sábado, 3 de noviembre de 2018

BIPOLARIDAD

"He bajado al Maravas, después de darme una ducha muy estimulante, con el baño previamente calefactado por si acaso. Luego de tomar un café bien cortado, un ron quemado y un zumo de naranja, he visto un ejemplar del 'Levante' de hoy sobre la barra, abierto por la 2. Eureka,lleva lo de Millás, 'Tanto dolor'.

He leído la entradilla, pero no más, porque sin mis gafas de lupa no veo un pijo. De vuelta a casa he entrado en el kiosco y he comprado un ejemplar, solo por disponer del texto íntegro de Millás, hoy, lo único que me interesa del periódico.

Después de ejercer mi placer de lector, voy a hacer algo que no hago casi nunca, mostrar en el blog el texto íntegro de ese artículo, si hay que pagar algo por ello, ya me lo diréis.

"La rodilla no me duele en la rodilla ni el oído interno en el oído interno ni la garganta en la garganta. No. Todo me duele en el cerebro: la rodilla, el oído, la garganta y tú. En el cerebro me duelen también los lunes y los martes y los miércoles. Y cuando me acatarro se acatarra el cerebro y la fiebre de hoy se la debo al cerebro, lo mismo que estas líneas que brotan, nerviosas, en la pantalla del ordenador: ellas no son sino un producto suyo, del cerebro. Me visto y me desnudo para él, para el cerebro, y lo paseo al salir a pasear. Y si admiro el paisaje, lo admiro para él, que es un esteta. Cuando de vuelta a casa me detengo a tomar un vodka con limón,es el primero en notar las secuelas de bienestar, de euforia, de optimismo, y el primero en sufrir la caída cuando desaparecen sus efectos.
En poco más de un quilo de materia gelatinosa y gris, plástica y moldeable como la silicona de los cuartos de baño, cabe cuanto quieras meter: Carlos Hernández de los Ríos, por ejemplo, hijo de Rosa y Filomeno, nacido en Guadalajara el 31 de enero de 1990,el año que nevó al nivel del mar,pongamos que cardiólogo, con su plan de pensiones y su cartilla de la Seguridad Social y su tarjeta de crédito de American Express. Los fines de semana escribe versos y va a ver a sus padres en un Renault Megane de seis velocidades.
Todo eso le cabe al aludido en el cerebro entre cuyas rendijas se mueve, inquieto como una cucaracha, un yo perplejo dotado de los cinco sentidos más un sexto con el que adivina el futuro, mientras pasa consulta y recomienda no fumar ni beber ni comer grasas saturadas a los pacientes de la clínica en la que trabaja. Ahora que sus extremidades perciben la llegada del frío, el tal Carlos se abriga para él, para el cerebro, claro, y para él se pone los guantes de lana y desayuna fuerte porque el cerebro, en el invierno, consume calorías por un tubo. Vemos ahora al cardiólogo en la calle, cruzándose con usted, que es su vecino, y se saludan, cada uno desde la oscuridad de su cerebro donde hoy también se manifiesta toda la angustia del universo, todo el horror de no saber para qué tantas glándulas, tantas amigdalas, para qué tantas vísceras. Tanto dolor."

Si ustedes han tenido la paciencia, como yo, de leer el texto íntegro de Millás, tal vez habrán notado una peculiaridad en este magnífico escritor, ausente en otros periodistas, su condición de bipolar, una singularidad que en modo alguno es, en nuestros días, un trastorno, como se definía antes, y que está presente en cientos de miles de españoles, entre ellos, yo mismo.

Consiste la bipolaridad en un fenómeno cíclico que afecta a los niveles del ánimo, de modo que se suelen alternar períodos de euforia, con estados depresivos. Recuerdo la primera vez que recibí ese diagnóstico médico, hace más de cuarenta años. Me cabreé con el facultativo del ambulatorio porque puso en el papel 'Trastorno maníaco depresivo'. 'Pero, tú de que vas, como pretendes que encuentre trabajo con ese diagnóstico, que evoca a Jack el destripador, quita eso y pon ciclotimia, o te doy una hostia.'

La ciclotimia, o bipolaridad, como se conoce ahora, gracias a los estabilizadores del ánimo, que reducen la frecuencia de los episodios críticos, que de algún modo, cronifican sus efectos, ya no es un problema para mí, desde hace muchos años, aunque lo fué cuando aún no había aprendido a vivir con ella.

Ahora, en este momento, lo que en tiempos me pareció una limitación, ahora me parece una ventaja, es como vivir dos vidas alternativamente, y, aunque, esa mejoría, pueda sonar a normalidad, a mi me parece un privilegio que nos aleja a los que lo disfrutamos de la monotonía, del aburrimiento, o sea, de la normalidad."

Un saludo cibernauta.

En fin. Bipolaridad.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 3 11 18.

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