lunes, 9 de enero de 2012

PELOTA VALENCIANA

Raras veces me ocupo del deporte en las páginas del blog, un desinterés congruente con mi tendencia al sedentarismo contemplativo, pero hoy he bajado al Maravillas y en las páginas deportivas de 'Levante' he visto un artículo de Alberto Soldado que me ha llamado la atención, no solo por su buen estilo, eso no es noticia, sino porque relata con cierto lirismo la ruta seguida desde Valencia hasta Bicorp para asistir a un partido de pelota.

Describe esa travesía atravesando el Júcar hasta Millares, menciona los bucólicos y abruptos parajes que va encontrando, y de paso alude al origen de los hermanos Sáez Merino, que fueron campeones del sector textil en esta comunidad con sus famosos pantalones vaqueros de la marca Lois, evocando un tiempo de efervescencia económica, 'antes de que la competencia china acabara con todo el tejido industrial de los telares valencianos'.

Siempre que oigo hablar, o leo algo, relacionado con la ruina del sector textil, aparece en mi percepción la realidad evidente de que una de las primeras fortunas de este país --abusos a sus empleados en algunos centros de producción aparte-- Amancio Ortega, ha edificado su fortuna precisamente en ese sector, el textil, que el tópico repite una y otra vez que ha sido liquidado por la competencia china. ¿No habrá sido por nuestra propia incompetencia, oiga?, porque si Amancio no solo ha resistido, sino que ha crecido, a pesar de los chinos, es que algo en nuestra clase empresarial, la de aquí, no va bien.

Hay que citar a un señor tan antiguo como Schumpeter para entender lo que ha pasado entre la mayoría de la clase empresarial de la comunidad valenciana, su tendencia decadente que ahora se extiende en sus consecuencias a toda la población, en mayor o menor medida. Porque los recortes a los enseñantes, a los sanitarios, a los funcionarios, a los pensionistas --un uno por cien es un recorte, porque la inflación es mayor-- es la consecuencia del fracaso colectivo de un capitalismo que se nos había dicho que es el modo mas eficiente de producción, si no el único.

Schumpeter defendía la innovación como el impulso mas importante del progreso capitalista, y entendía las crisis como una convulsión cíclica que hacía progresar el sistema a través, precisamente, de la extensión de las innovaciones en el sistema productivo.

Ese capitalismo, el schumpeteriano, completamente ausente en los últimos quince años en esta comunidad ciudadana, con independencia de la desigualdad social intrínseca en su naturaleza, al menos se concebía como una fuente de progreso, sin cambiar el sistema, pero lo que hemos tenido aquí, lo que tenemos ahora es el mismo sistema de siempre, con sus desigualdades y sus inconvenientes, y sin ninguna de las ventajas que supone el progreso innovador.

Al apostar por sectores que no incorporan innovación, como la construcción y el turismo, dejando morir el tejido industrial que, mal que bien, con su diversificación y adaptación a los cambios del mercado daban una cierta capacidad de resistencia ante la crisis a nuestro tejido económico, nuestra comunidad ciudadana es ahora un paisaje económico y social desolado, con los peores indicadores en materia de producción y empleo, a una distancia sideral de las comunidades mas prósperas, como la vasca o la navarra.

Es cómodo pasar la pelota de ese fracaso a los chinos, pero no veo que tienen que ver los chinos con la relativa prosperidad, en medio de la crisis, que presentan las cifras de producción y empleo en otras comunidades.

¿Que necesita esta comunidad para salir de un sentimiento generalizado de decadencia y ponerse en marcha hacia un horizonte, no solo de recuperación, sino de renacimiento de las energías comunitarias que nos han caracterizado en el pasado?

Necesita, entre otras cosas, ciencia e innovación, pero no parches de pretendidos I+D subvencionados, sino conciencia colectiva de progreso, universidades y empresas que financien y produzcan logros científicos a la altura de los tiempos y los mercados. Necesitamos producir un número infinitamente mayor de patentes, pero como eso no se improvisa, habrá que estar al día de lo que se hace por ahí, comprar derechos para usar nuevos diseños y procedimientos de fabricación, ponerse las pilas.

Seguramente, nadie se opondrá a que se haga mas ciencia e innovación, como contribución al desarrollo de una comunidad ciudadana. ¿Como lo financiamos? se preguntarán algunos. Algunas comunidades tienen a su disposición una banca cercana para estas y otras cosas, nosotros, no, quienes tendrían que haber cuidado de la permanencia y racionalidad de nuestras instituciones autóctonas, las han llevado al desastre, como todo lo demás.

El daño que ha hecho a nuestra comunidad el conglomerado de intereses políticos y empresariales que ha liderado nuestro economía en los últimos tres lustros, dejando de lado nuestro potencial agrícola e industrial, abocándonos a la decadencia actual por la vía de la concentración de recursos económicos en un solo sector que ahora se ha desplomado como un castillo de naipes, es incalculable.

El espectáculo tragicómico de un ex presidente sentado ante el juez con una sonrisa que, o es un síntoma de cretinez, o de cinismo, solo es un lado de la actuación irresponsable de unas clases dirigentes que, en su mayor parte, no han estado a la altura de las circunstancias que demandaba un nuevo espacio de economía globalizada. La excepción de Zara, o de Roig, viene a confirmar la regla de la incompetencia manifiesta de las fuerzas que han dirigido el rumbo de esta comunidad, como ahora vemos, hacia el desastre mas absoluto.

Ahora viene aquello de que lo que ha sucedido aquí ha sido consecuencia de la crisis, un factor externo sobre el que se carece de control, ya que el manido argumento, 'la culpa es de Zapatero' ha quedado ya en desuso, obvio. Pues no, oiga, miren ustedes a otras comunidades, la vasca, la navarra, donde se han hecho las cosas mejor, donde siguen teniendo un aparato financiero cercano a sus intereses y necesidades y donde los índices de desempleo son menos de la mitad que los nuestros, claro que allí se construyó menos, y se innovó mas. Otros empresarios, de aquí o de fuera, como Roig, Ortega, son la prueba evidente de que a la crisis se le puede oponer la eficiencia.

En resumen, estamos en decadencia, sea cual sea el parámetro económico, social o demográfico que se emplee para medirla. La cuestión es de donde van a surgir las energías nuevas necesarias para un renacimiento de nuestro pulso social y económico. No van a salir de la misma clase política en buena parte responsable del hundimiento, ni de los empresarios que no han sabido innovar en el último quinquenio. También se puede pasar la pelota a los chinos, que nos hacen la competencia, aunque no parece una actitud muy productiva.¿Entonces?

Tal vez, si lo mejor de nuestros empresarios, nuestros juristas, nuestros intelectuales, se ponen en pie y constituyen grupos activos, al modo de las sociedades de amigos del país, ateneos y otros dinamizadores sociales que ejercieron ese papel en otro tiempo, imponiendo un ritmo nuevo a la vida política, social , económica, innovadora y científica, se pueda evitar perder otro decenio sin hacer nada.

No se si soy duro de oído pero, de momento, no escucho ningún movimiento en esa dirección procedente de la burguesía valenciana. ¿Será que tal cosa no existe, en realidad?

En fin. Pelota Valenciana.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 9-01-12.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios