sábado, 28 de enero de 2012

LA MANO INVISIBLE

Adam Smith debe estar removiéndose en su tumba, al ver como sus epígonos actuales aplican con tanta torpeza sus enseñanzas de economista clásico. Smith vió al Estado de su época como un Leviatán, un monstruo devorador de recursos que impedía la libre circulación de los negocios, un obstáculo a la libertad de los mercados que, dejados a su albedrío, sin regulaciones que los asfixien, llevarían al progreso económico y social, por medio de la mano invisible que se encarga de conciliar oferta y demanda, gasto e inversión, moneda y precios, sin intervenciones estatales tóxicas que lo impidan.

No le faltaba razón a Smith, en algunos aspectos, si consideramos que en España, mediado el siglo veinte, había controles territoriales para el tráfico de mercancías de un pueblo a otro, y arbitrios municipales que gravaban ese tráfico, las importaciones debían ser autorizadas por el Estado --las licencias para importar, o las concesiones para negocios de distribución de productos energéticos, se obtenían solo con el favor de políticos influyentes-- por no hablar de la sindicación obligatoria de empresas y trabajadores en sindicatos verticales. Con la democracia y la integración con Europa, todas esas trabas se las llevó el viento de la libertad, y en esto, la mano smithsoniana hizo un buen trabajo, creo yo.

Ahora bien, el neo conservadurismo actual, mal llamado neo liberalismo, nos muestra ahora una mano invisible, que, además es ciega, para justificar sus errores garrafales de política económica. Porque ahora no se trata de que el Estado no interviene en los mercados, sino todo lo contrario. Los nuevos conservadores están usando el Estado a tope para intervenir en los mercados, y lo paradójico es que, con el argumento de salvarnos del Estado, lo que están haciendo es destruir los mercados.
(...)

Hace falta estar ciegos para no darse cuenta de que, con el uso del Estado que se está haciendo ahora, con las políticas sobre el déficit y demás, concretamente en España, la cifra de 5.273.600 parados que lleva hoy la primera de 'El País', no va a cesar de crecer, y esto implica la destrucción de los mercados de consumo e inversión hasta niveles de catástrofe, junto con un riesgo creciente para el sistema financiero, pues la presión sobre la morosidad por la ausencia de una efectiva política de empleo,no deja de aumentar.

Si no se da un giro rápido a la mal entendida política económica liberal que está destruyendo los mercados, la mano invisible solo va a servir al final para que Montoro y De Guindos se intercambien pajas, mientras la pobreza se extiende por el país.

Si Adam Smith apareciera por aquí y diera un vistazo a las políticas económicas que se siguen en su nombre, y conociera las cifras de desempleo que generan, se volvería a su tumba, asombrado de los extremos a los que puede conducir la estupidez humana.

Si no hubieran experiencias históricas que demuestran que de una situación así, solo se puede salir por medio de enérgicas políticas anti cíclicas, y un uso decidido de los instrumentos selectivos del Estado que pueden impulsarlas, uno entendería las actitudes de quienes tienen en su mano la política económica en Europa, pero las hay.

Keynes es un cadáver mas o menos exquisito, como Smith, cada uno en lo suyo supieron ver los defectos e insuficiencias de las respectivas concepciones del mercado que criticaron. No se puede invocar a uno sin el otro. Probablemente, solo una interpretación ecléctica de los dos, puede dar el fruto de un plan de medidas combinadas que combatan los dos males que aquejan a bastantes economías europeas, puro liberalismo radical y a la vez un intervencionismo residual, y no se puede luchar contra ambos males con una sola receta.

La situación actual de las economías europeas, de la nuestra en particular, no se puede abordar desde una tozudez ideológica --la concepción neo conservadora de la economía--
cuando se demuestran sus efectos negativos generalizados, solo porque esa sea la política dominante en este momento. Los mercados, esos que invocan nuestros políticos para justificar sus medidas, van a quedar arrasados si no se cambia pronto el enfoque para comenzar a salir, cada uno a la velocidad que pueda, aunque los burócratas de Bruselas deberían emplearse en propiciar una velocidad consensuada, de la recesión.

La solución es clara, aunque no fácil, una política económica y monetaria anti cíclica, combinada con las necesarias intervenciones en aquellos aspectos selectivos del modelo estatal que lo requieran. Cuanto mas tardemos en abandonar la ficción de la mano invisible, y sustituirla por la mano inteligente, mas aumentará la destrucción de los mercados, y con ella, la del empleo.

En fin. La Mano Invisible.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28-01-12.

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