miércoles, 12 de diciembre de 2018

EL REGALO SUECO

"Volvía del ritual de la manzanilla doble de los miércoles, ensayando de nuevo el ritmo lento de mis pasos,esta vez buscando las zonas soleadas, cuando me he detenido frente al ambulatorio de la seguridad social de Arabista Ambrosio Huici, una de las mejores instalaciones de atención primaria de Vàlencia, que ordenó construir, cuando fué ministro de Sanidad del gobierno socialista, Ernest Lluch.

Aquella iniciativa para el bienestar de la ciudadanía aún perdura ofreciendo cada vez mejores servicios. Otra ciudadanía, más violenta, E.T.A., truncó a tiros la carrera política y la vida de Lluch. Fueron otros tiempos, esperemos que no vuelvan.

Lluch, antes de ser ministro, fué profesor en la Universidad de València, donde tuvo la cátedra de Historia en la Facultad de Económicas. Yo andaba por allí, entonces, recuerdo que cada vez que fuí a su departamento, siempre me encontré con el suplente, con la copia, nunca ví al original, que andaría muy atareado, supongo, intentando cambiar, a mejor, el país.

Lo que motiva esta entrada es el edificio que está frente al ambulatorio. Una edificación, cerrada con un muro que la circunda, que ocupa casi media manzana, con una zona ajardinada y un edificio docente que ha pasado por diversas etapas hasta acabar en lo que es hoy.

Cuando sucedió en 1.957 el trágico episodio de la ríada, la ciudad recibió innumerables muestras de solidaridad para atender las heridas que el Turia viejo había dejado en su urbanismo, en su población. El gobierno sueco, fué uno de los donantes más generosos, pues este complejo educativo, que ahora ya no lo es, fué financiado íntegramente por los suecos.

A este lugar, cuando se llamaba Santa Brígida, y era un centro para menores en edad pre escolar,gestionado por monjas, fué mi hija Mónica, que ahora esta cerca de los cincuenta,miro en mi memoria antigua y veo a Mónica, con su uniforme, sentada en la escalera de entrada al centro cuando íbamos a recogerla.

El paso del tiempo hizo que aquel centro de pre-escolar, se convirtiera, con la marcha de las monjas,en un lugar de acogida para jóvenes problemáticos, tan problemáticos, que los problemas de drogas y prostitución infantil llevaron al cierre del establecimiento.

Hoy, cuando he paseado de nuevo por aquí, la placa que recogía la inscripción de Santa Brígida, es una lámina de metal vacía de mensaje alguno, en cambio, las placas de la empresa de seguridad que custodia este centro, ahora vacío, se repiten por toda la fachada, que no muestra ningún signo de vida.

Hay dos cosas que no me gustan de la situación actual de este lugar. Que en ningún sitio se reconozca públicamente que este edificio fué donado por el gobierno sueco, después de 1.957,que, con la necesidad de centros para educación pre-escolar que tenemos en la ciudad, este permanezca cerrado a cal y canto, ¿porqué? no sé.

El regalo sueco, sí.

Miro la hora en el móvil, estoy a un minuto del centro de mayores donde he de recoger a mi mujer después de su clase de gimnasia. Me sorprende la hora que se ha hecho, resultado de mi lentitud al caminar que, por segunda vez, he practicado en mi paseo por el barrio.

Un saludo cibernauta.

En fin. El Regalo Sueco.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 12 12 18.

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