sábado, 31 de julio de 2010

ARREBATO

Hay palabras que, por su volúmen sonoro, por su capacidad expresiva, por su significado, expulsan a otras de nuestro vocabulario, de nuestra conducta. Arrebato es una de esas palabras que, cuando emerge por sorpresa de nuestras emociones, anula el equilibrio, la serenidad, la contención, el orden, la norma, y lo hace como un fogonazo que abrasa todas las convenciones y se consume dejando, tras su breve combustión, un poso de cenizas en la memoria.

El arrebato, en el sentido positivo de contingencia placentera compartida, no en su lado destructivo, que también lo tiene, comienza con una aceleración de los signos vitales, el ritmo cardíaco, la tension arterial, el tono muscular y, cuando es compartido, eleva a los humanos arrebatados al mundo de los dioses, ajenos a las servidumbres y limitaciones de los simples mortales.

El arrebato, esa sensación total difícil de describir, precede y supera al acto arrebatado, es la antesala de la entrada al mundo dionisíaco de los arrebatados, que perciben que son sujetos de una experiencia transitoria, única, fugaz, irrepetible, que les enajena, en el sentido de que se desprenden, temporalmente, de las inhibiciones y las barreras que condicionan su conducta, en favor de una experiencia que tiene el atractivo, y el riesgo, de lo desconocido.

Arrebato parece una palabra que tiene su origen en otras dos, vinculadas a lo lúdico y festivo. En la ciudad sin coches de mi infancia, invadida por la huerta, se escuchaba con habitualidad el sonido de las campanas de las iglesias no muy lejanas, y cuando tocaban 'a rebato' el aumento en la intensidad de su sonido, la aceleración del toque, la repetición creciente de su volteo, eran un signo de acontecimientos festivos, una anticipación de que las calles polvorientas se iban a llenar con el ambiente ruidoso de la fiesta.

Lo que prevalece ahora en las ciudades, en Heliópolis también, es el ruido del tráfico, pero aún tenemos un músico ilustre aquí que ha hecho de la música de las campanas un arte itinerante. Se trata de Llorénç Barber que solía dar conciertos en lugares públicos, aunque hace algún tiempo que no se de sus actuaciones musicales. A la última, no hace mucho, en la Plaza del Patriarca, junto a la universidad vieja, tuve el placer de asistir.

A rebato. Arrebato. Dos expresiones vinculadas. La segunda, lamentablemente, aparece
con demasiada frecuencia asociada a hechos destructivos o luctuosos. Es el lado trágico, socialmente intolerable, del arrebato.

Traigo aquí, hoy, esa palabra, su lado mas lúdico y placentero, menos dramático, porque la he escuchado hoy en el Maravillas. Alguien hacía confidencias de barra de bar y la ha usado. Luego se ha marchado. Después ha entrado en el bar una señora viuda y ha pedido un café recolado. Recolado. No sabía que tal cosa existiera. Al parecer es una especie de café aguado, rebajado de su potencial estimulante. Ha dicho que quería un recolado porque iba al funeral de su hermano, y no quería ponerse mas nerviosa.

Arrebato. Recolado. Eros y Tánatos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 31-07-10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios