"Un hermoso tiro de dos caballos blancos, con las crines ligeramente tintadas de verde, hace volar la calesa de los Byron por encima de las irregularidades del camino, que serpentea entre bosques de encinas, robles y tilos, abriéndose paso hasta el valle cubierto de pastos donde triscan las ovejas.
El propio Lord Byron, vestido con una levita negra, pantalón ajustado de montar y pañuelo de seda verde, conduce la calesa, y en su semblante se percibe la huella de sensaciones contradictorias; un cierto cansancio de vivir y la emoción causada por una fuerte excitación, de quien siempre está disponible para experimentar, pese a todo, situaciones nuevas.
Le acompaña Lady Byron, que trata de mantenerse digna y erguida en medio del atroz traqueteo a que la somete la salvaje conducción de la calesa. Una dignidad un tanto ajada, sometida a la vejación del tiempo y a la huella de los conflictos vividos intensamente junto a un hombre difícil, a veces imprevisible, siempre atento a experimentar otras relaciones. Ausente, concentrado, difícil de conocer, que no comparte su intimidad con nadie.
Desde la colina, se ve moverse la calesa por el camino, a gran velocidad. Abandona la zona boscosa y se dirige hacia el valle; al fondo una gran casa solariega de piedra arenisca gris, de estilo neoclásico, ofrece su equilibrada fachada con grandes columnas y elegantes capiteles, pero parece atacada por los signos de la ruína, de la degradación y la decadencia, mientras dos mastines de gran alzada husmean el aire, perciben el olor de sus amos que se aproximan, y agitan la cola nerviosos."
(Fragmento de un papel viejo encontrado sin fecha ni título que lo identifique)
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 28-07-10.
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