martes, 31 de enero de 2012

EL COSTE DE LA HUELGA

He bajado al Maravillas y en la primera de 'Levante' he visto la foto de Rajoy. A la izquierda de la imagen, el presidente del gobierno de España, a la derecha Durao Barroso, al fondo los escaños azules de Bruselas.

El pie de la foto citaba una frase de Rajoy, supuestamente cazada por algún periodista atento, 'La reforma me va a costar una huelga..'. Deduces que esa conversación tuvo lugar entre Rajoy y Barroso, pero no, al volver a casa, mientras tomo el segundo café con leche del día con mi mujer, la radio aclara que se trató de una conversación entre Rajoy y su homólogo finlandés. ¿Que es un homólogo? Y yo que sé. Un finlandés tampoco, porque nunca he tratado a ninguno, pero me hago una idea, alguien que vive en un país frío.

Estos días todos vivimos en países fríos, con la ola esa de aire siberiano que nos invade, pero por aquí no llegamos a los extremos de Moscú, -21 ¡de máxima!, joder, aprovecho que aún puedo mover los dedos con cierta agilidad, y voy a perder el tiempo con eso del coste de la huelga, antes de que se me queden congelados.
(...)
El caso es que Rajoy estima que si hay una huelga, el tendrá un coste. Vamos a ver. Una huelga general tiene muy elevados costes, de muy distinta naturaleza. Comenzaré por distinguir los costes políticos (para la clase política contra la que se hace la huelga)de los costes ciudadanos, que afectan en diverso grado a todos los demás.

Los costes políticos pueden ser medidos, en votos, si la huelga precede a unas elecciones, o mediante los oportunos sondeos de opinión que miden la popularidad de los políticos, la aceptación social de sus medidas. Ese supuesto coste en votos explica que Sarcozy 'retrase hasta después de las elecciones francesas las medidas mas duras de su ajuste', y la expectativa generalizada en España de que Rajoy espera el resultado de las elecciones andaluzas para seguir tomando decisiones impopulares.

Los costes de las huelgas, sin embargo, exceden ampliamente de su coste político. Para empezar, quienes las convocan, exigen de sus afiliados y simpatizantes que no trabajen para mostrar su protesta, lo que supone una cantidad enorme de dinero en salarios perdidos. En las huelgas generales, los transportes públicos dejan de funcionar, lo que suma un número considerable de personas que, compartiendo o no los argumentos de la huelga, dejan de trabajar.

A estos costes ciudadanos directos de la huelga, hay que añadir la sangría que supone en los presupuestos públicos de todas las administraciones, en los capítulos de limpieza, policía, bomberos, mobiliario urbano,(si es el caso) que un acontecimiento así, conlleva.

Luego está el lucro cesante de las empresas, privadas o públicas, que se ven afectadas por la pérdida de uno o mas días de producción. Todos estos costes, y alguno mas que no cito, son materiales, se pueden contar, medir, y formar parte de un titular que diga, tal huelga general se estima que ha producido unas pérdidas de tantos millones de euros.

Quienes convocan una huelga general, son muy conscientes de esos costes, por eso es una medida de último recurso, cuando se han agotado todas las vías de diálogo para resolver un conflicto social.

Hay otros costes, inmateriales, mas difíciles de medir, que a mi, por mi enfoque sociológico y antropológico de la vida, aunque no soy sociólogo ni antropólogo, me preocupan mas. En particular, me preocupa la pérdida de cohesión social, algo inmaterial, intangible, pero necesario para que la ciudadanía y la clase política vivan en un relativo equilibrio pacífico.

El sistema se está revelando en los últimos años como lo que siempre ha sido, una máquina de explotación, pero mientras ese nivel de explotación ha ido acompañado de un cierto nivel de recompensa, las mayorías sociales lo han aceptado, se han adaptado
y esos niveles de aceptación se han mantenido durante mucho tiempo.

Algo ha cambiado en esa relación de explotación/aceptación relativa. He visto un par de películas estos días, Margin Call, sobre el último día de los ejecutivos de Lehman
Brothers, antes de que ese banco de inversión quebrara, y Inside Job, una serie de entrevistas a personas muy relacionadas con la crisis financiera, aunque los máximos responsables declinaron ser entrevistados.

Es difícil quedar indiferente ante la actitud cínica y prepotente de algunos de los entrevistados. En mi opinión, hay tanta información sobre las causas de la crisis a nivel mundial, que quienes nos piden sacrificios para superarla no puedan encontrar como respuesta la misma relación de explotación/aceptación existente hace unos años. De ahí que insistan tanto en el mensaje del miedo.

Una parte de la clase política es consciente del peligro de un estallido social. Un indicio de esa sensación son las recientes declaraciones de Paula Sánchez de León, delegada del gobierno de Rajoy en esta comunidad,en las que hablaba de prevenir esa eventualidad.

Decía Hobbes que el hombre es un lobo para el hombre. Nunca compartí esa visión, pero si creo que nos habita, a la vez, un lobo y un cordero. Durante mucho tiempo, el lobo ha estado dormido y nuestra actitud social ha sido, mas bien, de corderitos, en proporción a los niveles de explotación que el sistema se cuidaba de no sobrepasar.

Ahora están despertando al lobo, le quitan la comida de la boca. No esperarán que se quede quieto. La Huelga General, a la que se teme, es la respuesta del lobo. Yo temo mucho mas, a la pérdida de la cohesión social. Si tal cosa sucede, todos perdemos.

Los políticos que provocan esas respuestas sociales con sus actitudes, deberían reflexionar sobre ese coste y aplicar a sus medidas, antes de tomarlas, lo que en la ciencia social se conoce como el análisis de coste/beneficio.

En fin. El Coste de la Huelga.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN)31-01-12.

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