domingo, 16 de diciembre de 2018

LA REVOLUCIÓN DEL AMARILLO

"He bajado a La Fuente, porque hoy el Maravas cierra. El café cortado y el agua del grifo me ha costado un euro quince, quince céntimos más que en el Maravas --tendré que darle explicaciones a mi mujer por excederme del presupuesto para consumos bareros-- pero esos quince céntimos los doy por bien empleados, porque la gran pantalla de televisión que hay frente a la barra me ha proporcionado información suficiente para la entrada de hoy.

Mientras tomaba café en la barra, los cartelitos que ponen en la parte inferior de la pantalla de la tele informaban, entre otras cosas, de lo siguiente:

"Decáen las protestas de los 'chalecos amarillos' en el 5º sábado de su presencia en las calles de Francia."

Al parecer esa 'escasez' de presencia revoltosa callejera se ha cifrado en unas 66.000 personas en todo el país y en París ha requerido la presencia de muchos miles de policías. Yo no sé ustedes que opinarán, pero un movimiento ciudadano de protesta que se prolonga ya más de un mes, y que ha provocado miles de detenciones, yo no diría que es solo una protesta, sino una revolución. La revolución del amarillo.

Sobre todo, porque no se trata solo de Francia, sino de Catalunya, donde las gentes, los CDR al menos, usan el amarillo como distintivo propio, ocupan peajes y hacen cosas imaginativas para llamar la atención de los sumisos españolistas que no comparten su ideario, por no hablar del lacito ese de Torras, el bobo Puigdemont, y los honestos independentistas a los que engañan sus jefes.

La historia tiende a repetirse, aunque nunca del mismo modo. Hace unos cien años, en 1917, surgió otra revolución, la revolución del rojo, un color más llamativo, hoy sin embargo finiquitada, porque el capitalismo, contra el que surgió aquel movimiento, triunfó en 1.989 cuando se derribó el muro de Berlín, aunque con la contradicción de que el actual capitalismo de Trump quiere volver a construir muros para resolver cuestiones que se arreglan con el diálogo, no con ladrillos.

El amarillo está presente ahora, con mucha fuerza, y no en un solo lugar. Mientras miraba la pantalla de la tele en el bar, de las dos mujeres que aparecían en pantalla, una iba vestida, ¿lo adivinan?, de amarillo.

Es evidente que se ha perdido el respeto a la superstición de que el amarillo es un color rechazable, que tuvo su origen en la muerte del dramaturgo francés Molière, que sucedió pocos días después de haber interpretado, vestido de amarillo, 'El Enfermo Imaginario'.

Desde entonces el color amarillo ha estado proscrito en los vestuarios teatrales, pero a los no actores, ¿o sí?, actuales que están representando en las calles, no solo de Francia, su hartazgo con las políticas de los gobiernos capitalistas actuales, parece no importarles en absoluto la maldición del amarillo.

Doy un vistazo a mi fondo de armario y compruebo que no tengo ninguna prenda amarilla, igual me voy el lunes al mercadillo y me compro un chaleco, para reforzar la pretendida escasez de la actual revolución francesa del amarillo.

No tomen muy en serio lo que he dicho porque a mí, el amarillo, solo me interesa por su naturaleza cromática, nunca quise ser revolucionario, aunque, de niño, quise ser poeta del pincel. Para mí, el amarillo es, sobre todo, un color de gama cálida que, cuando veo el cielo al bajar a tomar café pronto, nunca se muestra aíslado, sino hermosamente fundido con el rojo, el anaranjado, incluso el azul, de otra gama, componiendo una forma armónica, de difícil descripción, por la mezcla de elementos cromáticos que conviven en el amanecer de esta tierra maravillosa, tan cercana al Mediterráneo, donde tuve el privilegio de nacer.

Ningún conflcto social, político, de órden, de desórden público, alcanza el grado de complejidad cromática del primer cielo de la mañana, solo muestra la simplicidad con la que la mayoría de los humanos se dejan conducir, engañar, por unos ú otros de los sátrapas de nuestro tiempo, tengan el poder, o busquen derribarlo para alcanzarlo ellos."

He dicho.

Dentro de un rato, vamos a la Pedanía del Saler, para asistir, en su pequeña iglesia, a un concierto en el que participa nuestro nieto menor, con su trompeta, o sea, que lo dejo.

Un saludo a los usuarios de Hong Kong que visitan el blog en este momento, y a los demás, también.

En fin. 'La Revolución del Amarillo'

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 12 18.

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