sábado, 1 de febrero de 2014

LA RAMPA

Mi memoria infantil me devuelve alguna vez las sensaciones que sentía cuando me deslizaba por una de las pendientes marmóreas que flanquean la escalinata del Mercado Central, en las visitas dominicales que hacíamos a mi abuela, que tenía una carbonería en el barrio de las putas, en un lugar de la calle Guillén Sorolla que ahora es un parque infantil.

Me deslizaba por aquellas superficies pulidas por los culos de miles de niños con la inocencia de mis pocos años, ni siquiera sabía que aquello era una rampa, para mi solo era un juego, una diversión, y no podía ni soñar que, con el tiempo, escribiría un artículo en Internet, motivado por un chiste de Ortifus, que aparece hoy en la 2 de 'Levante'.

En la viñeta, con el lema 'La infanta prevé bajar en coche la rampa de los juzgados y evitar el 'paseillo', aparece el dibujo de un coche descendiendo por la pendiente, y la frase que culmina el chiste gráfico es, 'Hecha la ley, hecha la rampa'.
(...)
Las rampas tuvieron mucha importancia en la vida de los niños de los años cuarenta y primeros cincuenta, yo siempre digo que soy de la edad del carro porque la circulación de automóviles por las calles de los barrios periféricos de Heliópolis era poco habitual cuando yo jugaba en ellas, entre otras razones porque estaban llenas de montones de tierra, que nos daban la ocasión de deslizarnos por sus pendientes, cuando no estábamos ocupados en batallas de lanzamiento de piedras contra los vecinos. 

Esa es la razón por la que asocio la existencia de rampas, con juego y diversión. Sin embargo, la actualidad nos presenta la rampa de un juzgado como un elemento conflictivo relacionado con el tratamiento jurídico que debe recibir una persona de la casa real citada como testigo de los supuestos delitos de su cónyuge. 

En ambos casos, el de mi infancia, o el de la infanta, se trata de bajar la rampa, en un caso, se trata de algo lúdico, en el otro, de preservar la privacidad ante la curiosidad pública. Matías Vallés, colaborador de 'Levante', escribió estos días que a el le importa un pito por donde entre al juzgado la infanta, le importa mas lo que tenga que declarar sobre sus responsabilidades en el sumario. Comparto esa opinión.

Mientras estamos entretenidos en discutir como baja la rampa la infanta, se nos olvida que hay millones de personas intentando subirla, con muchas dificultades. Una metáfora gráfica complementaria del chiste de Ortifus, podría ser la imagen de una muchedumbre intentando subir la rampa de la recesión económica, con sus uñas sangrantes resbalando sobre una pared que no pueden por si solos alcanzar, y que terminan cayendo unos sobre otros sin posibilidad de abandonar el nivel inferior en el que se encuentran. 

A mi me parece mas drámatico ese intento de subir la rampa, sin conseguirlo, que el modo en que la infanta descienda de la rampa, la verdad, pero ya se sabe que los medios de información prefieren la imágen de una persona influyente bajando, que una multitud desesperada intentando subir, que se le va a hacer. 

En fin. La Rampa.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 1-2-14.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios