miércoles, 19 de febrero de 2014

EL LENGUAJE

Ayer, en el Aula de Teatro, el profesor trató de enseñarnos la respiración diafragmática, a retener el aire en las costillas, a poner la boca como si fuéramos a bostezar, para conseguir un buen volúmen de voz en un ejercicio de canto. Me sentí como un hombre prehistórico ensayando los primeros rudimentos del sonido que precedieron al lenguaje.

Me hubiera gustado contemplar desde un agujero del tiempo el momento mágico en el que un grupo de homínidos comenzó a articular sonidos que mas tarde se convirtieron en el medio para nombrar las cosas que les rodeaban, y para nombrarse ellos mismos, es decir, como se convertian en plenamente humanos gracias al buen uso del lenguaje.

Apenas han transcurrido unos millones de años, solo un momento en el tiempo geológico, y ya hemos aprendido a cagarla, a usar mal el lenguaje, perjudicando de ese modo nuestra ancestral condición humana. El lenguaje se ha pervertido tanto en nuestros días, se usa de un modo tan engañoso, falaz y torticero, en particular en algunos ámbitos de poder político, financiero, y hasta sindical, que nos hemos acostumbrado a la mentira de quienes ostentan alguna porción de poder como algo cotidiano, es algo que ya no nos extraña.

No creo que esta ola de lenguaje engañoso que nos envuelve deba atribuirse unicamente a la situación socio económica que se prolonga desde hace años, seguramente la cosa comenzó cuando surgieron las primitivas estructuras de poder tribal, pero las actuales tecnologías de la comunicación son el soporte por donde viaja ahora la mentira a nivel planetario.

La atención que presto en el blog a este lenguaje torticero aplicado a la manipulación de la verdad en el ámbito de la política, me ha privado de percibir el mismo proceso en otros ámbitos mas cotidianos, los de la publicidad y la comunicación empresarial, hasta ayer, en que la lectura de un folleto de la empresa municipal de transportes me ha confirmado que las falacias en la comunicación no son en absoluto exclusivas del mundo de la política.
(...)
Ayer, mientras esperaba el bus para ir al Aula de Teatro, un joven ataviado con una prenda promocional y una bandolera llena de folletos me entregó uno que hace referencia al 'Mejor itinerario Mejor servicio de tres líneas de autobuses' entre ellas la que tiene una parada frente al portal del edificio donde vivo. Leído el folleto, me entero de que esa parada tan próxima desaparece, y me remiten a otra que no existe, en la confluencia de dos calles, que no confluyen, nunca han confluido y nunca confluirán, porque es imposible físicamente. 

La pregunta es porqué los responsables de esta empresa no han elegido otro mensaje, en lugar de la palabra 'mejor', para informar de lo que es un cambio, por razones logísticas, supongo, pero no puede ser una mejora para aquellos usuarios que ven desaparecer su parada mas próxima, y encima no se les informa con precisión de a cual deben acudir. 

La respuesta está clara, el lenguaje promocional, publicitario, invade todos los aspectos de nuestras vidas, y su función es convencer al usuario de las bondades del emisor del lenguaje, aunque el mensaje sea falso, mendaz, erróneo.

En un primer momento, tuve el impulso de acudir a un juez y denunciar a la empresa por falsedad, si es que tal cosa está castigada en el código penal, pero con la faena que tienen los jueces, desistí.

Esta mañana, mientras tomaba café, he visto a otro joven vestido con ropa promocional de la misma empresa, he salido disparado, he exhibido el folleto, le he demostrado que la nueva parada que anuncia el folleto no existe, le he pedido que la próxima vez hablen de 'cambio' no de mejora, y le he sugerido que mande a su jefe a la puta mierda, porque un staf que cuesta tantos millones de euros, de una empresa municipal con un déficit de unos seiscientos millones, al menos debería tener la decencia de no mentir en su política de comunicación, y prestar mas atención a las necesidades de los usuarios. 

Esto parece una tontería de un viejo cascarrabias, algo rijoso, porqué no decirlo, y probablemente lo es, pero lo que subyace debajo de esta cosa intrascendente, cotidiana, es el mismo mal que circula con una amplitud planetaria a través de los medios de comunicación de masas (ciudadanas), la degradación del lenguaje, convertido en un instrumento de engaño y dominio, seguramente desde hace milenios, pero nunca como ahora, con tanta extensión, con tanta generalidad, gracias al caballo tecnológico sobre el que va montado.

Ayer, sentí el impulso de ponerme a constituir un grupo numeroso en defensa de la verdad, en todos los niveles de la comunicación pública, pero me siento demasiado viejo para eso, además, ya están los defensores del pueblo, lástima que están tan ocupados con las cuentas públicas que no les queda tiempo para nada mas.

En fin. El Lenguaje. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19-02-14. .

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