias carnes de lo que fueron capaces los negociadores que establecieron un espacio global con reglas laxas para facilitar la especulación y el beneficio a corto plazo, a costa de la estabilidad económica y social de los Estados y sus poblaciones mas vulnerables, ahora llega una representante de Suráfrica en la conferencia del clima celebrada en Durban, que se cierra con unos acuerdos infames, sobre todo para las regiones mas vulnerables a los efectos del cambio climático, y dice que no es un acuerdo perfecto, porque lo perfecto es enemigo de lo bueno. Que cinismo, ¿no?.
Retrasar a ¡2.020! la puesta en vigor de nuevas medidas de reducción de emisiones, y que EE.UU., Rusia, China, Japón, Canadá... queden fuera del acuerdo, con lo que supone de seguir escaqueados de las obligaciones éticas que atañen a todos los habitantes del planeta, y por consiguiente a los Estados que los representan, en lo concerniente a sus obligaciones de preservar el medio que han recibido para asegurar su disfrute a las generaciones futuras, no solo es una aberración moral, sino un error económico y estratégico.
El mismo error que supone valorar el beneficio a corto plazo, por encima de la noción de equilibrio económico y social, se vuelve a repetir al valorar la economía por encima del clima, porque ¿Que actividad económica se puede imaginar en una tundra helada donde no sea posible la vida, en las tierras sumergidas inundadas por el océano, o en un clima continental distorsionado por la deforestación de una selva tropical?.
(...)
Supongamos que la globalización y desregulación financiera, y la desatención a los efectos del cambio climático, sean, efectivamente, errores estratégicos. ¿Porque se repiten?. Una hipótesis es que las consecuencias negativas de esos errores no las pagan quienes toman esas decisiones. Las pagan otros. Los datos sobre distribución de la renta después del estallido de la gran crisis parecen confirmar esta hipótesis. Quienes la han propiciado son ahora mas ricos y, claro, los que soportan sus costes, mas pobres.
Sospecho que con el asunto del clima, pasa lo mismo. Quienes no desean ahora limitar las emisiones de sus sistemas productivos, lo hacen por razones económicas. Al mismo tiempo, los efectos de esa política que comienzan a afectar al clima, se notan, sobre todo, en lugares vulnerables, a veces muy alejados, porque los sistemas climáticos si que son globales, y tan complejos como demostró quien enunció por primera vez el 'efecto mariposa', según el cual el aleteo de una libélula puede desencadenar un huracán, o quienes han estudiado los efectos de la llamada corriente del golfo en el norte de Europa.
Parece ser que entre los acuerdos de Durban hay dinero de por medio. Se constituye un fondo para compensar a aquellos países a quienes cumplir el tratado les suponga un quebranto económico. Ese es el lado bueno, pero que estén fuera del acuerdo los principales países industrializados convierte en papel mojado todo el asunto.
Luego está la tecnología.Ustedes no se si me dirán que el alto nivel tecnológico permitirá llegado el caso, construir ciudades subterráneas bajo estepas heladas, o ciudades aéreas sobre archipiélagos hundidos. Puede que eso sea posible, pero sospecho que vivirán allí los mismos que ahora se han negado a firmar un tratado razonable para la defensa del clima. Los demás, igual nos quedamos a la intemperie.
Por no hablar de que, en 2.020, si seguimos como ahora, la energía disponible estará mas complicada, y las ciudades subterráneas parecen precisar una mayor cantidad de energía que las actuales.
Lo único que tengo claro, al margen de elucubraciones fantásticas, es que los que ahora han decidido escaquearse de los compromisos de defensa del clima, saldrán ganando, y los demás, saldremos perdiendo.
En fin. La Economía y el Clima.
. LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 11-12-11.
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