martes, 6 de noviembre de 2018

UN DÍA CUALQUIERA...

"Un día cualquiera, sales a la calle y un sol esplendoroso que refleja la luz mediterránea desmiente los augurios de un tiempo invernal. Cruzas un paso cebra y mientras observas fascinado el reflejo de la luz del mar sobre las hojas de los árboles urbanos, de los helechos arborescentes, de las flores de los cuidados setos, un vehículo a motor se te lleva por delante, y solo quedan de tí las cenizas --si eliges la cremación para evitar futuras disputas sobre tu exhumación, o no-- y, aunque el cielo está exento de nubes, en la nube de Internet quedarán las 3.308 páginas que has ido dejando a lo largo de tu etapa de escritor aficionado. Que fuerte, ¿no?.

Un día cualquiera, te sientas frente al teclado del ordenador, pensando que dispones de una hora para escribir las tonterías del día, cuando tu mujer te reclama para ir al mercado a por los productos cárnicos necesarios para el arroz al horno de la comida familiar...pues nada, hasta luego.

 ......

Hemos vuelto del mercado, después de pasar por el cajero del banco, donde solo he podido culminar la operación de servicio de efectivo, después de cuatro correcciones, pero que torpe se vuelve uno con la edad, o tal vez ya lo era antes.

Después de adquirir dos espalditas de cordero para los días navideños,las costillas, tocino, morcilla para el arroz al horno y unos huesos para caldo, nos hemos aventurado en la sección de pescado. Las ofertas de pescado, hoy que no es viernes o sábado, son tan limitadas, tan poco variadas, como las que citë en la página Descartes.

La pesca selectiva no solo tiene su reflejo en los supermercados, también en los mercados de barrio, tradicionales, aunque hoy, por excepción, en uno de los mejores puestos, hemos encontrado medio kilo de palaya para la cena de esta noche.

Un día cualquiera te aventuras en el ruido urbano y notas el calor del sol en tu piel, una sensación placentera semejante a la que debe sentir un gato instalado en una azotea, al contemplar, indiferente, los trasiegos de los humanos lejos de su hábitat.

Aunque Millás dice que somos solo cerebro, nadie me puede privar de esta sensación cálida en la piel. A pesar de cierta perversión en la política, pese a Trump, Salvini, Casado, nada de eso impide esa sensación táctil en la piel, tan placentera, que no puedo creer que deba atribuirse solo a nuestro cerebro.

Un día cualquiera, te aventuras,al salir del mercado, en el mundo del azar.Entras en la Administración de loterías, al lado de la de la Once, y te asombra la cantidad de sorteos distintos que se ofrecen al jugador. Buscamos, cargados de superstición, un número para el sorteo de navidad de la lotería nacional, que esté por encima del 31.000 y por debajo del 37.000. No lo encontramos. Esto si debe ser cosa del cerebro, porqué ese rango numérico está en nuestra cabeza, no lo sé, no tengo ni idea.

Un día cualquiera, después de comprar en el mercado, sacar dinero del cajero, buscar, infructuosamente, la fortuna, cargados con las bolsas de la compra, decidimos tomar el autobús. Aleluya, el 6 está parado en un semáforo, antes de alcanzar la parada.

Lo tomamos y, por el camino, termino de perfilar estas tonterías, que vuelco sin mejorarlas al volver a casa."

Un saludo cibernauta.

En fin. Un día cualquiera.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6 11 18.

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