Hoy, antes de bajar al Maravillas, he metido la mano en la caja de la jalea real vitaminada, para tomarme el contenido de una ampolla, pero no quedan. Digo yo si será ese déficit de vitamina B lo que me indujo ayer a publicar una entrada 'La Zorra en el Gallinero', que al releerla me ha impulsado a borrarla, pues me ha parecido, toda ella, una pura insidia sin fundamento, y con bastante mal gusto, desprovista de los principios éticos y estéticos que deben inspirar el periodismo, cualquier periodismo, sea el profesional y escrito, o el virtual, de aficionados o intrusos, que es al que me dedico.
Después, he bajado al Maravillas y leyendo un periódico serio he observado que también incluye un juicio de intenciones, en un texto infinitamente mejor que el mio de ayer,que se refiere a la posible colusión entre los intereses particulares de algunos nuevos ministros incorporados al gobierno de Rajoy, y los intereses generales de los que deberán cuidar con las carteras ministeriales que se les han confiado.
Esto me ha hecho cambiar mi intención de fulminar, suprimir, la entrada de ayer, y me sugiere, al mismo tiempo, hacer una rectificación. Se me había escapado que Arias Cañete tiene competencias ministeriales, además de en Agricultura, en Medio Ambiente, y el 'Levante' de hoy precisa que Arias es accionista de varios grupos petroleros, lo que induce a pensar que puede haber, también aquí, un conflicto de intereses.
Hecha la oportuna rectificación, hoy me voy a ocupar de algo mas gordo que se me ha escapado en esto de los nombramientos ministeriales, el daño colateral, de un riesgo incalculable para los madrileños, mas para unos que para otros, que supone la llegada a la alcaldía de Madrid de Ana Botella, hasta ahora concejala de Medio Ambiente, por el ascenso
a los cielos ministeriales, --mas vale tarde que nunca-- de su jefe Gallardón.
(...)
Madrid ha tenido muchos alcaldes, pero convendrán conmigo que no es lo mismo Tierno, con sus bandos líricos y su llamada a la movida -Madrileños, al loro- que el triste y amargado Barranco, Manzano, que Botella, --aunque lo de las peras y manzanas, que luego ampliaré, le de un cierto parecido frutal-- además de que ya sabemos que, aunque el mejor alcalde es el rey, no parece que el lío en el que lo ha metido su yerno le deje tiempo ahora para regir la villa y corte. La Botella, alcaldesa de Madrid, nada menos.
Madrid me parece una ciudad abierta y cosmopolita, cuando la visito cada año compruebo que su efervescencia urbana es cada vez mayor. Estuve en Septiembre y me encantó, aunque en la crónica del viaje dije que está llena de pijos fundidos en bronce encima de un pedestal, esa visión es compatible con mi admiración por una ciudad tan viva que mi compañero de tertulia R.V. que la visitó la semana pasada, me dice que acoge un millón y medio de visitantes cada fin de semana. El daño que puede hacer Botella, con su mentalidad de educanda de colegio de monjas, y su visión no integradora de las peras y manzanas, ¿recuerdan?, en un lugar tan libre y festivo, es incalculable.
Ya de concejala de Medio Ambiente, la gestión de Botella ha consistido en rebajar la mitad del ambiente --limpio-- a solo un cuarto. Una señora que va a la peluquería en coche oficial, y además para que no la filmen se baja del coche, obligando al chófer a seguirla a distancia, contamina, ¿no?.
También contamina, de otra manera, referirse a las inclinaciones sexuales de las personas, con un criterio de determinación biológica, como si en lugar de tratarse de una libre elección, fuera algo determinado por el nacimiento, uno nace pera o manzana, como nace pobre o rico, y no hay que mezclar esas cosas, y menos tratar de cambiarlas.
¿Ven como no es lo mismo, la Botella, que el Tierno? Las prioridades no son las mismas. Quienes toman una copa en la plaza de Santa Ana los fines de semana, deberán acostumbrarse, a partir de ahora, a una mayor presencia policial, a que les pidan la documentación con mayor frecuencia, porque Ana es una persona de orden, no lo olviden, y a estas personas les molesta la diferencia, tanto, que son partidarios de separar a los niños de las niñas en las escuelas,y a las peras de las manzanas, fuera.
Por no hablar del botellón. Estoy ansioso por saber que va a hacer la Botella con el botellón --vaya chiste malo, no?--, aunque me parece mas importante para los madrileños saber que va a hacer con los servicios sociales de su competencia y con la deuda del Ente municipal. ¿Siete mil millones?. Tal como soplan los vientos, sospecho que el colchón contra la crisis que suponen los servicios y ayudas que el ayuntamiento presta a los mas damnificados por esta plaga, se los llevará el viento de la austeridad financiera, con lo que Botella podría convertirse, además de la experta en variedades frutales que ya conocemos, en la campeona de los recortes.
No sabemos nada de esto porque Botella accede a la alcaldía de Madrid sin presentarse a unas elecciones, como ocurrió con Rita Barberá en Valencia. Ella dirá que va a seguir los pasos de Gallardón, pero viniendo de una familia política distinta, yo, no lo creo. Mas bien creo que su gestión municipal se verá impregnada del estilo monjil y autoritario de los de su cuerda.
Solo espero que los madrileños no se lo permitan, mas que nada para seguir encontrando en mis visitas la ciudad libre, abierta y cosmopolita que tanto me atrae.
En fin. La Botella.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 23-12-11.
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