miércoles, 2 de diciembre de 2009

DARWIN

Ayer no salí en todo el día de casa. Una indisposición pasajera me tuvo en un sillón, abrigado con una manta. Los tíos, ya se sabe, cuando nos duele el dedo gordo del pié, pedimos que llamen a los bomberos, que venga el médico de urgencia, que llamen a una ambulancia. Una amiga dice que eso nos pasa porque no parimos y esa falta de entrenamiento para resistir los avatares de nuestra condición física nos lleva a magnificar cualquier vahído, desequilibrio en la tensión arterial o desarreglo hormonal o intestinal, como si fuera una catástrofe planetaria.

Lo cierto es que no hay mal que por bien no venga y esa inhibición voluntaria temporal de mis hábitos cotidianos, me permitió avanzar en la lectura de un interesante libro que había sacado de la biblioteca, 'El Reloj de Mr. Darwin', (Temas de hoy) una visión personal de Darwin y sus teorías, que firma Juan Luis Arsuaga, un paleontólogo del equipo de Atapuerca, que es el rostro público del numeroso grupo científico que participó en esas excavaciones y en la posterior explotación científica, divulgación y desarrollo de las investigaciones que se llevan a cabo a partir del valioso material paleontológico y antropológico allí encontrado.

Del contenido del libro me ha interesado, sobre todo, el relato del propio Darwin, (pag. 109 a 130) cuando abandonó el Beagle, el navío en el que viajaba, para recorrer a caballo durante doce jornadas de septiembre de 1833 las soledades de la pampa argentina. Este relato, por si solo, justifica la lectura del libro y tiene el sabor de la mejor literatura de aventuras, la de Jack London en las tierras del gran norte, aunque como vemos a lo largo del libro, las tierras extremas del sur guardan sus propias sorpresas.

La constancia de las cosas que pudo comer Darwin durante ese periplo, nos da una idea de lo remoto de los lugares que su curiosidad le incitó a conocer, en una época en la que viajar, tal como el lo hizo, era una empresa casi heroica, no exenta de riesgos. Ciervo, avestruz, guanaco, puma, huevos de avestruz, armadillos y perdices, además de algún bife de vaca, obsequio del teniente que mandaba una posta, y los restos de otros animales, abatidos por el pedrisco.

Además de ese relato, que se lee con una curiosidad absorbente y gran facilidad, hay una gran variedad de cosas interesantes, con independencia de la posición que uno adopte sobre la cuestión central del libro, la evolución, de la que Arsuaga destaca sobre todo, la teoría de la selección natural y la herencia con modificación.

La eterna discusión entre evolucionismo y creacionismo aparece en el libro, sobre todo, personalizada en la figura de unos cuantos científicos contemporáneos de Darwin, y en la diversa suerte que corrieron las hipótesis que cada uno defendía, y sus propias carreras científicas.

Aún hoy podemos escuchar la versión mas primaria del creacionismo, aquella de que un poder creador divino hizo el mundo en seis días, y el sarcasmo de quienes no se la creen y comentan con ironía, que el día séptimo paró, al darse cuenta de la chapuza que había hecho.

El neo creacionismo, mas inteligente, admite una parte de las evidencias científicas que se han ido encontrando para apoyar el pensamiento darwiniano, pero vuelve a colocar delante de ese proceso, aceptando una gradualidad que la geología evidencia, la figura de un poder sagrado que está en el origen de todas las cosas.

Entre lo simultáneo y lo gradual, cada cual elige lo que mejor le parece. Yo no creo, por ejemplo, que la invención social de la pareja tenga nada que ver con los dos protagonistas primigenios del relato bíblico. Me parece mas sensato suponer que, antes que la pareja, prevaleció el clan, el grupo, la tribu, y que fueron la selección natural y la herencia modificada las que condujeron a la pareja tal como hoy la conocemos, que, por cierto, no es la única estructura social de apareamiento sexual en la actualidad, aunque sea la que predomina. Incluso en la cultura occidental, persisten los mormones, y la poligamia no solo está presente en el Islam, sino en otras culturas, unas mas remotas que otras, no solo en algunas islas de Polinesia, también en algunas favelas de América del Sur.

Si aceptamos un cierto grado de evolución en la especia humana, y a la vez echamos una mirada crítica sobre algunos comportamientos de esa misma especie en la actualidad, nos encontramos con algunas conductas que tienen rasgos de involución, de vuelta a la institución primitiva del clan, del grupo,de la tribu.

Así, un acto asocial, una violación colectiva, en la época actual, evoca el tiempo en que el apareamiento sexual era una forma violenta, un aquí te pillo aquí te mato, en las sabanas donde prevalecía la horda, porque la pareja aún no se había inventado, el coito frontal aún no aparecía entre las costumbres de apareamiento y la especie humana se encontraba en el estadio del clan, del grupo, de la tribu, sin haber descubierto todavía el progreso en las relaciones humanas, ni reconocerse todavía como individuos.

La idea de evolución permite apreciar, en este caso, como la involución puede estar presente también en algunos rasgos de la especie humana contemporánea y ponernos en alerta para impedir la posibilidad de la regresión colectiva. Solo por eso, merece la pena conocer algo mas sobre ese pensamiento.

El libro que comento es mucho mas que un compendio de relatos y anecdotarios, es un análisis científico multidisciplinar del pensamiento de Darwin, que recurre a la geología, a la botánica, a la paleontología, a la zoología. A través de esas disciplinas se verifica la validez de aquellos de sus postulados que han sido confirmados por la evidencia.

Por la misma época en la que Darwin realizaba observaciones y reunía datos que al concluir el viaje mas famoso de la ciencia contemporánea le permitieron enunciar la teoría de la evolución, los representantes del creacionismo bíblico, en su versión misionera, tomaron contacto con los indios que habitaban las regiones mas remotas, próximas al polo sur.

Al parecer los indígenas que habitaban esas tierras, con un clima igual de frío que el Ártico, pero mucho mas húmedo, se vestían, a medias, con pieles, y cubrían con grasa las partes desnudas de su cuerpo. El empeño misionero de que se vistieran a la europea y abandonaran las pieles y la grasa, produjo una gran mortandad por neumonía entre los aborígenes, pues aquellos que adoptaron la moda europea, en un medio particularmente frío y húmedo, acabaron mortalmente enfermos al abandonar sus medios tradicionales de protección contra el clima de su entorno.

Este suceso, que el libro cita como cierto, no contradice las muchas acciones compasivas que sin duda han realizado las huestes evangelizadoras en todo el mundo. Solo es una muestra de que, a veces, la combinación de compasión e ignorancia puede ser bastante letal.

En conclusión, cualquier posición ante el misterio de la especie humana es respetable, aunque sería deseable que los que se dicen creacionistas lean a Darwin, y los darwinistas nos demos un paseo por la biblia, para después dar una opinión fundada. Uno de estos días, si vuelvo a recaer, igual la leo. La biblia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 2-12-09.

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