viernes, 13 de enero de 2012

CARRILLADAS CON SALSA CUMBERLAND

Aquí me tienen, controlando de oído la olla expres, cuya válvula gira y gira en la cocina, porque tenía en la nevera medio bote de Salsa Cumberland, con un delicioso sabor a naranja, y otro tanto de reducción de Pedro Ximénez, que me sobraron de la cena de nochebuena y me he dicho, voy a mi carnicero, le compro seis porciones de carrillada, y junto con tres carlotas y una cebolla que tengo por ahí, armo unas carrilladas que te cagas, llamo a mi hijo Jordi y lo invitamos a comer mañana, porque su chica se ha pirao a Granada, y el seguro que está pelao.

Dicho y hecho, he ido a la cocina, le he pedido a mi mujer que haga un atado de tomillo en rama-- ella lo hace mejor-- he sofrito el tomillo con cuatro ajos en la olla, en un fondo de aceite de oliva, he dorado la carne, previamente despellejada y enharinada para que no se pegue tanto, --la olla ya está vieja-- la he reservado, he picado las carlotas y la cebolla las he rehogado y, cuando han perdido el orgullo, como decía Víctor Manuel, he añadido de nuevo la carne, un poco de pimentón y tomate frito, un vino generoso que me regaló un amigo, enriquecido con la salsa Cumberland y la reducción de Pedro Ximénez, lo he dejado reducir, lo he probado de sal y, claro, estaba dulce.

Que no cunda el pánico, me he dicho, he añadido agua y sal, lo he dejado un ratito y en la segunda cata estaba en su punto, bueno un poco dulce aún, pero es que la salsa Cumberland da ese punto. Si no te gusta, no la pones y ya está.

Ahora estoy escuchando el zumbido del vapor saliendo por la válvula de la olla, y les voy a dejar para dar un vistazo. No quiero que me pase lo de la cafetera esta mañana. -Cariño, no te levantes aún que voy a hacer el desayuno. He puesto la cafetera, he ido al ordenador y, antes de que pudiera darme cuenta, todos los azulejos de la cocina estaban salpicados de café furioso.

Nada, solo han pasado veinte minutos, la olla está en el fuego grande, pero a media potencia, y el aroma que se nota es perfectamente sano y agradable. No hay peligro de que se quede sin caldo y se agarre la carne. Ya he tenido cuidado de cubrir bien con el vino y el agua el guiso para no estropearlo. Necesita mas de una hora de cocción, pero lo pararé antes, porque no me gustan las sorpresas. Prefiero terminarlo con la tapa de la olla abierta porque así controlo mejor.

Cuando esté terminado el guiso, lo dejaré reposar hasta mañana y antes de servirlo lo calentaré un poco. Mi mujer preparará, mañana, unas patatas fritas, y yo las echaré a la olla diez minutos antes de servir la carrillada, para que se impregnen del aroma de la salsa Cumberland y la reducción de Pedro Ximénez.

Nunca había hecho esta mezcla. No se como saldrá. Ya se lo contaré. Faltan veinte minutos para apagar el fuego, así que voy a ir terminando, para evitar meter la pata por falta de
atención.

Las carrilladas cuestan menos de ocho euros el kilo. Seis porciones me han salido por menos de cinco euros. Tres carlotas compradas en el paquistaní de enfrente, treinta céntimos. Lo demás eran sobras que tenía en casa. Si deciden probar, que les aproveche.

En fin. Carrilladas con salsa Cumberland y reducción de Pedro Ximénez (salsas compradas en El Corte Inglés), tomillo, ajos, tomate, pimentón, cebolla, carlota y una buena dosis de amor a la cocina, a la humanidad en general, y a mi familia, en particular a mi hijo Jordi, a quien va dedicado el plato.

Me voooy a la cocina, tanto enrollarme, al final se me quemará. Un saludo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)13-01-12.

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