Hay pocos paisajes literarios tan desolados y depresivos como el que Dino Buzzati pintó en 'El Desierto de los tártaros', un relato que rezuma decadencia y desesperación en el que el tiempo no trascurre, simplemente está, en la espera de que suceda algo que nunca sucede.
Una guarnición italiana defiende un enclave fronterizo de improbables ataques y los personajes que pululan por el libro parecen surgir de una realidad absurda, y consumen sus vidas fantasmales en un entorno casi muerto, sin ninguna perspectiva de que vaya a suceder algo que las haga cambiar.
Ayer vi las imágenes del periodista de 'Comando Actualidad' viajando por los pueblos de España mas deprimidos por el frenazo de la actividad en la construcción y la obra pública, por el colapso financiero de las administraciones locales, y la imagen que tenía después de tres años de leer y escribir de la crisis económica y financiera cambió. El paisaje físico y humano de esa crisis, me hizo evocar 'El Desierto de los tártaros', de Buzzati, igual de patético, solo que aquel es ficción, y esto es realidad.
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No es igual leer conceptos abstractos, PIB, Deuda, Déficit, o ver cifras astronómicas en los titulares que por su dimensión se escapan de nuestra realidad cotidiana y es difícil que podamos asimilar y entender en su impacto sobre la gente, de puro inalcanzables que se nos antojan, que contemplar la presencia humana de las gentes directamente afectadas por esas magnitudes.
Trabajadores municipales que no cobran, pero siguen acudiendo al lugar de trabajo porque no tienen otra cosa mejor que hacer, empresarios que visitan todas las semanas los ayuntamientos sin obtener otra cosa que renovadas promesas que no se cumplen, canteras abandonadas, grandes polideportivos sin terminar, residencias para mayores construidas y no pagadas, para un número de residentes sensiblemente mayor al que las ocupan, con personas que asisten a los residentes, pero no cobran.
Una numerosa población afectada por la cadena de deudas que comienza en los cuarenta mil millones de euros que el conjunto de las Administraciones deben a sus contratistas (alrededor de un millón de empresas afectadas por esos impagos). Estamos hablando de 6,6 billones de las antiguas pesetas, de modo que buena parte del desempleo actual es imputable a la morosidad del Estado en sus diversos niveles.
Mas elocuente que las cifras es ver una cantera parada en Bailén, en la que el gerente de la firma --operarios ya no hay-- pone en marcha de vez en cuando el camión Volvo para mantenerlo en buen estado, o ver a la secretaria, uno de los dos o tres trabajadores que quedan en una empresa contratista arruinada, al lado de un teléfono que solo suena para escuchar las reclamaciones de la cadena de acreedores que ha seguido a los impagos municipales, pero no para recibir ningún encargo nuevo.
Acompañar a un contratista a visitar un polideportivo enorme, cuyas obras no se han cobrado, o ver a los antiguos trabajadores de la construcción de un municipio andaluz, antes con una economía próspera,pendientes de la cosecha de la aceituna para conseguir algún duro, son solo algunos rasgos de este nuevo paisaje depresivo que nos ha dejado la crisis, y del que no se puede tener una idea cabal leyendo titulares, si no se visitan, además, los lugares mas afectados, o alguien los visita por nosotros y nos lo cuenta. Es lo que hizo ayer Comando Actualidad, y debo decir que quedé impresionado por ese documento audiovisual.
Es incalculable el daño social y económico que ha causado, al conjunto del país, la concentración de recursos y actividades en la obra pública y la construcción privada, sin que nadie haya sido capaz de prever las consecuencias de esa asignación de recursos económicos a una sola actividad, que ha privado del equilibrio necesario a la economía para resistir un cambio de ciclo tan brutal como el que se ha producido.
Cuando se escriba la historia económica de estos años, con la distancia suficiente para
ver con mas claridad lo que ha ocurrido, puede que alguien nos explique que es, exactamente, lo que ha pasado, porqué, y quienes han sido los protagonistas de esta historia de desolación depresiva.
Mientras tanto, sus consecuencias humanas han sido muy bien retratadas por los periodistas de Comando Actualidad. Un retrato expresionista, solanesco, trágico, realista, de las consecuencias de la crisis. Nada que ver con titulares llenos de siglas y cifras, que no se acercan, ni de lejos, a la cruda realidad.
En fin. El Desierto de los tártaros.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19-01-12.
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