He bajado al Maravillas con un agudo dolor detrás del entrecejo causado, digo yo, por la ginebra de garrafón que me tomé anoche, menos mal que solo fue un gin tónic, si hubieran sido dos, a estas horas me estarían trasladando en ambulancia hacia un lejano hospital, porque en los mas cercanos no habría nadie para atenderme.
El caso es que anoche asistí a un espectáculo de arte contemporáneo, una combinación de danza, teatro y experimentación sonora que fue muy aplaudido. Mi hijo menor era el del sonido. Lamento decirles a Carmen, Antonio y Jordi que el espectáculo me gustó mucho. Lo lamento porque un espectáculo de esa naturaleza que gusta al público, en lugar de provocar su rechazo, parece un indicador de que el arte contemporáneo ha perdido la capacidad de provocar, y la sociedad contemporánea la capacidad de sentirse provocada.
La provocación es ahora dominio exclusivo de la política conservadora. He leído algunos titulares de prensa y todos tienen esa facultad de cabrearte que antaño era del dominio exclusivo de los creadores artísticos. Ves la foto de De Guindo y sus secuaces, los que tienen aquí el dominio del recorte y la demolición, y la cólera que te produce comprobar como desmontan pieza a pieza, titular a titular, todos los logros obtenidos en mas de medio siglo de progreso social es infinitamente mayor que la que puede provocar cualquier performance, y cuando vas a nombrar esos actos de desvergüenza impune buscas las palabras para su definición y compruebas que, en ocasiones, el uso frívolo del lenguaje, te impide encontrar la expresión mas justa y apropiada.
Yo mismo le he llamado a esta oleada de ataques a los logros sociales históricos --mea culpa--revolución conservadora, sin caer en la cuenta de que revolución, como el término indica, es revolver las densas y hediondas aguas conservadoras para librarse de su permanente influjo inmovilista y conseguir que afloren aguas y aires mas limpios y diáfanos.
La lectura del libro de Blom sobre el periodo de la historia de Europa desde 1900 a 1914, la minuciosa descripción de la sociedad de ese tiempo y el fresco que pinta de las clases conservadores en los distintos países europeos, lectura que aún tengo a medias, creo que me ha permitido comprender mejor la mentalidad conservadora y percibir así que lo que marca el presente que vivimos es, claramente, un intento, sin oposición hasta ahora, de involución conservadora, una vuelta atrás, a velocidad acelerada, no de unas cuantas décadas, sino de un siglo.
Se nos lleva, de la mano de la crisis financiera y económica que sirve de coartada, a una restauración de las sociedades pre revolucionarias, no otra cosa es la oleada de recortes de derechos, después vendrán las libertades, sin poner ninguna solución a los problemas financieros que han generado la crisis porque, políticamente, interesa prolongar la crisis para justificar esa involución descarada.
Llama la atención la ausencia de una respuesta airada de la población a esta política. Al igual que los artistas, anoche, en la sala Xtra Lrge, cuando pusieron en escena su obra provocadora, Amor de Yeti, no consiguieron provocar al público, sino que respondió como si estuviera ante una representación convencional, la ciudadanía tampoco reacciona ante la política agresiva y provocadora de la derecha que gobierna este país, como si la cosa no fuera con nosotros. Da la impresión de que nos tratan como niños, a los que se hace tragar una desagradable purga, diciéndoles, en tono paternal, 'es por tu bien'.
Mienten. Hay otras medicinas, que no se aplican. Y no es por nuestro bien, es por el suyo. La
involución conservadora está en marcha, y si no hacemos nada para pararla, antes de que nos demos cuenta este país, como diría Guerra, no lo conocerá ni la madre que lo parió, pero ese cambio, esa involución, sera para mal, para la mayoría, y a beneficio de unos pocos.
No comparto, en absoluto, el discurso de la solidaridad ante la crisis. Lo compartiría, gustoso, si no hubiera una clase conservadora aprovechando esa llamada a la solidaridad en beneficio propio.
He buscado la foto de Rajoy, hoy, en la primera de 'Levante', pero no estaba. No da la cara o está desaparecido. En su lugar he visto la del cirujano que le reconstruyó el rostro después de un accidente de tráfico hace mas de treinta años. ¿Se ha ido Rajoy a jugar al dominó a Perbes con una cara postiza? Sea postiza, o no, es sin duda, una cara muy dura. Hay que tener la cara dura para ocultar un programa durante la campaña electoral, aplicar las medidas ocultas y desaparecer de la vida pública, dejando que den la cara otros.
Pero, lo mas preocupante, me parece a mi, es la ausencia de respuesta de la ciudadanía ante este fraude electoral, estos atropellos a los derechos sociales. Esta actitud infantil, la de tragar la purga sin rechistar porque es 'por nuestro bien', solo puede llevar a ampliar la extensión, la profundidad y la rapidez de las medidas antisociales que nos llevan, ante la falta de reacción social, a una involución conservadora de proporciones históricas.
En fin. Involución conservadora.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 5-01-12.
No hay comentarios:
Publicar un comentario