viernes, 7 de febrero de 2014

AMOR A LAS SIGLAS

Sigo mi reciente impulso de comenzar la entrada del blog con una pregunta retórica. Hoy toca, ¿Que es el amor?, porque en la 3 de 'Levante' aparece un titular muy expresivo que invita a la reflexión, 'El PP apela al 'amor' a las siglas...'.

¿Se puede enamorar uno/una de unas siglas?. Sí, al menos eso me dice mi experiencia relacional pues se de la mujer de un amigo que no solo estuvo enamorada de C&A, esa tienda que se encuentra en los centros comerciales, a la que visitaba todos los días con la devoción que sigue al enamoramiento, sino que mas tarde, cuando rompió esa relación, fue al notario para hacer constar su voluntad póstuma de que se esparcieran sus cenizas en el pasillo de oportunidades del Corte, su nuevo amor, olvidado por despecho el anterior.

Constatado que el amor a las siglas existe, me pregunto que clase de amor es ese, por lo que busco respuestas sobre la naturaleza de esa emoción en las fuentes habituales.
(...)
Mi viejo y pre democrático Espasa dedica página y media a dar respuestas a una cuestión tan susceptible de ser tratada de forma poliédrica, pero lo hace desde el punto de vista de la ideología dominante cuando se editó, así que la primera acepción de amor parece redactada por la conferencia episcopal de entonces. 'Afecto por el cual busca el ánimo el bien verdadero o imaginado....amor de Dios, de los hijos, de la gloria...' 

Al descender a una acepción mas terrenal, los redactores del Espasa se refieren a la 'Pasión que atrae a un sexo hacia el otro' y no se les ocurre otra imágen para ilustrar ese concepto que un asno empalmado, pues a continuación puntualizan, 'se dice también de los animales', de modo que queda claro cual es su visión de la sexualidad.

Alarmado por esa visión tan extrema del Espasa, todo lo que no es amor divino es animalidad, recurro a Wikipedia, que da una definición tan amplia como confortable, pues en ella cabemos todos. 'El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista'.

Animado por esa amplitud de criterio, y marcado por mi antigua formación de economista, me atrevo a formular mi propia definición, 'El amor es, o debería ser, un intercambio de afectos, que tiende a alcanzar el equilibrio' Como en toda relación de intercambio, hay una oferta y una demanda, si en esa intención de intercambio uno de los dos sujetos no está interesado en la transacción, no podemos hablar de amor a secas, sino de un caso de amor romántico que, al no materializarse, puede llevar a quien se ofrece y no es demandado a un mundo irreal que nada tiene que ver con el auténtico amor humano.

Veo que me estoy poniendo casi tan cursi como Ortega y Gasset en su librito 'Estudios sobre el Amor', que no recomiendo a nadie, salvo que quiera partirse de risa con las cursiladas que dice, así que voy al nudo de la cuestión.

¿Es posible que millones de personas estuvieran enamoradas de las siglas del PP cuando le dieron mayoría absoluta en las urnas en las últimas elecciones? A ver, cuando uno se enamora de unas siglas, a veces es por el despecho que le han deparado otras. Así como la mujer de mi amigo abandonó C&A y se pasó al Corte Inglés, buena parte de los votos que recibió el PP se explican por el desengaño con las siglas de Zapatero. 

Ahora mismo se vislumbra un conflicto conyugal en el Partido Popular, y la prueba de que ese conflicto existe es la apelación al 'amor a las siglas', que es como la llamada a un ejército en retirada para que cierre filas y evite deserciones. 

No profeso ningún amor a las siglas del PP, lamento decir que tampoco me entusiasman las otras, en este país, en mi opinión, tenemos un grave problema con las siglas y es que cuando optamos por alguna, cuando gobierna se dedica a desmontar lo que se hizo cuando gobernaron las otras, y con ese ir y venir, estamos casi siempre en el mismo sitio, no progresamos.

Tengo una cierta envidia de los suizos, no de sus egoismos, ni de su actitud racista, sino del hecho de que nadie conoce las siglas que allí gobiernan, ni los nombres de los gobernantes, y el país funciona, aunque a costa de los demás paises que les confian sus capitales opacos. Se diría que los políticos suizos solo se ocupan de gestionar el país, sin personalismos, sin espectáculo público en los periódicos, y casi sin siglas. 

¿Como se atreve el Partido Popular a reclamar 'amor a sus siglas'?, después de haber destrozado casi el país entero, con su dócil política en favor de los acreedores, echando todo el peso del mal negocio que supuso el reventón de la burbuja en los hombros de los deudores, a diferencia de lo que hicieron otros políticos en otros lugares, como Rafael Correa en Ecuador, que echó al FMI y aplicó una política mas favorable a sus nacionales.

Esa llamada, sin duda va dirigida a sus votantes naturales, a quienes votan por ideología o por pertenencia a un grupo, pues tienen claro que los millones de votos que se apuntaron, ocasionalmente, a sus siglas, para castigar la política errónea de Zapatero, son los mismos que huyen ahora de las consecuencias de su elección, como parecen indicar los sondeos de intención de voto. 

El ganador de esta falta de amor a las siglas, parece que va a ser el partido de la abstención, cada vez mas numeroso. No se si hay que entristecerse o alegrarse por esta falta de amor ciudadano a las siglas bipartidistas. 

Si este desamor supone que estamos en el umbral de un cambio entre la clase política, aunque tarde algo en definirse, la aparición de una nueva generación de políticos menos arraigada en la corrupción, mas sensible a las necesidades ciudadanas, pues sería motivo de contento, ¿no?, pero claro, es pronto para saberlo, yo, por lo menos, no lo sé. 

En fin. Amor a las siglas. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7-02-14.

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